Cobi ecuestre contra Franco decapitado
Los ciudadanos nos movilizamos mucho más en contra que a favor
José Luis Rodríguez Zapatero ha viajado a Venezuela a hacer de mediador y Venezuela no ha mejorado ni empeorado. En las fotos del encuentro, vemos a Zapatero y a Maduro compitiendo a ver cuál de los dos tiene la sonrisa más tragicómica. Mientras Felipe González mantenga su condición de tótem intimidador, Zapatero no podrá sustituirlo como gran timonel de la conspiración fiscalizadora del PSOE, que esta semana culminará con un comité federal que querrá maquillar la escabechina de Ferraz. ¿Y en el PSC? En el PSC los estados de la materia son: sólido, líquido, gaseoso y desintegrado. De las dos almas sólo queda una, que, por puro darwinismo, prefiere encarnarse en Iceta y Parlon. Ambos se disputarán el escuálido derecho a tener, o no, libertad de voto. La libertad de voto es uno de los conceptos más insultantes del parlamentarismo: da por hecho que los parlamentarios no tienen libertad.
Mientras tanto, en C’s, Inés Arrimadas se vacuna contra el virus de la desintegración. Ayer fue entrevistada por Susanna Griso (Antena 3) y rebatió a los que la acusan de equiparar los errores de la Generalitat de JuntsxSí a la pasividad del Gobierno del PP. La acusación que circula es machista: conjetura que desde que Arrimadas se casó con Xavier Cima, exdiputado convergente, C’s ha dado un giro hacia la tercera vía por vía conyugal. Es una hipótesis inverosímil. Lo normal cuando te casas no es adoptar las ideas de tu cónyuge, sino, al contrario, situarse por sistema en las antípodas de su pensamiento precisamente para mantener viva la llama de la convivencia basada en una evidencia ancestral: las desavenencias son un elemento de cohesión mucho más sólido que el acuerdo y el consenso. ¿La prueba? Mirad cualquiera de las encuestas que se publican y veréis que en general parece que los ciudadanos nos movilizamos mucho más contra los partidos y los candidatos que a favor.
Ah, casi se me olvida: hace treinta años de la concesión de los Juegos Olímpicos de Barcelona. Se han activado todos los mecanismos de la nostalgia, incluidos los de quienes, por edad, no pudieron criticarlos entonces y hoy se apuntan a un revisionismo linchador que participa de la gran valentía radical de insultar a exfranquistas muertos. Dicen que Ada Colau es una versión 2.0 de Pasqual Maragall, pero sospecho que, de entrada, habría exigido que los Juegos Olímpicos pasaran a llamarse Juegos y Juegas Olímpicos y Olímpicas. Y a la idea de repartir Cobis de tamaño natural por toda la ciudad para conmemorar un episodio tan satanizado de nuestra historia le falta un punto de postureo radical. Propongo que los Cobis (que hoy ya no superarían el filtro de la conciencia animalista del Consistorio) sean convenientemente decapitados, a la manera de la estatua ecuestre de Franco en el Born.