Cuádruple alianza europea para acoger refugiados
Barcelona forma una red con Atenas, Berlín y Amsterdam para dar asilo a refugiados al margen de los gobiernos europeos
Unas 700 de las 3.500 personas adscritas al plan Ciutat Refugi dan el primer paso para iniciar su voluntariado
El drama cotidiano de los refugiados, la peor crisis de estas características desde la Segunda Guerra Mundial y que ha propiciado que más de un millón de personas hayan llegado a Europa desde países en guerra, sigue siendo motivo de vergüenza. Los miembros de la Unión Europea se comprometieron en el 2015 a acoger 160.000 refugiados –apenas una gota en el océano de esta diáspora–, pero hasta el pasado julio sólo 3.056 personas han sido reubicadas. Procedían en su mayoría de Siria, Eritrea, Irak o Afganistán, los epicentros de la barbarie, y estaban en Grecia e Italia, principales puertos de llegada.
Voces independientes, como la del politólogo Sami Naïr, han denunciado que “la respuesta a los desafíos del drama de los refugiados no ha estado a la altura de los valores fundacionales de la UE, que han sido pisoteados por los grandes países europeos y traicionados por algunos representantes de países del Este”. Ha llegado el momento de las ciudades, se gritó ayer en Atenas, donde se celebra una reunión del foro de asuntos sociales de Eurocities. Esta organización, que colabora con el Comité de las Regiones de la UE, es una red fundada en 1986 por Barcelona y otras cinco grandes ciudades europeas (Birmingham, Frankfurt, Lyon, Milán y Rotterdam) y que en la actualidad está constituida por 130 capitales de una treintena de países.
Atenas ha aprovechado el encuentro para presentar un proyecto de ciudades solidarias, complementario del plan de Ciutat Refugi que impulsó el Ayuntamiento de la capital catalana en el verano del 2015. De momento, la propia Barcelona, Berlín y Amsterdam se han sumado a esta cuádruple alianza europea impulsada desde Grecia.
El proyecto pretende hacer realidad la transferencia directa de refugiados de ciudad a ciudad, al margen de la pol ítica de reasentamientos –lenta e ineficaz– que practican los estados. La iniciativa está inspirada en el acuerdo que intentaron el pasado mes de febrero la alcaldesa Ada Colau y su homólogo de Atenas, Yorgos Kaminis, para alojar en Barcelona a cien personas hacinadas en campos de refugiados de Atenas. La posibilidad fue vetada entonces por el Gobierno en funciones del PP, que recordó que tiene competencias exclusivas en esta materia. Está por ver si el veto se repite ahora que se intenta lo mismo, pero con el amparo de una alianza intereuropea y el escudo de un organismo de la UE.
Fuentes municipales explican desde Atenas, adonde se ha desplazado la teniente de alcalde Laia Ortiz, vicepresidenta del foro de asuntos sociales de Eurocities, que la puesta en marcha de la red implicaría la posibilidad de la reubicación inmediata de refugiados, no sólo de los que están en Grecia o Italia, sino también de los que se hallan en Turquía.
Las ciudades que se postulen como acogedoras se comprometen a ofrecer los recursos necesarios en vivienda, escolarización, atención social y sanitaria... De hecho, en Barcelona y en Catalunya esos recursos ya están inventariados, como reconocen los responsables de los planes de acogida municipal y autonómico. Sólo faltan los refugiados. Las ayudas que recibirán, insisten los portavoces de ambas iniciativas, no irán en ningún caso en menoscabo de las prestaciones sociales o las subvenciones a la población local. Se trata, dice el eje inicialmente formado por Atenas, Barcelona, Berlín y Amsterdam, de hacer algo. Y de hacerlo ya.
Entre los estados miembros de la UE y Suiza sólo se han creado 9.119 plazas de acogida, el 6% del total prometido. España, que se comprometió a dar asilo a 170.000 personas, había recibido hasta el pasado septiembre menos de 500, una cifra ridícula. Esta inacción contrasta con la voluntad de los ciudadanos. Más de 3.500 se han puesto en contacto con el Ayuntamiento de Barcelona (ciutatrefugi@bcn.cat). De ellos, 700 han sido derivados ya a la Federació Catalana de Voluntariat Social para que ya puedan echar una mano a quien más lo necesite, sea refugiado o no.