El trágala del PSC
En situación de anormalidad institucional, la Generalitat y el Gobierno central no despachan más que sobre gastos e ingresos y el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya lleva a juicio a un expresident por una consulta que no sirvió “para nada”, según el ministro especial para la cuestión catalana José Manuel García Margallo. En situación de anormalidad institucional, un acusado de corrupción se acomoda en el banquillo de la Audiencia Nacional para relatar en pleno “subidón” un catálogo de corruptelas de la mano del partido del Gobierno de España, que era su “casa”.
En situación de anormalidad institucional, la demanda de pactar un referéndum con el Estado es al mismo tiempo una “hipótesis imposible” y el “mayor desafío a la unidad del Estado” que se resuelve por la vía judicial, pero el cuento y las cuentas de Francisco Correa ante el tribunal “es algo que sabe toda España” y en lo que, por tanto, no hace falta ahondar desde la política.
La reflexión podría ser de María Dolores de Cospedal, que tuvo el detalle de ofrecer una imagen cierta aflicción pública frente a la frialdad de Soraya Sáenz de Santamaría, pero en realidad es de un barón socialista con su visión particular de la teoría del mal menor. Las federaciones socialistas de Madrid y Valencia son acusación particular en el caso Gürtel pero en el partido se han impuesto los de “primero España y después, el PSOE”. ¿El PSOE de quién?. La federación andaluza no está para veleidades de los compañeros catalanes, baleares o vascos en torno a una decisión de abstenerse en la investidura y Rajoy cuenta con ser presidente a finales de mes sin que el 3% que relata Correa suponga un obstáculo en el camino. Todo un trágala para las bases socialistas en Catalunya.
Con la desaparición transitoria de escena de Pedro Sánchez, la relación entre el PP y el PSOE está en manos del químico socialista de cabecera con capacidad demostrada de generar aleaciones que hace unos días parecían imposibles. Para alivio de sus presidentes autonómicos, los socialistas hasta pueden votar con los populares la reforma de la ley de Estabilidad antes de enterrar su “no es no” a Rajoy y encerrarse después en el búnker para protegerse de sí mismos. Entierran con ellos la mano tendida de Sánchez a Catalunya pero no la necesidad de que el Estado haga una propuesta que vuelva a situar el choque institucional en los márgenes de la política y reduzca la carga de trabajo del Tribunal Constitucional.
Si en el PSOE no se atragantan las comisiones del 3% y la circulación de sobres en el PP que Correa exhibe ante el tribunal, tampoco sorprende que nadie se pregunte por qué Ada Colau arrebata a los socialistas catalanes su bandera de alternativa de izquierdas no necesariamente independentista. Sin los votos de Catalunya, el PSOE no volverá a la Moncloa. La pregunta es si quieren volver y la respuesta va más allá de Susana Díaz. También pasa por tener una propuesta que permita al PSC recuperar su personalidad propia.
Sin los votos de Catalunya, el PSOE no volverá a la Moncloa; la pregunta es si quiere volver