A la espera de la diáspora
Poderes locales y organizaciones humanitarias levantan carpas en torno a Mosul para los desplazados por los combates
En una carrera contra el reloj un grupo de hombres instalan las carpas que servirán para proveer los primeros auxilios a más 1.000 desplazados que durante la noche han escapado de una población todavía bajo control del llamado Estado Islámico (EI) en el frente norte de Mosul. Martillazo tras martillazo aseguran las cuerdas de estas tiendas blancas que contrastan con el color rojizo del territorio donde se levantan, y que esta mañana tienen un tono aún más lúgubre como consecuencia del vendaval que golpea la zona con ráfagas de polvo.
Un grupo de enfermeras alinean las neveras portátiles donde llevan las vacunas que aplicarán a cada niño menor de 15 años y los integrantes de los asayish –como se conoce a la inteligencia kurda– organizan cada detalle para controlar la seguridad del lugar. Este campo es coordinado por la gobernación de Dohuk, una de las cuatro divisiones territoriales que conforman la región semiautónoma de Kurdistán. El enclave está destinado a ser el centro de recepción a los desplazados que huyen en esta zonas que lindan con las planicies de Nínive.
Una a una las mujeres y los niños se bajan de los buses en los que los traen. Cuentan que el EI todavía tiene control sobre parte de la población pero que pudieron huir porque los peshmergas kurdos estaban muy cerca. En una decisión comunal escaparon durante la noche. Los rostros sucios de los niños, el vestir de la mayoría de las mujeres –algunas se levantaban el velo que les cubría la cara al verse en un lugar seguro– pero sobre todo la barba de los hombres era una muestra de que habían tenido que huir de urgencia. Algunos salieron en coche pero la mayoría lo hicieron caminando.
Mientras se les da de comer y los niños pasan por enfermería, los varones mayores de 14 años tienen una recepción más difícil. Se les cachea a la entrada y luego son llevados a un sector especial donde se les hará un control de seguridad reforzado que incluye un cuestionario de preguntas. Uno de los retos que presenta la llegada masiva de desplazados es evitar que los integrantes del llamado Estado Islámico se camuflen entre las masas. Todo este proceso se hace aún más difícil pues la mayoría llegan sin carnet de identidad, muchas veces retenido por los yihadistas.
Las autoridades no hacen declaraciones oficiales sobre cifras exactas pero algunos oficiales en el terreno aseguran que en cada grupo hay alrededor de tres o cuatro infiltrados. Y si bien todos los actores vinculados con esta crisis reconocen la necesidad de hacer controles de seguridad, algunas organizaciones internacional han hecho un llamamiento sobre los peligros que representa prejuzgar a la población desplazada. “Estamos preocupados por las sospechas generalizadas hacia cualquier civil que abandone la represión y la guerra de ser afiliados del EI”, argumentó Wolfgang Gressmann, director para Irak del Consejo Noruego para los refugiados.
Al bajarse del autobús los desplazados, especialmente las mujeres, son llevados a un área de recepción antes de entrar al campo. La idea es dejarlos entrar en grupos pequeños y poder revisar lo que traen con ellos. Pero el número de mujeres que se reúnen es tan numeroso que terminan por dejarlas entrar en masa para darles el primer apoyo.
“Será un gran reto para cada uno de nosotros saber cómo administrar la situación especialmente si las personas llegan todas al mismo tiempo y en grandes números”, explicaba Dajmal Zamun, coordinador senior de emergencias en el terreno de Acnur, que da asistencia en este campo. De este centro de receppara ción este grupo pasará a uno de los cinco campos que acondicionarán en esta provincia –dos a cargo de las instituciones de la ONU y tres a cargo de autoridades locales– y que al final tendrán una capacidad para albergar alrededor 60.000 personas. Se calcula que en este sector del norte de Mosul se recibirán alrededor de 75.000 desplazados. “En esta zona no deberíamos tener problemas”, dice Zamun.
Desde el comienzo de la ofensiva un total de 22.000 personas se han desplazado en todas las áreas que rodean Mosul, pero se sospecha que las cifras deben empezar a aumentar en la medida en que la lucha se adentra en la ciudad. El gran desafío vendrá en las zonas del sur y el este donde se prevén las mayores movilizaciones. En total se espera que más de un millón de personas busquen refugio en las próximas semanas y se calcula que de este grupo alrededor de 700.000 necesitarán ser acogidos en múltiples campos de desplazados levantados en las áreas que rodean Mosul.
A la entrada del campo de Khazer, miles de personas hacen filas para poder registrarse y recibir el visto bueno para hacerse con una de las tiendas que se levantan en este campo, que es el más cercano a la zona este de Mosul. Desde que las fuerzas iraquíes entraron en los primeros barrios de la ciudad miles de personas han llegado hasta aquí.
“Tuvimos que salir caminando porque nuestro carro quedó destruido en una explosión. Fue muy peligroso pero no teníamos opción”, contaba Yousef, que llegaba hasta este lugar con siete integrantes de su familia. Una de sus niñas pequeñas llevaba una venda en la nariz que le habían puesto en el hospital local gobernado por el EI. “Está enferma desde hace diez días, le sangra la nariz, pero allí no tenían nada sanarla”, contaba. Esperaba que en este campo puedan ayudarla, pues dice que se ha quedado sin dinero.
Las organizaciones humanitarias han llamado la atención sobre el peligro que corren los civiles, que pueden terminar en mitad del fuego. Versiones que llegan de los combates del interior de Mosul describen cómo muchas familias han quedado atrapadas entre el EI y las fuerzas iraquíes durante la dura lucha que se ha librado en los últimos días. “Estamos preocupados por el destino de los civiles en áreas de conflicto”, sentenciaba Lise Grande, coordinadora para Irak de la oficina de coordinación de asuntos humanitarios de la ONU. Grande reconoce el esfuerzo de las fuerzas iraquíes para proteger a civiles pero hizo un llamamiento a todas las partes para protegerlos.
Personas que habitan en Mosul y que han logrado hablar con sus familiares a través de teléfonos que logran esconder han contado que el EI está usando a los civiles como escudos humanos y que los ha ubicado en escuelas y hospitales. “Durante días venían en la noche a amenazarme y a decirme que si huía nos matarían”, contaba Mohammed un desplazado que huyó del sector de Gogjali. Esta acciones del EI explicaría que el número de desplazados hasta el momento no sea tan grande como se esperaba antes del comienzo de la ofensiva.
“Es muy peligroso y les toma tiempo hasta que tienen la posibilidad de huir o ser rescatados”, concluye Zamun.
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