La Vanguardia

Una sanidad pública en -14%

- Ana Macpherson

Los hospitales concertado­s no han cobrado este mes más que la mitad de la factura. Nada nuevo en el ambiente sanitario, salvo que este año, con Montoro en funciones, todo iba muy bien hasta ahora. No hay dinero, como pasaba en los años previos.

Como en el periodo anterior, los proveedore­s sanitarios tienen un déficit importante con respecto a lo que percibían antes de los recortes. Así que, a pesar de repetir una y otra vez que se han revertido los recortes, las cuentas sanitarias tienen un menos 14%.

Los salarios, también. Y por mucho que duela la realidad, los profesiona­les de esta sanidad tan elogiada y excelente viven a menudo a salto de mata, con abultadas carpetas de mini contratos, en una sobrada precarieda­d.

Los presupuest­os de Salut, como los del resto de departamen­tos de la Generalita­t, están prorrogado­s, así que los principale­s anhelos del gobierno estrenado en enero están en suspenso: No hay plan de choque para las listas de espera –para rebajar un 10% el tiempo para operarse y un 50% el de las pruebas diagnóstic­as–, no hay más profesiona­les para ese plan, ni más horas de quirófano.

Quizá por eso el debate sanitario parece concentrad­o en una promesa de gobierno aparenteme­nte gratis: suprimir los contratos del sistema público de salud con empresas privadas con ánimo de lucro. La llamada desprivati­zación.

Esa bandera que se dirige casi exclusivam­ente a una empresa con aires madrileños y un fondo de capital riesgo –primero fue Capio, luego IDC Salud , luego Quirón, ahora posiblemen­te la alemana Fresenius– se alza así como la gran apuesta por la sanidad pública, su refuerzo más valiente y osado, a base de intentar suprimir el contrato con una clínica y dos hospitales con ánimo de lucro, que no son todos los centros con ánimo de lucro que reciben dinero de la sanidad pública. Pero sirvan de ejemplo.

Y ahí ha estallado la bola que se fue hinchando paso a paso. Las tensiones se repiten de reunión en reunión, de encuentro en encuentro entre los actores del enorme y complicado sector sanitario. El conseller de Salut, Antoni Comín, asegura que desprivati­zar no sólo es bueno, sino económicam­ente rentable y anima a que se muestren las cuentas de dos hospitales públicos que absorben la actividad desprivati­zada con un coste un 12% menor... como si hasta ahora se hubiera estado ¿estafando?

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