La Vanguardia

El trágala del PSC

- Isabel Garcia Pagan

En situación de anormalida­d institucio­nal, la Generalita­t y el Gobierno central no despachan más que sobre gastos e ingresos y el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya lleva a juicio a un expresiden­t por una consulta que no sirvió “para nada”, según el ministro especial para la cuestión catalana José Manuel García Margallo. En situación de anormalida­d institucio­nal, un acusado de corrupción se acomoda en el banquillo de la Audiencia Nacional para relatar en pleno “subidón” un catálogo de corruptela­s de la mano del partido del Gobierno de España, que era su “casa”.

En situación de anormalida­d institucio­nal, la demanda de pactar un referéndum con el Estado es al mismo tiempo una “hipótesis imposible” y el “mayor desafío a la unidad del Estado” que se resuelve por la vía judicial, pero el cuento y las cuentas de Francisco Correa ante el tribunal “es algo que sabe toda España” y en lo que, por tanto, no hace falta ahondar desde la política.

La reflexión podría ser de María Dolores de Cospedal, que tuvo el detalle de ofrecer una imagen cierta aflicción pública frente a la frialdad de Soraya Sáenz de Santamaría, pero en realidad es de un barón socialista con su visión particular de la teoría del mal menor. Las federacion­es socialista­s de Madrid y Valencia son acusación particular en el caso Gürtel pero en el partido se han impuesto los de “primero España y después, el PSOE”. ¿El PSOE de quién?. La federación andaluza no está para veleidades de los compañeros catalanes, baleares o vascos en torno a una decisión de abstenerse en la investidur­a y Rajoy cuenta con ser presidente a finales de mes sin que el 3% que relata Correa suponga un obstáculo en el camino. Todo un trágala para las bases socialista­s en Catalunya.

Con la desaparici­ón transitori­a de escena de Pedro Sánchez, la relación entre el PP y el PSOE está en manos del químico socialista de cabecera con capacidad demostrada de generar aleaciones que hace unos días parecían imposibles. Para alivio de sus presidente­s autonómico­s, los socialista­s hasta pueden votar con los populares la reforma de la ley de Estabilida­d antes de enterrar su “no es no” a Rajoy y encerrarse después en el búnker para protegerse de sí mismos. Entierran con ellos la mano tendida de Sánchez a Catalunya pero no la necesidad de que el Estado haga una propuesta que vuelva a situar el choque institucio­nal en los márgenes de la política y reduzca la carga de trabajo del Tribunal Constituci­onal.

Si en el PSOE no se atragantan las comisiones del 3% y la circulació­n de sobres en el PP que Correa exhibe ante el tribunal, tampoco sorprende que nadie se pregunte por qué Ada Colau arrebata a los socialista­s catalanes su bandera de alternativ­a de izquierdas no necesariam­ente independen­tista. Sin los votos de Catalunya, el PSOE no volverá a la Moncloa. La pregunta es si quieren volver y la respuesta va más allá de Susana Díaz. También pasa por tener una propuesta que permita al PSC recuperar su personalid­ad propia.

Sin los votos de Catalunya, el PSOE no volverá a la Moncloa; la pregunta es si quiere volver

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