La Vanguardia

“La amenaza de la humanidad no son las máquinas, son los hombres”

- Raúl Rojas, doctor en Ingeniería y Economía, artífice del primer coche autónomo europeo IMA SANCHÍS

Tengo 61 años. Nací en México DF y vivo en Berlín. Licenciado en Matemática­s. Doctor en Ingeniería y Economía. Profesor de Inteligenc­ia Digital en la Universida­d Libre de Berlín. Investigo en neurocienc­ia, robótica y economía. Me preocupa la redistribu­ción de la riqueza, la desigualda­d. Soy agnóstico

Es usted el artífice del primer coche autónomo europeo. Tras 18 meses de pruebas en los que demostramo­s que el Made

in Germany podía reconocer peatones, vehículos y obedecer las reglas de tráfico, se lanzó a las calles. Circulamos por Berlín desde el año 2011,y hemos circulado por EE.UU. y México DF.

Eso es más que una prueba de fuego.

Sí. De hecho, pensamos que si era capaz de circular por ese caos, lo haría en cualquier parte.

No parece que un coche autónomo vaya a cambiar mucho las cosas.

Por Ciudad de México circulan tres millones de vehículos con 1,3 pasajeros por vehículo. Tener vehículos autónomos que llamas y te llevan a tu destino recogiendo por el camino a otras personas y que se sincroniza con los otros vehículos permite reducir el tráfico de manera radical.

Sigo sin ver lo que tiene de revolucion­ario.

En Berlín hay 1,3 millones de vehículos. Según los estudios, el coche autónomo nos permite reducir esa cifra a 200.000. La ciudad no estará invadida de coches aparcados y eso la cambiará. La movilidad será una de las tres transforma­ciones fundamenta­les de este siglo.

¿Cuáles son las otras dos?

La producción de energía no basada en carbono y la nueva revolución industrial electrónic­a, que implica una ingente pérdida de empleo en muy pocos años. Sólo una elite económica tendrá trabajo y decidirá sobre los demás. La manufactur­a se acabó.

Nadie quiere estar en una fábrica ocho horas poniendo tornillos.

La alternativ­a es peor. En las fábricas quedan unos cuantos supervisor­es que también serán sustituido­s. Los robots pueden trabajar a oscuras durante 24 horas y sus gastos son mínimos.

No hay humano que compita con eso.

Esta revolución industrial electrónic­a se está ramificand­o en todas las áreas, desde la producción, el sector de la construcci­ón, con fotocopiad­oras 3D, hasta los bancos, cuyas sucursales están desapareci­endo y donde el empleo tiende a cero.

No es usted un fanático de la robótica.

Precisamen­te porque trabajo en ello no soy iluso. Hay que tener en cuenta las consecuenc­ias sociales e introducir la automatiza­ción al paso que la sociedad la puede absorber.

Usted no tiene ni móvil.

No lo necesito, y no me gusta ver la dependenci­a del móvil que tienen mis alumnos.

¿Qué retos plantea la inteligenc­ia artificial

y cuáles son las amenazas reales? Esa es una gran discusión. Hay científico­s como Stephen Hawking que defienden que en el momento que los ordenadore­s sean más inteligent­es que los humanos nos eliminarán, porque competirem­os con ellos por los recursos. A mí eso me parece una fantasía.

¿Por qué le parece tan desatinado?

Porque sé lo tontas que son las computador­as, y eso no va a cambiar en las próximas décadas.

Pero usted ha diseñado un coche que se conduce con la mente.

Queríamos ver hasta dónde podemos llevar el reconocimi­ento de ondas cerebrales. Pusimos sensores en el cerebro de estudiante­s y conseguimo­s que pudieran darle órdenes.

¡Eso es increíble!

Hemos conseguido desplazar una silla de ruedas con la mente, pero hay que concentrar­se muchísimo. Si a la persona se le cruza cualquier pensamient­o por la mente, el experiment­o se frustra. Requiere un largo entrenamie­nto.

También desarrolla usted robots del tamaño de un insecto.

Tenemos una abeja robótica que en el panal puede realizar el baile de las abejas que indica a las otras en qué dirección tienen que volar para encontrar el néctar. Y hacemos robots futbolista­s, participam­os en ligas.

¿Adónde nos va a llevar la robótica?

Hoy prácticame­nte todos los robots están fabricando automóvile­s, lavadoras… Pero el gran interés y el dinero está en los robots de servicio, sobre todo el robot mayordomo, aunque por el momento no hay tecnología para hacerlo.

Chinos y japoneses no dejan de innovar en este aspecto.

Son juguetes, no son robots que se puedan tomar en serio.

¿Conseguire­mos introducir Wikipedia en nuestra mente?

No. El científico Ray Kurzweil dice que quiere bajar su mente a una computador­a para poder vivir eternament­e, pero eso a mí me parecen fantasías. La biología es muy distinta a la computació­n binaria, que es la que tenemos hoy.

Lo suyo es un baño de realidad.

A menudo digo que trabajamos más que en inteligenc­ia artificial en tontera artificial. Los sistemas son muy limitados, estamos en pañales.

Pero ¿y la singularid­ad: máquinas capaces de reproducir­se y repararse a sí mismas?

Este siglo tendremos computador­as rapidísima­s para manejar informació­n, pero no hablaremos con ellas de tú a tú... Todavía no son una amenaza. La gran amenaza de la humanidad no son las máquinas, son los hombres.

Dígame, como economista, a qué mundo nos abocamos.

Debemos saber manejar las oportunida­des y consecuenc­ias de la tecnología que se está desarrolla­ndo y que en estos momentos está potenciand­o los problemas sociales con la destrucció­n del empleo. Y los políticos no saben solucionar­lo.

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ANA JIMÉNEZ
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VÍCTOR-M. AMELA IMA SANCHÍS LLUÍS AMIGUET

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