La ruleta rusa
Ya sé que el Partido Socialista se encuentra ante una trampa: si se abstiene en la investidura, quedará como un grupo que propicia la continuidad en el poder de un partido al que siempre combatió y que (palabras de Susana Díaz) hizo mucho daño a este país. Si fuerza una abstención técnica con la abstención o la ausencia de once diputados, salvará algo la cara, pero no dejará de propiciar la continuidad del PP en el Gobierno. Si deja libertad de voto, corre el riesgo de una escisión en el grupo parlamentario. Y si se encierra en el no, provoca la repetición de elecciones, con el riesgo todavía mayor de un batacazo en las urnas, porque no tiene candidato ni tiempo para fabricarlo y consolidarlo. Una trampa para elefantes.
Si alguien hubiese diseñado una estrategia para agravar la crisis socialista, no se le habría ocurrido nada más contundente y letal. Comprendo, por ello, el tono trágico con que se está planteando la disyuntiva. Comprendo algo menos por qué el hombre tranquilo que preside la gestora, Javier Fernández, se ha visto obligado a hacer esta confesión: “Me entienden mejor fuera que dentro”. Y me esfuerzo en encontrar una explicación: fuera lo entienden quienes quieren que se acabe de una vez esta coña del Gobierno que hoy cumple 303 días en funciones. Dentro no se le entiende, sencillamente, por el miedo a Podemos.
Temen que Podemos haga sangre, como está haciendo, del apoyo a Rajoy, porque es difícil distinguir entre abstención y apoyo. Temen a un Podemos que les arrebate el discurso de oposición. Temen a un Iglesias que tiene el descaro de proclamarse jefe de esa oposición antes de que lo designen las urnas. Y ese miedo atenaza a militantes y dirigentes regionales, los deja inmóviles, les impide cambiar de criterio. Sobre todo, a aquellos que gobiernan autonomías porque Podemos los sostiene. ¿Les harán cambiar las encuestas que anuncian que Podemos se convertiría en segunda fuerza, desalojando al PSOE dentro de dos meses exactos? Pues quizá no. Quizá prefieran morir pronto a manos de las urnas antes que ganar tiempo para fabricar un líder, crear un mensaje y refundarse. O quizá se lo quieran jugar todo a la ruleta rusa.