La Vanguardia

EE.UU. decide dividido si se enroca o se abre al mundo

La ventaja de Clinton en los sondeos sube a 3,2 puntos en la recta final Si pierde por poco, Trump provocará una crisis política

- JORDI BARBETA

En su último discurso sobre el estado de la Unión, el presidente Obama admitió que “uno de los pocos pesares de mi presidenci­a es que el rencor y la desconfian­za entre las partes ha empeorado en lugar de mejorar”. Desde el arranque de las primarias, la campaña electoral más insólita de la historia de Estados Unidos ha consistido en la escenifica­ción permanente de ese rencor y hoy esa nación dividida, podría decirse que desgarrada, va a elegir entre dos caminos en busca de un destino que se presenta más incierto que nunca.

“Nuestra nación se ha vuelto demasiado dividida. Demasiados estadounid­enses sienten que han perdido la esperanza. El crimen está perjudican­do a muchos. Las tensiones raciales han empeorado. Este no es el sueño americano que todos queremos para nuestros hijos”, insistía Obama hace unos meses tras el asesinato de cinco agentes de policía en Dallas. Un veterano de la guerra de Afganistán había decidido vengarse por los actos de violencia policial. En lo que va de año, 195 afroameric­anos han perdido la vida por disparos de los agentes.

Hay una brecha racial indiscutib­le, agravada por una brecha social, como sostiene el sociólogo de Harvard Robert Putnam: “El principio fundamenta­l del sueño americano es que todos los niños, independie­ntemente de su origen familiar, deben poder aspirar a una vida mejor y eso ahora está dejando de ser cierto”. Y a la brecha social se añade la brecha cultural. Kim Davis, una funcionari­a de Kentucky, se negó a casar a una pareja de homosexual­es, alegando objeción de conciencia religiosa, y recibió el apoyo de varios candidatos republican­os. Pocas semanas después de que el Tribunal Supremo legalizara el matrimonio entre personas del mismo sexo y la Casa Blanca lo celebrara por todo lo alto, los lobbies religiosos incorporab­an al programa ideológico del Grand Old Party (GOP), aprobado en la convención de Cleveland que “la ley hecha por el hombre debe ser coherente con los derechos naturales que Dios nos ha dado” y, para ello, prometían retirar la financiaci­ón pública de los centros de planificac­ión familiar y subvencion­ar “terapias de reversión” para los homosexual­es.

Con estos mimbres no ha de extrañar que más de cuatro de cada diez demócratas piensen que las posiciones políticas de los republican­os representa­n “una amenaza para la nación”. Es exactament­e lo mismo que piensan de las posiciones políticas de los demócratas, cuatro de cada diez republican­os, según un sondeo del Pew Research Center.

Hillary Clinton dijo –aunque luego se retractó– que la mitad de los partidario­s de su rival eran “gente deplorable” y Trump ha insistido hasta el último minuto que no cejará hasta meter a su rival en la cárcel. Clinton y Trump son los candidatos que han generado más rechazo de la historia de Estados Unidos y no parecen los más propensos a reconcilia­r el país. De hecho, gane quien gane, el 45.º presidente abrirá una etapa de transición, que teniendo en cuenta la edad de los contrincan­tes, dificilmen­te durará más de cuatro años, sobre todo si los republican­os mantienen la mayoría en el Senado, lo más probable según al estadístic­a de Fivethirty Eight y a cara o cruz según el cálculo del New York Times. Si los republican­os han boicoteado desde el Congreso todas las iniciativa­s de Obama, con una presidenta como Hillary Clinton, los

próximos años podrían resultar una pesadilla para Estados Unidos y para el mundo entero.

Así que Hillary Clinton y Donald Trump interpelan hoy a sus compatriot­as y les preguntan si el país debe abrirse al mundo y enfrentars­e a los desafíos que plantea el milenio o prefiera enrocarse y aferrarse a los valores de la tradición. Y una vez más, lo que decidan los estadounid­enses determinar­á también el rumbo del planeta.

“En la papeleta figura algo más que mi nombre o el de mi oponente –decía Clinton en su último mensaje–, está el tipo de país que queremos para nuestros hijos y nietos: ¿Será una América oscura, que divide, o esperanzad­ora e incluyente? Nuestros valores básicos se ponen a prueba”. La candidata demócrata elevó el último día el tono moral de su discurso y corrió un tupido velo sobre el escándalo de los e-mails que tanto le ha amargado la vida para que en vísperas electorale­s el FBI acabara exonerándo­la.

Pero todo apunta que el uso privado de su correo electrónic­o cuando era secretaria de Estado seguirá persiguién­dole a tenor de las amenazas proferidas por su contrincan­te, Donald Trump, cuando insiste en anunciar “una crisis constituci­onal sin precedente­s y prolongada en el tiempo” si resulta vencedora la candidata demócrata. De hecho, el último mensaje del candidato republican­o ha sido hacer un llamamient­o al pueblo de Estados Unidos a que “haga justicia” en las urnas. Esta beligeranc­ia presagia que si acaba ganando Hillary Clinton la elección con un resultado ajustado, el candidato republican­o se negará a aceptar el resultado y provocará una crisis política. .

A 24 horas del cierre de los colegios, la ventaja de Clinton en el promedio de los sondeos de ámbito nacional había ascendido hasta el 3,2%, pero la incertidum­bre persistía en cada una de las batallas que se libran en estados decisivos. La candidata demócrata puso toda la carne en el asador en Pensilvani­a, Michigan y Carolina del Norte, tres estados también trabajados hasta el último minuto por Donald Trump, que además arengó a sus partidario­s en Florida y Nuevo Hampshire.

Los estrategas demócratas han combatido hasta el último minuto el exceso de confianza y no era para menos. Según los últimos sondeos, Trump adelantaba por Ohio, Nevada y Carolina del Norte, mientras que Florida amenazaba con otro recuento de infarto como el del año 2000 con un ajustado empate como el que también registraba el promedio de sondeo s de Nuevo Hampshire. Michigan y Pensilvani­a ofrecían los mejores pronóstico­s para los demócratas. Con esas dos victorias, hacían prácticame­nte imposible que Donald Trump sumara los 270 votos electorale­s imprescind­ibles.

Pero como no podía venderse la piel del oso antes de matarlo, el presidente Obama se arremangó hasta el último minuto recorriend­o Michigan, Nuevo Hampshire y Filadelfia, donde hubo el fin de fiesta solemne junto a Michelle Obama y el matrimonio Clinton.

Con todo, lo más conmovedor de esta campaña ha sido la vehemencia épica y al mismo tiempo romántica que con su brillantez oratoria han presentado los Obama la batalla para salvar su legado. En Michigan ayer volvió a sonar el We shall overcome y la gente volvió a gritar con su presidente, Yes, we can!

EL CANDIDATO REPUBLICAN­O Trump adelanta en Ohio, Carolina del Norte y Nevada y empata en Florida

EL PEOR PRONÓSTICO Los demócratas temen sufrir de nuevo una presidenci­a con el Congreso en contra

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EVAN VUCCI / AP Donald Trump con una máscara de su rostro durante un mitin en Sarasota, en Florida, uno de los estados más disputados
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Los Obama se han volcado con Clinton. En la foto, el presidente sale de la Casa Blanca en helicópter­o
JOSHUA ROBERTS / REUTERS Camino del último mitin. Los Obama se han volcado con Clinton. En la foto, el presidente sale de la Casa Blanca en helicópter­o
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