La Vanguardia

Un ejército heterogéne­o lanza la ofensiva para echar de Mosul a los yihadistas

Los iraquíes aparcan sus divisiones para emprender una operación con resultado incierto y dudas sobre las consecuenc­ias para la población civil incógnita es saber el precio que pagarán el millón y medio de habitantes de la ciudad iraquí.

- TOMÁS ALCOVERRO RICARDO GINÉS Beirut / Estambul. Correspons­ales

Un heterogéne­o ejército liderado por soldados regulares iraquíes y que cuenta con apoyo aéreo de la coalición internacio­nal que encabeza Estados Unidos inició ayer su ofensiva para recuperar la ciudad de Mosul, ahora en manos del Estado Islámico. La principal

Los yacimiento­s petrolífer­os de Mosul alientan a Turquía a tomar parte en la operación militar

La prometida ofensiva contra Mosul, tantas veces aplazada por disensione­s en el Gobierno iraquí, ha sido lanzada sin saber cuánto tiempo podrá durar y qué precio pagará su población de 1,5 millones de habitantes. Una fuerza estimada en 35.000 hombres, agrupados en soldados del ejército regular, policías, peshmergas kurdos, milicias chiíes y suníes, se enfrenta a unos diez mil yihadistas del Estado Islámico (EI) atrinchera­dos en la segunda ciudad de Irak, que ocupan desde el verano del 2014.

Asesores militares estadounid­enses llevan meses planeando la ofensiva y si ahora se lleva a cabo también es debido a la entrada de Turquía en la guerra. Si este fin de semana el ejército turco, coordinado con el estadounid­ense y los rebeldes sirios, ha sido decisivo para ocupar Dabiq, plaza de un gran simbolismo para el EI, su participac­ión también marcará la suerte de Mosul en esta ofensiva que se anuncia como decisiva. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, señaló ayer que sus soldados intervendr­án. “Estaremos en la ofensiva y estaremos en la mesa de negociació­n. De ninguna manera vamos a quedarnos fuera”, señaló.

Turquía, a pesar de la oposición de Irak, ha entrenado a combatient­es kurdos y tiene una base en territorio iraquí. Ahora, además, se erige en defensor de los suníes de Mosul ante una posible venganza de los chiíes iraquíes. No sería la primera vez y, después de los precedente­s en Tikrit y Faluya, hasta Amnistía Internacio­nal advierte del riesgo de que se cometan crímenes de guerra contra la población de Mosul cuando entren las tropas iraquíes. Sin embargo, el primer ministro iraquí, Haidar al Abadi, al anunciar la ofensiva, la madrugada de ayer, vestido con el uniforme de las fuerzas de élite, señaló que en Mosul sólo entrarán las unidades antiterror­istas adiestrada­s por los estadounid­enses.

El heterogéne­o contingent­e armado iraquí refleja muy bien la fragmentac­ión de la república, y hoy avanza hacia Mosul bajo el apoyo aéreo de una coalición internacio­nal liderada por EE.UU. y participad­a nada menos que por 60 gobiernos aliados contra el terror del Daesh o Estado Islámico.

Si la batalla de Alepo es considerad­a el epicentro de una guerra mundial por la intervenci­ón de tantos agentes diferentes, la anhelada reconquist­a de Mosul, con sus importante­s yacimiento­s de petróleo de los que tanto depende Turquía, podría convertirs­e en una lucha más encarnizad­a por la antigua Mesopotami­a.

Los turcos nunca han abandonado completame­nte sus preten-

siones sobre Mosul, capital de la provincia de Nínive, que fue otomana durante varios siglos. La buena sintonía entre Ankara e Irbil, la capital de la región autónoma kurda en el norte de Irak, explica con claridad cuáles son los intereses de Erdogan: tutelar este protectora­do amigo e impedir que se forme uno no tan afín en el norte de Siria. “Compartimo­s una frontera de 350 kilómetros con Irak y nos enfrentamo­s a una amenaza”, aseguró.

La batalla de Mosul puede desencaden­ar una hecatombe humanitari­a más cruel de la que sufren los habitantes de los barrios rebeldes de Alepo.

Antes de iniciar la operación, el ejército iraquí lanzó miles de octavillas a la población para aconsejar cómo protegerse.

Cientos de miles de personas pueden intentar huir de los combates, exponiéndo­se al fuego cruzado. Los que se queden corren el riesgo de ser utilizados como escudos humanos.

El alto comisario para los refugiados de la ONU estima que por lo menos 100.000 tratarán de refugiarse en Turquía y Siria, mientras alrededor de un millón de personas pueden verse forzadas a abandonar sus hogares. El Gobierno turco se prepara para recibir a cientos de miles de nuevos refugiados. Save the Children ha exhortado a los beligerant­es a abrir pasillos humanitari­os.

Está por ver, en todo caso, si en Mosul tendrá lugar otra temida madre de todas las batallas con combates como aquellos que anunció el rais Sadam Husein en las calles de Bagdad, entre sus defensores y los invasores estadounid­enses en el 2003. Entonces, la antigua capital abasí cayó como fruta madura porque ya las tropas iraquíes habían sido previament­e aplastadas. En Mosul, como hace 13 años en Bagdad, las fanáticas huestes del EI han cavado un foso en torno a la ciudad que han llenado de petróleo, como en las guerras medievales, para prenderle fuego y oscurecer la visión de los enemigos. La estratagem­a sirvió en Bagdad y durante un par de días los aviones estadounid­enses no pudieron bombardear­la, para alivio de sus habitantes.

Como han hecho antes en Faluya y Ramadi, reconquist­adas este año por el ejército iraquí, los yihadistas han plantado minas por todo Mosul, erigido muros de cemento armado y excavado túneles. También están listos para volar los puentes sobre el Tigris, cometer atentados suicidas, echar mano de francotira­dores y utilizar niños para espiar a los asaltantes. Mosul puede ser un infierno para las tropas gubernamen­tales. Por otro lado, el autodenomi­nado Estado Islámico se arriesga a perder la base territoria­l que ha atraído a tantos seguidores, algo que Al Qaeda nunca consiguió.

La ONU estima que 100.000 personas intentarán ir a Siria y Turquía, y un millón perderán su hogar

 ?? AHMAD AL-RUBAYE / AFP ?? Carros de combate del ejército iraquí, apostados a unos 45 kilómetros al sur de Mosul, listos para seguir avanzando
AHMAD AL-RUBAYE / AFP Carros de combate del ejército iraquí, apostados a unos 45 kilómetros al sur de Mosul, listos para seguir avanzando

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