De la biología de garaje al transhumanismo
El término biohacking abarca diferentes realidades que van desde lo que algunos denominan biología de garaje –por paralelismo con los inicios de las empresas de informática– hasta el transhumanismo, o gestión de la propia biología usando técnicas médicas, nutricionales y electrónicas. Por eso la etiqueta se aplica tanto a colectivos que lo que persiguen es sacar los laboratorios de las universidades y de los centros de investigación para trasladarlos a entornos más abiertos y colaborativos donde democratizarlos y aplicar la cultura del hazlo tú mismo a la biología, como a otros –los denominados grinders– que se identifican más con el movimiento biopunk y el transhumanismo de código abierto y que aplican la cultura hacker para modificar y mejorar sus cuerpos con los dispositivos que consiguen. Álvaro Jansa asegura que el colectivo biohacker de Barcelona –DIYBio Bcn– pertenece al primer grupo y trabaja sobre todo en el desarrollo de hardware y aparatos de bajo coste con fines sanitarios, de uso agrícola o para la autoexploración médica, y también en la creación de productos basados en microorganismos que van desde biotintas hasta levaduras para elaborar queso vegano o insulina. “Esta comunidad no está restringida a modas científicas y la gente tiene libertad para trabajar en aquello que le apasiona”, ensalza Jansa.