Un ejército heterogéneo lanza la ofensiva para echar de Mosul a los yihadistas
Los iraquíes aparcan sus divisiones para emprender una operación con resultado incierto y dudas sobre las consecuencias para la población civil incógnita es saber el precio que pagarán el millón y medio de habitantes de la ciudad iraquí.
Un heterogéneo ejército liderado por soldados regulares iraquíes y que cuenta con apoyo aéreo de la coalición internacional que encabeza Estados Unidos inició ayer su ofensiva para recuperar la ciudad de Mosul, ahora en manos del Estado Islámico. La principal
Los yacimientos petrolíferos de Mosul alientan a Turquía a tomar parte en la operación militar
La prometida ofensiva contra Mosul, tantas veces aplazada por disensiones en el Gobierno iraquí, ha sido lanzada sin saber cuánto tiempo podrá durar y qué precio pagará su población de 1,5 millones de habitantes. Una fuerza estimada en 35.000 hombres, agrupados en soldados del ejército regular, policías, peshmergas kurdos, milicias chiíes y suníes, se enfrenta a unos diez mil yihadistas del Estado Islámico (EI) atrincherados en la segunda ciudad de Irak, que ocupan desde el verano del 2014.
Asesores militares estadounidenses llevan meses planeando la ofensiva y si ahora se lleva a cabo también es debido a la entrada de Turquía en la guerra. Si este fin de semana el ejército turco, coordinado con el estadounidense y los rebeldes sirios, ha sido decisivo para ocupar Dabiq, plaza de un gran simbolismo para el EI, su participación también marcará la suerte de Mosul en esta ofensiva que se anuncia como decisiva. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, señaló ayer que sus soldados intervendrán. “Estaremos en la ofensiva y estaremos en la mesa de negociación. De ninguna manera vamos a quedarnos fuera”, señaló.
Turquía, a pesar de la oposición de Irak, ha entrenado a combatientes kurdos y tiene una base en territorio iraquí. Ahora, además, se erige en defensor de los suníes de Mosul ante una posible venganza de los chiíes iraquíes. No sería la primera vez y, después de los precedentes en Tikrit y Faluya, hasta Amnistía Internacional advierte del riesgo de que se cometan crímenes de guerra contra la población de Mosul cuando entren las tropas iraquíes. Sin embargo, el primer ministro iraquí, Haidar al Abadi, al anunciar la ofensiva, la madrugada de ayer, vestido con el uniforme de las fuerzas de élite, señaló que en Mosul sólo entrarán las unidades antiterroristas adiestradas por los estadounidenses.
El heterogéneo contingente armado iraquí refleja muy bien la fragmentación de la república, y hoy avanza hacia Mosul bajo el apoyo aéreo de una coalición internacional liderada por EE.UU. y participada nada menos que por 60 gobiernos aliados contra el terror del Daesh o Estado Islámico.
Si la batalla de Alepo es considerada el epicentro de una guerra mundial por la intervención de tantos agentes diferentes, la anhelada reconquista de Mosul, con sus importantes yacimientos de petróleo de los que tanto depende Turquía, podría convertirse en una lucha más encarnizada por la antigua Mesopotamia.
Los turcos nunca han abandonado completamente sus preten-
siones sobre Mosul, capital de la provincia de Nínive, que fue otomana durante varios siglos. La buena sintonía entre Ankara e Irbil, la capital de la región autónoma kurda en el norte de Irak, explica con claridad cuáles son los intereses de Erdogan: tutelar este protectorado amigo e impedir que se forme uno no tan afín en el norte de Siria. “Compartimos una frontera de 350 kilómetros con Irak y nos enfrentamos a una amenaza”, aseguró.
La batalla de Mosul puede desencadenar una hecatombe humanitaria más cruel de la que sufren los habitantes de los barrios rebeldes de Alepo.
Antes de iniciar la operación, el ejército iraquí lanzó miles de octavillas a la población para aconsejar cómo protegerse.
Cientos de miles de personas pueden intentar huir de los combates, exponiéndose al fuego cruzado. Los que se queden corren el riesgo de ser utilizados como escudos humanos.
El alto comisario para los refugiados de la ONU estima que por lo menos 100.000 tratarán de refugiarse en Turquía y Siria, mientras alrededor de un millón de personas pueden verse forzadas a abandonar sus hogares. El Gobierno turco se prepara para recibir a cientos de miles de nuevos refugiados. Save the Children ha exhortado a los beligerantes a abrir pasillos humanitarios.
Está por ver, en todo caso, si en Mosul tendrá lugar otra temida madre de todas las batallas con combates como aquellos que anunció el rais Sadam Husein en las calles de Bagdad, entre sus defensores y los invasores estadounidenses en el 2003. Entonces, la antigua capital abasí cayó como fruta madura porque ya las tropas iraquíes habían sido previamente aplastadas. En Mosul, como hace 13 años en Bagdad, las fanáticas huestes del EI han cavado un foso en torno a la ciudad que han llenado de petróleo, como en las guerras medievales, para prenderle fuego y oscurecer la visión de los enemigos. La estratagema sirvió en Bagdad y durante un par de días los aviones estadounidenses no pudieron bombardearla, para alivio de sus habitantes.
Como han hecho antes en Faluya y Ramadi, reconquistadas este año por el ejército iraquí, los yihadistas han plantado minas por todo Mosul, erigido muros de cemento armado y excavado túneles. También están listos para volar los puentes sobre el Tigris, cometer atentados suicidas, echar mano de francotiradores y utilizar niños para espiar a los asaltantes. Mosul puede ser un infierno para las tropas gubernamentales. Por otro lado, el autodenominado Estado Islámico se arriesga a perder la base territorial que ha atraído a tantos seguidores, algo que Al Qaeda nunca consiguió.
La ONU estima que 100.000 personas intentarán ir a Siria y Turquía, y un millón perderán su hogar