Imperfecto pero muy creíble
El profuso volumen autobiográfico que firma el Boss es una obra útil por distintas y aparentemente contradictorias razones. En primer lugar porque no aporta sorpresas espectaculares, aunque sí saca a la luz aspectos de su vis psicológica interesantes, como su tendencia relativa a caer en depresiones, o de su entorno familiar más directo, como la muy nefasta presencia e influencia de su padre.
En segundo lugar, porque es una obra transparente en lo que hace referencia al propio autor, en donde no parece tener mayores reparos para mostrar su modo de pensar y la visión que tiene del negocio musical, de su actividad como músico y como líder de un grupo, de su origen social, de su porfía desde la base hasta su privilegiado (y merecido) olimpo actual, de su sociabilidad... en fin, de la persona de carne y hueso que es. Esta opción por mostrar un Springsteen real, imperfecto en consecuencia, lo hace además de un manera realista, con una escritura que no busca la impostura, el manierismo o un estilismo forzado: la manera de explicar los hechos de su existencia, sus reflexiones, su progresión hasta el estrellato o su entorno personal, familiar (para mí el más fascinante) y sentimental son plenamente creíbles por la crudeza con que son narrados. Por eso mismo, su lectura es recomendable.
Para el aficionado entregado a la vida y la obra del músico de Nueva Jersey, la sensación general que se acaba teniendo es confirmar lo ya conocido por boca y escritura de terceros, como por ejemplo recordar cuales fueron algunas de sus fuentes musicales, léase, Bob Dylan, Curtis Mayfield, James Brown o Van Morrison, del que alaba su Astral weeks en términos superlativos. Descubre ese aficionado también, eso sí, algunos aspectos quizás anecdóticos pero reveladores: que su hija es una consumada jinete de élite o que en su primera visita barcelonesa en 1981, él y su equipo fueron objeto de dos robos.
La obra, en cualquier caso, está escrita por alguien que ofrece una muestra de su sinceridad –para los escépticos, credibilidad es mejor término– en las últimas páginas del libro, cuando reconoce que “no lo he contado todo sobre mí mismo”. Una afirmación que no deja de ser una obviedad pero que es una inteligente manera de rematar una obra que cumple a la perfección su objetivo: que las cuestiones más importantes de la vida y la manera de pensar del héroe las ha respondido a gusto de la mayoría cuando se acaba de leer la última página.