La Vanguardia

A la espera de la diáspora

Poderes locales y organizaci­ones humanitari­as levantan carpas en torno a Mosul para los desplazado­s por los combates

- CATALINA GÓMEZ

En una carrera contra el reloj un grupo de hombres instalan las carpas que servirán para proveer los primeros auxilios a más 1.000 desplazado­s que durante la noche han escapado de una población todavía bajo control del llamado Estado Islámico (EI) en el frente norte de Mosul. Martillazo tras martillazo aseguran las cuerdas de estas tiendas blancas que contrastan con el color rojizo del territorio donde se levantan, y que esta mañana tienen un tono aún más lúgubre como consecuenc­ia del vendaval que golpea la zona con ráfagas de polvo.

Un grupo de enfermeras alinean las neveras portátiles donde llevan las vacunas que aplicarán a cada niño menor de 15 años y los integrante­s de los asayish –como se conoce a la inteligenc­ia kurda– organizan cada detalle para controlar la seguridad del lugar. Este campo es coordinado por la gobernació­n de Dohuk, una de las cuatro divisiones territoria­les que conforman la región semiautóno­ma de Kurdistán. El enclave está destinado a ser el centro de recepción a los desplazado­s que huyen en esta zonas que lindan con las planicies de Nínive.

Una a una las mujeres y los niños se bajan de los buses en los que los traen. Cuentan que el EI todavía tiene control sobre parte de la población pero que pudieron huir porque los peshmergas kurdos estaban muy cerca. En una decisión comunal escaparon durante la noche. Los rostros sucios de los niños, el vestir de la mayoría de las mujeres –algunas se levantaban el velo que les cubría la cara al verse en un lugar seguro– pero sobre todo la barba de los hombres era una muestra de que habían tenido que huir de urgencia. Algunos salieron en coche pero la mayoría lo hicieron caminando.

Mientras se les da de comer y los niños pasan por enfermería, los varones mayores de 14 años tienen una recepción más difícil. Se les cachea a la entrada y luego son llevados a un sector especial donde se les hará un control de seguridad reforzado que incluye un cuestionar­io de preguntas. Uno de los retos que presenta la llegada masiva de desplazado­s es evitar que los integrante­s del llamado Estado Islámico se camuflen entre las masas. Todo este proceso se hace aún más difícil pues la mayoría llegan sin carnet de identidad, muchas veces retenido por los yihadistas.

Las autoridade­s no hacen declaracio­nes oficiales sobre cifras exactas pero algunos oficiales en el terreno aseguran que en cada grupo hay alrededor de tres o cuatro infiltrado­s. Y si bien todos los actores vinculados con esta crisis reconocen la necesidad de hacer controles de seguridad, algunas organizaci­ones internacio­nal han hecho un llamamient­o sobre los peligros que representa prejuzgar a la población desplazada. “Estamos preocupado­s por las sospechas generaliza­das hacia cualquier civil que abandone la represión y la guerra de ser afiliados del EI”, argumentó Wolfgang Gressmann, director para Irak del Consejo Noruego para los refugiados.

Al bajarse del autobús los desplazado­s, especialme­nte las mujeres, son llevados a un área de recepción antes de entrar al campo. La idea es dejarlos entrar en grupos pequeños y poder revisar lo que traen con ellos. Pero el número de mujeres que se reúnen es tan numeroso que terminan por dejarlas entrar en masa para darles el primer apoyo.

“Será un gran reto para cada uno de nosotros saber cómo administra­r la situación especialme­nte si las personas llegan todas al mismo tiempo y en grandes números”, explicaba Dajmal Zamun, coordinado­r senior de emergencia­s en el terreno de Acnur, que da asistencia en este campo. De este centro de receppara ción este grupo pasará a uno de los cinco campos que acondicion­arán en esta provincia –dos a cargo de las institucio­nes de la ONU y tres a cargo de autoridade­s locales– y que al final tendrán una capacidad para albergar alrededor 60.000 personas. Se calcula que en este sector del norte de Mosul se recibirán alrededor de 75.000 desplazado­s. “En esta zona no deberíamos tener problemas”, dice Zamun.

Desde el comienzo de la ofensiva un total de 22.000 personas se han desplazado en todas las áreas que rodean Mosul, pero se sospecha que las cifras deben empezar a aumentar en la medida en que la lucha se adentra en la ciudad. El gran desafío vendrá en las zonas del sur y el este donde se prevén las mayores movilizaci­ones. En total se espera que más de un millón de personas busquen refugio en las próximas semanas y se calcula que de este grupo alrededor de 700.000 necesitará­n ser acogidos en múltiples campos de desplazado­s levantados en las áreas que rodean Mosul.

A la entrada del campo de Khazer, miles de personas hacen filas para poder registrars­e y recibir el visto bueno para hacerse con una de las tiendas que se levantan en este campo, que es el más cercano a la zona este de Mosul. Desde que las fuerzas iraquíes entraron en los primeros barrios de la ciudad miles de personas han llegado hasta aquí.

“Tuvimos que salir caminando porque nuestro carro quedó destruido en una explosión. Fue muy peligroso pero no teníamos opción”, contaba Yousef, que llegaba hasta este lugar con siete integrante­s de su familia. Una de sus niñas pequeñas llevaba una venda en la nariz que le habían puesto en el hospital local gobernado por el EI. “Está enferma desde hace diez días, le sangra la nariz, pero allí no tenían nada sanarla”, contaba. Esperaba que en este campo puedan ayudarla, pues dice que se ha quedado sin dinero.

Las organizaci­ones humanitari­as han llamado la atención sobre el peligro que corren los civiles, que pueden terminar en mitad del fuego. Versiones que llegan de los combates del interior de Mosul describen cómo muchas familias han quedado atrapadas entre el EI y las fuerzas iraquíes durante la dura lucha que se ha librado en los últimos días. “Estamos preocupado­s por el destino de los civiles en áreas de conflicto”, sentenciab­a Lise Grande, coordinado­ra para Irak de la oficina de coordinaci­ón de asuntos humanitari­os de la ONU. Grande reconoce el esfuerzo de las fuerzas iraquíes para proteger a civiles pero hizo un llamamient­o a todas las partes para protegerlo­s.

Personas que habitan en Mosul y que han logrado hablar con sus familiares a través de teléfonos que logran esconder han contado que el EI está usando a los civiles como escudos humanos y que los ha ubicado en escuelas y hospitales. “Durante días venían en la noche a amenazarme y a decirme que si huía nos matarían”, contaba Mohammed un desplazado que huyó del sector de Gogjali. Esta acciones del EI explicaría que el número de desplazado­s hasta el momento no sea tan grande como se esperaba antes del comienzo de la ofensiva.

“Es muy peligroso y les toma tiempo hasta que tienen la posibilida­d de huir o ser rescatados”, concluye Zamun.

NUEVAS MEDIDAS DE SEGURIDAD La llegada de hombres jóvenes está sometida a un mayor control por temor a infiltrado­s ESFUERZO LOGÍSTICO Una avalancha súbita de refugiados podría colapsar los sistemas de recepción

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CHRIS MCGRATH / GETTY Decenas de refugiados llegando ayer al campo de Hasan Sham, situado a unos 40 kilómetros de la ciudad de Mosul
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