Dos frentes contra el cambio climático
REPRESENTANTES de doscientos países se reúnen desde ayer, y hasta mediados de la semana que viene, en la ciudad marroquí de Marrakech. Participan en la XXII cumbre climática de la ONU, cuyo objetivo es concretar los acuerdos alcanzados en París en diciembre del 2015. Entonces se dio un paso de gigante para limitar el calentamiento del planeta. Países como EE.UU. o China, que tanto se habían resistido a limitar las emisiones de gases, aceptaron trabajar coordinadamente para limitar a 2 grados el incremento de las temperaturas del planeta a finales del siglo. En los últimos meses, estos acuerdos han sido ratificados por alrededor de un centenar de países, entre los que, dicho sea de paso, todavía no está España. El camino que queda por delante es, pues, largo. Y lo más urgente es unificar los protocolos de actuación y, sobre todo, adoptar algunas medidas específicas de inmediata aplicación.
El objetivo siempre es el mismo: avanzar en las políticas que contribuyan a paliar los efectos del calentamiento del planeta. Eso tiene que ver, obviamente, con las restricciones que establezcan los mandatarios de los principales países emisores. Pero tiene que ver también, y mucho, con las políticas de ayuda que puedan articularse para asistir a los más necesitados.
El cambio climático y sus efectos son una evidencia innegable. Por ejemplo, para tantos agricultores que sufren sus efectos cosecha a cosecha. Por ello, la labor de la ONU y demás organismos internacionales que trabajan contra este fenómeno tiene dos frentes. Por una parte, perseverar en la concienciación de todos los habitantes del planeta, como un método necesario para presionar a los gobiernos y evitar que, dentro de unos pocos años, hayamos alcanzado una situación irreversible. Pero, por otra parte, conviene prestar auxilio allí donde los efectos del cambio climático son ya patentes y afectan, además de al futuro del planeta, a las posibilidades de supervivencia de los lugareños. En los últimos cuatro decenios, el porcentaje de lluvias ha disminuido hasta un 30% en diversas áreas de la Tierra, con las previsibles consecuencias para la agricultura. En sólo seis años (2008-2014), 22,5 millones de personas se han visto obligados a desplazarse debido a fenómenos naturales asociados al cambio climático. A todos ellos habría que darles medios para que mejoren la gestión del agua y el acceso a suministros y al crédito. Porque sólo así será posible combatir a corto plazo los efectos ya palpables del cambio climático, sin olvidar jamás que hay que seguir luchando, a escala global, para frenar el avance del calentamiento a medio y largo plazo.