Tabúes políticos
Cuando intento digerir la incapacidad del Estado democrático para condenar el franquismo, se me agria la garganta. Asco moral y civil. Me repugna asumir que mi Estado, empezando por los gobiernos González, no desplegase medidas de condena de la dictadura y, al mismo tiempo, no impulsara políticas de reconocimiento a los que se la jugaron defendiendo las libertades durante el franquismo. Así, escondiéndolo bajo la alfombra, el tabú español –la pervivencia en democracia de restos de la dictadura– se ha cronificado y provoca una disfunción sistémica. Si no se condena el franquismo, no se puede reivindicar la memoria democrática como motor primero del presente. La fuente de legitimidad, entonces, queda congelada por una transición que funcionó porque asumió que sólo podía ser ambigua. Pero pasados los años la cosificación de la ambigüedad fundacional quizás sea la explicación última del bloqueo actual del sistema democrático español. En Catalunya, en cambio, sabios como somos, hemos decidido también ir a lo nuestro en este punto.
“Tras las elecciones del 27 de septiembre del 2015, Catalunya ha iniciado un proceso constituyente propio”. Puede leerse, tal cual, en la exposición de los motivos que sustenta la ley de Reparación Jurídica de las víctimas del franquismo. En mayo la presentaron Junts pel Sí, Catalunya Sí que es Pot y la CUP y, según anunció el domingo la consellera Munté, la próxima semana se discutirá en el Parlament. Si como es de esperar la ley se aprueba, de repente, los consejos de guerra sumarísimos –una muestra de (in)justicia totalitaria pura y dura– serán declarados nulos, como si fuera posible desconectarse de la historia mediante una votación parlamentaria. La paradoja es que en el apartado de motivos para proponer dicha ley se afirma que aquellos juicios, que llevaron a la muerte a centenares de personas inocentes (al president Companys, para empezar), fueron un simulacro. Pero si lo fueron, ¿qué sentido tendrá anularlos? La discusión, planteada así, sólo servirá para seguir cautivos de otro tabú: las contradicciones de los unos, la agitación que oculta la inacción de los otros. En el bucle, como siempre.