Duterte quiere que Filipinas comparta maniobras militares con China y Rusia
El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, ha dado un paso más en su voluntad de cambiar de aliados. Tras confirmar el fin de las maniobras conjuntas con Estados Unidos, se ha mostrado a favor de que su país participe en ejercicios militares con China y Rusia. Una iniciativa que, de llevarse a la práctica, supondría alterar el equilibrio estratégico en la región del Sudeste Asiático.
Duterte aprovechó ayer el protagonismo que le dispensaban los medios de comunicación chinos, ante el viaje de cuatro días que emprende hoy al gigante asiático, para avanzar en su estrategia de adular a la autoridades chinas y tensar aun más las relaciones con Washington.
En unas declaraciones a la cadena de televisión Phoenix de Hong Kong, admitió sin tapujos que estudiaba la posibilidad de que las fuerzas armadas de su país participen en ejercicios militares junto a las de China y Rusia. “Sí, lo preveo. Ya he dado suficiente tiempo a los estadounidenses para que se diviertan con los soldados filipinos”, respondió a la pregunta de si entraba en sus planes que Filipinas se sume a las maniobras que periódicamente llevan a cabo China y Rusia.
El presidente filipino dio a entender asimismo que esta iniciativa sería la consecuencia lógica de su voluntad de alejarse de la histórica alianza con EE.UU. en materia de seguridad. Y reiteró que las maniobras conjuntas con las fuerzas aeronavales estadounidenses que terminaron la semana pasada no se repetirán. “Fueron las últimas. Está programado. No quiero que mis soldados sean humillados”, manifestó Duterte.
Los analistas locales atribuyen este giro en la política exterior del mandatario filipino a una mezcla de orgullo nacionalista y de pragmatismo. Sugieren que ha optado por dar la espalda a Washington y a Europa por las críticas a su violenta campaña contras las drogas, que ya se ha cobrado más de 3.500 víctimas mortales, y ha dirigido su mirada hacia Rusia y China, cuyos dirigentes dicen comprender su lucha contra el narcotráfico. A su vez, el presidente filipino se habría propuesto acercarse a China, por considerar que es la gran potencia regional en auge, frente al declive que registraría EE.UU.
Esta percepción de las dos grandes potencias explicaría que Duterte, que aún no ha viajado a Washington, inicie hoy una visita de cuatro días a Pekín, al frente de una amplia delegación de un centenar de empresarios en busca de inversión y acuerdos comerciales. Una gira en la que Duerte pretende acercar posiciones y dejar de lado la polémica sobre las disputas territoriales en el mar de China Meridional.