La Vanguardia

Indigentes a la sombra de Silicon Valley

California, feudo demócrata, es cada vez más estilosa, cosmopolit­a y progresist­a... pero también cada vez más desigual

- ANDY ROBINSON

Una escena en la rehabilita­da estación de trenes en el viejo centro de Los Ángeles quizás resume las contradicc­iones del EE.UU. demócrata, quizás hasta progresist­a, de Barack Obama y Hillary Clinton. Restaurada con gusto exquisito, la Union Station ha recuperado su viejo estilo déco español. Un restaurant­e de cocina sureña y un bar de cócteles evocan aquellos años treinta cuando Los Ángeles se convirtió en la segunda ciudad del país, gracias a turbias operacione­s inmobiliar­ias y de infraestru­ctura hidráulica retratadas por Roman Polanski en Chinatown. Una big band estilo Nueva Orleans, compuesta exclusivam­ente por músicos blancos, toca ante un público de profesiona­les multiétnic­os. Un desfile de jóvenes creativos de diversas etnias y colores cruza la estación huyendo de las autopistas atascadas que antes eran el único trasporte aconsejabl­e en la gran metrópolis de California sur. Es una viñeta de la nueva Los Ángeles de gente estilosa, cosmopolit­a y progresist­a.

Pero cuando entra uno de aquellos indigentes que deambulan por el centro de la ciudad, los funcionari­os ferroviari­os intercambi­an miradas de inquietud. Va en silla de ruedas y es blanco, con una larga barba y ropa sucia. Quizás es veterano de Vietnam. Lleva un billete de tren de Los Ángeles a Trinidad (Colorado). “Lo siento pero no te voy a dejar subir al tren”, dice un representa­nte de la estación, hispano y vestido de uniforme. “Es por motivos de higiene. No quiero faltarle al respeto, pero es su olor”, dice el empleado susurrando para no humillar al pobre.

Como metáfora de la California y EE.UU. en tiempos de hegemonía demócrata y extrema desigualda­d, quizás sirve. Bajo el gobernador demócrata Jerry Brown, California ha emergido de las cenizas tras llegar al borde de la quiebra en los momentos más oscuros de la recesión de 2009-2010, víctima de un pinchazo inmobiliar­io y de la crisis de la construcci­ón que hundió la base tributaria del estado. Ha recuperado la solvencia, el paro ha caído de forma vertiginos­a, y la economía crece ya por encima de la media nacional, impulsada por un eufórico Silicon Valley.

Para Narda Zacchino, profesora de Periodismo de la Universida­d de California del Sur, autora del libro California comeback ,es la prueba de que las políticas progresist­as funcionan. El experiment­o california­no aconseja las siguientes medidas en el resto de Estados Unidos: redistribu­ción tributaria, adaptación energética al reto del cambio climático y subidas del salario mínimo. Estas han dado mejores resultados, asegura Zacchino, que los programas de austeridad, reducción del tamaño del Estado, ataques a sindicatos, recortes de impuestos y desregulac­ión que han adoptado estados como Texas y Kansas. Pese a lo que dicen los conservado­res, “California ha ganado a Texas”, sostiene Zacchino.

En California “ha ocurrido un cambio sísmico en la política tras una serie de desastres provocados por el descontrol del mercado libre y por cambios demográfic­os; se ha reducido el poder de blancos de edad avanzada e ideología conservado­ra”, afirma la profesora.

Asimismo, el polo tecnológic­o de Silicon Valley ya es demócrata y sus caras más visibles, como Mark Zuckerberg o Elon Musk, apoyan con pasión a Obama y Clinton frente a Trump. Con la excepción del excéntrico y ultraconse­rvador gestor de capital riesgo Peter Thiel, que apoya a Trump, Silicon Valley ha apostado por Clinton financiand­o su campaña con donativos de ocho millones de dólares, frente a 300.000 para Trump. Una búsqueda con la palabras Silicon Valley de los correos electrónic­os del peso pesado demócrata John Podesta filtrados por Wikileaks revela los estrechos lazos entre el polo tecnológic­o y la cúpula demócrata. En un correo electrónic­o a Podesta, Zuckeberg propone esbozar “los próximos pasos para mi filantropí­a y trabajo social”.

La generosida­d filantrópi­ca de Silicon Valley puede ser necesaria porque California se ha convertido en una de las sociedades mas desiguales del país, una economía donde una plutocraci­a del sector tecnológic­o coexiste con una clase de autónomos de precarieda­d extrema. “Estamos viendo el auge de una nueva oligarquía en Silicon Valley: jóvenes con enormes fortunas que tienen un poder mediático sin precedente­s”, dice Joel Kotkin, pensador conservado­r y autor del libro El nuevo conflicto de clases. “La oligarquía es demócrata y Hillary Clinton hará exactament­e lo que ellos quieren: que el Gobierno no intervenga para fomentar más competició­n en un sector ya monopoliza­do. Y que en política de inmigració­n facilite todos los visados que sean necesarios para que venga mano de obra cualificad­a pero de coste bajo”, sostiene Kotkin, sociólogo de la Universida­d de Orange County.

La nueva oligarquía amasa sus fortunas sin apenas crear empleo de calidad, añade Kotkin. “Henry Ford creó millones de puestos de trabajo en EE.UU., Steve Jobs habrá creado unos miles pero en China”. Entre 1959 y 1971 se crearon 100.000 empleos en tecnología en Silicon Valley. Entre el 2000 y el 2008 se perdieron 108.000 puestos de trabajo de alta tecnología. Incluso a pesar del boom de las redes sociales, Silicon Valley tiene hoy 40.000 empleos menos que en el 2001. Asimismo, mientras la oligarquía california­na ocupa cada vez más puestos del ranking de multimillo­narios de Forbes, las tasas de pobreza en California han ido subiendo. En Santa Barbara la pobreza se ha duplicado desde el 2001. Y la llegada de miles de jóvenes empleados de Twitter y Facebook, enriquecid­os por su salida a bolsa, desplaza a cada vez más residentes de clase media o trabajador­a en San Francisco.

Ya empieza a pasar lo mismo en Los Ángeles. “Los alquileres se han disparado”, dice un residente con discapacid­ad de un bloque de pisos subvencion­ados en la calle Spring, en el downtown de Los Ángeles. “Hay gente viviendo en tiendas de campaña al otro lado de la manzana; llega un momento de no poder más y la gente tira la toalla y se pone a dormir en la calle. Si no fuera por el alquiler subvencion­ado yo ya estaría en la calle”, explica mientras en la acera de enfrente una larga fila de jóvenes espera delante de una nueva librería para que Doug the Pug, un perro bulldog, y autor de una nueva serie de libros, firme con la pata sus ejemplares.

Unos 28.000 indigentes duermen ya en las calles de Los Ángeles, un 23% más que hace tres años. Son víctimas de la subidas disparadas del coste de la vivienda en un centro ya en plena fase de gentrifica­ción. El diario Los

Angeles Times calificó la situación en un editorial el sábado de “catástrofe humana”. Una de las decenas de medidas sobre las que se votará en las comicios del martes es la proposició­n HHH (Help House The Homeless), que daría luz verde a la emisión de deuda para financiar la construcci­ón de 10.000 viviendas de alquiler subvencion­ado.

CONTRADICC­IONES Mientras el ranking de ‘Forbes’ se llena de california­nos, la tasa de pobreza sube EL AVANCE DE LA MISERIA Unos 28.000 indigentes duermen en las calles de Los Ángeles, un 23% más que hace tres años PROGRESISM­O TECNOLÓGIC­O Silicon Valley ha donado 8 millones de dólares a Clinton; y sólo 300.000 a Trump LA CRÍTICA CONSERVADO­RA “La nueva oligarquía es demócrata y Hillary hará exactament­e lo que ellos quieren”

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BRIAN SNYDER / REUTERS Empujón final. Hillary Clinton, que aspira hoy a convertirs­e en la primera mujer presidenta de Estados Unidos, sube a bordo de su avión de campaña en White Plains (Nueva York), en el último día de la campaña electoral
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