¡Pedrooooo!

El PSOE nació en el siglo XIX, se consolidó en el XX y aún no se ha enterado de que ya empezó el XXI

Apesar de que el grito huracanado de Penélope Cruz estaba dirigido a otro Pedro, es posible que se haya oído por los aledaños de la calle Ferraz. Y no precisamente como expresión de euforia, no en vano Pedro Sánchez ha conseguido indignar a toda la cúpula socialista. Su paso adelante, con fanfarria y altavoz, ha caído como una piedra en esos estómagos que lo aguantan todo –dormir con el enemigo, tragarse la corrupción– menos al niño que les señala la desnudez. Y desnudos de atributos están, hoy por hoy, los reyes del socialismo.

Pedro Sánchez, pues, ha plantado su bandera, arropado por la heroicidad ganada, y, con las cartas boca arriba empieza el juego. En este punto inicial de la partida, algunas consideraciones cogidas con pinzas, so pena de errar el tiro cuando se desaten los previsibles tsunamis. La primera es evidente: tiene toda la razón cuando reclama una reinvención de su partido, tan venerable como oxidado y sometido a la autarquía de unas jerarquías blindadas y desprestigiadas que le han dejado la credibilidad por los suelos. Lo de aquella militante valenciana del programa de Évole: “En esta foto del PSOE no quiero estar”. El socialismo español nació en el XIX, se consolidó en el XX y aún no se ha enterado de que está en el siglo XXI, tan pesado en su estructura de poder como alejado de las nuevas políticas que reclaman los nuevos tiempos. O el PSOE lleva a cabo una seria catarsis o se hará el harakiri. Mal le irá si los barones y sultanas continúan imponiendo su ley, sin otro mandato que el de un poder aislado de la calle y sometido a intereses ajenos. El diagnóstico de Sánchez, en este punto, es el mismo que el de la militancia desconcertada y decepcionada, que hoy abunda en el socialismo.

Sin embargo, con el diagnóstico certero, ¿está acertando en el discurso? Y, más aún, ¿será Pedro la persona indicada para liderar este difícil tránsito, incluso si supera los previsibles obstáculos que pondrá la dirección, empeñada en despeñar el intento? Según lo visto en la entrevista de Salvados, las dudas arrecian y lo hacen a pesar de sus virtudes. Sánchez es un hombre honesto, es valiente y está motivado. Sin embargo, mostró algunas debilidades que pueden ser letales: por ejemplo, su precipitación en cambiar de relato respecto de Catalunya y de Podemos, poco creíble dados los antecedentes. O antes no tenía ni idea, y malo, malo, o ha hecho un viraje oportunista, lo cual es peor. ¿Descubre ahora que somos una nación? ¿Descubre que detrás de Podemos hay base social? ¿O sólo necesita cariño? Buf en los tres casos. Además, se mostró imbuido del halo de los héroes, y en política un héroe es un símbolo pero nunca un activo. Y, finalmente, mostró la tristeza propia del martirio, lo cual aguanta un tiempo pero después resulta una pesada carga. Más que líder, parecía un santo y, en la religión de la política, eso es un sacrilegio.