Poetas, sabios, reyes y nosotros
EL MIRADO
El cambio climático en el planeta es un hecho. Porque nos lo cuenta cada día Mónica Usart y por los ríos de sudor que anoche perlaron las frentes del millar de asistentes a la cena del Planeta, más que en cualquiera de los 15 de octubre anteriores, y ya llevo vividos una treintena (¡el tiempo pasa volando!).
La densidad de los corrillos, antes de pasar al comedor, delataba una excitación directamente proporcional a la cercanía de los reyes de España, otra demostración más de la función simbólica que sigue desempeñando una monarquía. Máxime con una Reina tan declaradamente lectora... y admiradora de Joaquín Sabina, cuyo nombre fue recurrentemente citado a propósito del premio Nobel a Bob Dylan, por símil local fácil. Hace unos años, siendo todavía princesa, doña Letizia me confesó lo mucho que le gustó una entrevista publicada en La Contra con Sabina, en la que el cantautor me explicaba su inflamada pasión por la poesía (titular: “He pasado de la raya a la línea”) y cómo insistía a sus hijas que leyeran “para no sentiros solas cuando seáis viejecitas”. Sabio consejo.
Los rumores señalaban desde el primer plato a Dolores Redondo (“¿le hace falta, con lo que vende? ¡Raro!”, me comenta un colega que sabe de estos tejemanejes) y a Marcos Chicot. Me ilusiona lo de Chicot, joven al que entrevisté hace un par de años a propósito de El asesinato de Pitágoras, vibrante thriller ambientado en los días del sabio heleno que él mismo se autoeditó digitalmente (también me confió que goza de una memoria superdotada, un regalo de la naturaleza y de la disciplina).
La indumentaria tuvo también su protagonismo en esta cita tan cortesana: por ello los servicios de seguridad interceptaron a un par de colegas de la prensa algo desaliñados (yo pasé junto a la mesa de los Reyes con una bolsa sospechosa –mi ordenador– sin problema: ¡iba hecho un pincel!). Pero el derroche de tacón alto y alta costura no evitó que el lavabo de chicas dejase que desear: algunas de sus usuarias olvidaron hacer correr el agua lo necesario en la taza (según fuente fiable).
Un año más, la cita congregó al inventario completo de autoridades estatales, autonómicas y locales: del rey abajo, todos (Puigdemont, Mas, Rivera, Albiol..., y paro: no queda espacio para tantos). Con una paradoja: con los Borbones presidiendo, se nos repartió a los comensales, como óbolo en los postres, una novela de José Luis Corral titulada Los Austrias.