La Vanguardia

Crespo dice que el caso Gürtel es un montaje del juez Garzón contra el PP

- JOSÉ MARÍA BRUNET Madrid

Un montaje. Esto es el caso Gürtel para Pablo Crespo, el segundo del cabecilla de la red, Francisco Correa. La declaració­n de Crespo fue una completa negación de hechos. Él no hizo nada ni sabía nada de los negocios ilícitos de su exjefe. Es cierto que le ayudaba en todo, pero como un mero ejecutor de sus órdenes, según sus manifestac­iones. Y si en algún momento hubo base –y desde luego que la hubo– para sentarle en el banquillo, fue porque el exjuez Garzón le sacó las tripas –es decir, las confesione­s– después de tenerle tres días en un calabozo inmundo, que “parecía de la edad media”. Todo ello, además, en un ambiente enrarecido en las relaciones entre el Gobierno socialista de la época y el PP, lo que le llevó a decir que dio crédito a los rumores de que Rubalcaba, entonces ministro del Interior, había organizado un grupo policial para buscarle las vueltas y trapos sucios a los populares.

Hasta aquí, en esencia, el contenido de la declaració­n de Crespo ayer en la Audiencia Nacional. Unas manifestac­iones que en todo momento parecieron estar muy preparadas, con la perspectiv­a que da el tiempo. Y la ayuda del propio Correa, quien a lo largo de su declaració­n ya asumió en bloque la responsabi­lidad por los delitos cometidos en la gestión de las empresas de Gürtel, al afirmar que sus empleados y trabajador­es se limitaron a seguir sus instruccio­nes. Crespo, en todo caso, fue algo más. Fue hombre de confianza del cabecilla de la red.

Es cierto que los antiguos calabozos de la Audiencia Nacional eran muy deficiente­s, según reconocían los propios jueces, antes de las recientes obras de remodelaci­ón. Y también lo es que las escuchas de Garzón le costaron su inhabilita­ción como juez. Pero a partir de ahí, si Crespo tiene que comparecer como acusado en el juicio de Gürtel no es sólo por las circunstan­cias de su detención y puesta a disposició­n judicial. El acusado dijo ayer que el exjuez le tuvo detenido y esperándol­e tres días mientras estaba “cazando”, un episodio que también dio mucho que hablar en su momento. Pero frente a ello está toda la documentac­ión recogida por la Fiscalía Anticorrup­ción. Ahí figuran muchos contratos presuntame­nte irregulare­s. Por la gestión de estas relaciones comerciale­s con las administra­ciones públicas, la Fiscalía solicita para Crespo un total de 85 años de prisión, acusándole de más de diez delitos.

Rubalcaba, a su vez, replicó ayer a Crespo con una cita de Borges. “El rencor de un hombre tan minuciosam­ente vil –escribió el exministro en Twitter– importa un elogio”.

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EMILIO NARANJO / EFE Pablo Crespo

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