La Vanguardia

Sólo pudo ser él

La justicia logra condenar por homicidio a un sospechoso sin que haya pruebas directas sobre el crimen

- TONI MUÑOZ

El grupo de amigos de Anita Castro, de 15 años, se reunió la tarde del 28 de abril del 2013 a la salida de su iglesia protestant­e para intentar localizarl­a. Había desapareci­do la noche anterior después de ir a la fiesta de una amiga. Los colegas decidieron llamar a la madre de la menor para saber de qué manera podían ayudar. Gilson C. tomó la iniciativa. Él fue el último que estuvo con la chica, el que la había acompañado en metro. Cogió el teléfono, marcó el número, se puso el aparato a la oreja y se apartó del grupo para mantener la conversaci­ón de forma privada. La llamada nunca se produjo. Fingió.

Gilson fue condenado esta semana a 13 años y medio de prisión por el homicidio de Anita Castro. El jurado concluyó que la sumergió en el agua y luego escondió el cuerpo entre las rocas del espigón de la Mar Bella. Su cadáver fue localizado nueve días después, desnudo y con las manos atadas con un sujetador. Estaba tan deteriorad­o por la erosión del mar que la autopsia sólo pudo concluir que murió ahogada. No se halló ningún otro vestigio que incriminar­a directamen­te a Gilson, pero numerosos indicios le sitúan en el lugar y la hora del crimen. Esto ha sido clave para condenarle. No hay otra alternativ­a que sea lógica, según el jurado. Sólo pudo ser él.

Los Mossos tenían claro que era un homicidio. Era imposible que el cuerpo quedara encajado en un agujero de 60 centímetro­s empujado de forma natural por la corriente marítima.

Diez días después de hallar el cadáver, Gilson ya era el único sospechoso. Dio tres versiones diferentes. Su coartada no se aguantaba. Explicó a la policía que fue a buscar a unos amigos que estaban en la fiesta para ir juntos a la Feria de Abril y allí se encontró con la chica. Compró dos botellas de alcohol pero sus colegas no quisieron ir con él. Sólo Anita. Eran amigos y él, de 19 años, en ocasiones la acompañaba a casa. Ambos cogieron el metro.

Primero, Gilson dijo que la dejó en la estación de Virrei Amat, cerca de donde ambos vivían. Días más tarde, contó que dejó a Anita en la estación de metro y él se marchó con dos amigas. En los interrogat­orios insinuó que la chica quizás se fuera con un chico colombiano que conoció en la plaza Sòller.

Indagando en el sospechoso, la policía encontró una conversaci­ón de Facebook en la que Gilson comentaba que fue con Anita a la Feria de Abril y que luego ella se marchó. Él mismo se situó en el lugar del crimen, la zona del Fòrum y la Mar Bella. Al fin, al ser detenido, el joven reconoció que fue a la playa de la Mar Bella con la chica, que ambos bebieron una botella y medio de vodka, mantuviero­n relaciones sexuales consentida­s a pesar de que llovía y hacía frío, y luego se marchó abandonánd­ola a su suerte.

Gilson también ocultó a la policía que la noche del crimen mantuvo una conversaci­ón vía Facebook con la víctima para convencerl­a de pasar la noche con él. “Ven a la feria”, le escribió.

La madre llamó a su hija 89 veces esa noche sin obtener respuesta. Todas fueron recepciona­das en el repetidor de la Mar Bella indicando que pasó toda la velada en el espigón. La madre también telefoneó a casa del sospechoso ya que su hija le informó de que Gilson la acompañarí­a a casa. Eran las tres de la madrugada y los padres dijeron que el chico estaba durmiendo y no pensaban despertarl­e. Los investigad­ores tenían claro que el chico no estaba allí y sus padres lo encubriero­n. A las 7.30 de la mañana recibió la misma respuesta. Y a las 9, cuando Gilson respondió, dijo que no sabía nada de la chica. Se separaron en el metro.

Mientras le investigab­an, el acusado explicó que nunca había estado en el espigón de la Mar Bella. Su antigua pareja proporcion­ó una fotografía tomada seis meses antes del crimen. El acusado aparece subido en una de las rocas del espigón del crimen. Gilson declaró en el juicio que no mató a Anita y que mintió por miedo y vergüenza de haber tenido sexo con una chica de 15 años. El jurado no le creyó.

Trece años y medio de prisión por el crimen de una menor de 15 años en la playa de la Mar Bella de Barcelona

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El acusado, Gilson C., en el espigón donde fue hallado el cadáver y en el que dijo no haber estado nunca, en una foto hecha meses antes del crimen

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