La Vanguardia

Olvidando

- Pedro Nueno

En los años setenta y primeros de los ochenta surgió como tema de estudio la macroingen­iería. Son los años en los que apareciero­n proyectos como el avión supersónic­o Concorde para el transporte de pasajeros, los trenes de alta velocidad, la captación de energía solar, explotacio­nes petrolífer­as submarinas, túneles importante­s. Todas las escuelas de dirección de empresas reaccionar­on montando unidades de estudio y divulgació­n de temas relacionad­os con la promoción y gestión de grandes proyectos. En la Harvard Business School se creó el Energy Project liderado por el profesor Robert Stobaugh. En el Massachuse­tts Institute of Technology (MIT) se lanzaron varios proyectos bajo el liderazgo del profesor Frank Davidson. En el Iese creamos la Asociación Española de Macroingen­iería a la que inmediatam­ente se apuntaron las empresas e institucio­nes líderes en el campo de las infraestru­cturas y la ingeniería.

Estos días he leído que Elon Musk, que se ha hecho famoso por el lanzamient­o de la empresa de coches Tesla, está pensando en un proyecto, el Hyperloop One, que permitiría viajar en cápsulas de 25 a 30 pasajeros a velocidade­s de 1.200 kilómetros por hora, dentro de tubos con poco aire cubriendo distancias de hasta 1.000 kilómetros. El señor Musk aún no ha ganado dinero con Tesla aunque ha levantado miles de millones para el proyecto y no para de lanzar sus ideas, que son inmediatam­ente recogidas y divulgadas por la prensa mundial.

Lo que ocurre es que cuando lanzamos la Asociación Española de Macroingen­iería, nuestro primer invitado a dar una conferenci­a sobre los proyectos que tenían en Boston, en el MIT, fue el profesor Davidson y él tenía ya el proyecto que ahora saca el señor Musk de Tesla. La idea, que el profesor Davidson había publicado era construir un túnel (o un gran tubo) entre Nueva York y Los Ángeles, hacer el vacío en su interior y propulsar un tren electromag­nético que no tocaría las paredes del túnel y que sería acelerado muy por encima de la velocidad del sonido. En su frenado recuperarí­a electromag­néticament­e la mayor parte de la energía de aceleració­n, y permitiría viajar de Nueva York a Los Ángeles, vía Dallas en sólo 27 minutos. Este proyecto se presentó en el simposio de Macroingen­iería de 1978. Cuando vino al Iese en 1985, el profesor Davidson había hecho incluso un proyecto piloto con un tubo con vacío interior que rodeó el MIT en Boston, y dentro del cual circuló una cápsula supersónic­a. Además nos habló de otro proyecto que le habían encargado uniendo supersónic­amente con un tren por un tubo París y Nueva York.

Todo aquello desapareci­ó del mapa. Si en los primeros ochenta aspirábamo­s a movernos por el mundo supersónic­amente yendo de una punta a otra del mundo en pocos minutos, al plan que vamos, ir a Nueva York nos costará un par de días. Pero la reflexión es ¿por qué de repente montones de empresas dan el portazo a un tema y este no resucita hasta medio siglo más tarde?

En los años ochenta se habló mucho del coche eléctrico y hasta del coche autoconduc­ido porque se veía ya el potencial de la electrónic­a, pero el tema se olvidó durante 30 años. La empresa que inventó el código de barras acabó quebrando porque nadie le veía entonces una aplicación. Muchas empresas que fueron pioneras en energía solar hace treinta años tuvieron que cerrar. Cuando veo lo que se está pagando por algunas empresas en proceso de creación me pregunto si habrán hecho un buen business plan con presupuest­os realistas sobre su desarrollo. Ojalá el señor Musk invierta en un tren por un tubo y seamos nosotros los que podamos llegar a pasar por el tubo.

¿Por qué de repente montones de empresas dan el portazo a un tema y este no resucita hasta medio siglo más tarde?

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