Los kurdos no se fían de Bagdad
Grandes recelos en el Kurdistán ante la llegada de 30.000 soldados iraquíes para la campaña de Mosul
La llegada de miles de soldados iraquíes al Kurdistán, dentro de la operación para reconquistar Mosul, ha creado mucha inquietud entre la población local. El ejército de Bagdad está formado mayoritariamente por chiíes y desde la dictadura de Sadam Husein acumula una larga lista de matanzas contra los kurdos.
Kawar, un kurdo que trabaja en la oenegé Springs of Hope (SOH) en el campo de refugiados yazidí de Sharia –situado a pocos kilómetros de Mosul–, declaró ayer a
La Vanguardia por teléfono: “La tensión es muy alta, ya que la presencia de soldados del Gobierno central de Bagdad en el Kurdistán autónomo no tiene precedentes en los últimos años. Disponen, además, de armamento y equipos logísticos proporcionados por la coalición internacional que lidera EE.UU.”.
Hace meses que Washington cerró una alianza entre el Gobierno kurdo de Irbil y Bagdad para que sus respectivas fuerzas armadas colaboraran en la lucha contra el Estado Islámico.
Esta alianza se ha plasmado en la base situada en Makmur, al sur de Irbil, donde kurdos, iraquíes y estadounidenses dirigen la ofensiva sobre la ciudad de Mosul.
Kawar, aun así, a pesar de este pacto, recela del armamento que acompaña ahora al ejército iraquí y que incluye carros de combate y artillería estadounidense, una fuerza más que suficiente para ocupar, si esa fuera la intención, la región autónoma del Kurdistán, que lleva años funcionando como un Estado semiindependiente.
Saad, uno de los directores del campo de Sharia, explicó que parte de los combatientes del Estado Islámico, especialmente los extranjeros, han huido hacia Siria al ser conscientes de que la ofensiva será demoledora. Barkat Shemo, líder yazidí, añadió que algunos se llevaron consigo a las esclavas sexuales yazidíes que mantenían presas en el mercado de Mosul.
Lisa Miara, una israelí que encabeza la fundación SOH, trabaja para abrir un hospital psiquiátrico en Dahuk, localidad bajo control kurdo cerca de Mosul. Quiere atender a las mujeres, muchas de ellas adolescentes, que sobrevivieron a la trata de esclavas en Mosul y Raqa pero a costa de un enorme desgaste psicológico.
Fuentes de Irbil afirmaron a este diario que los más de 30.000 soldados iraquíes en zona kurda, a pesar de los recelos, han sido recibidos con arroz y dulces.
Las fuerzas kurdas están formadas por unos 4.000 peshmergas, muchos de ellos recién movilizados de la reserva. El pasado invierno, en medio de una grave crisis financiera en el Kurdistán, dejaron de luchar porque no cobraban. Toda la administración colgó de un alambre durante meses por falta de fondos.
La crisis tenía su origen en el colapso del acuerdo sobre el petróleo, que Bagdad y Irbil firmaron en el 2014. El Kurdistán tendría derecho al 17% de los ingresos del petróleo a cambio de que cada día transfiriera medio millón de barriles. Bagdad, sin embargo, dejó de pagar alegando que los kurdos no enviaban el crudo y estos dejaron de enviarlo porque decían que el Gobierno central no pagaba.
Estas disputas parecen ahora aparcadas ante la ofensiva contra los yihadistas, pero lo más normal es que afloren de nuevo cuando caiga Mosul. Los kurdos, al igual que los chiíes, intentarán vengarse de una población mayoritariamente suní. Un anticipo de lo que puede pasar nos lo dio un peshmerga: “Tendremos que actuar con mano dura contra las autoridades locales. Estamos seguros de que para mantenerse en sus puestos han colaborado a fondo con el EI”.
“La tensión es muy alta, aquí no ha habido soldados de Bagdad desde hace años”, dice Kawar Algunos yihadistas extranjeros han huido a Raqa, llevándose a las esclavas sexuales de Mosul