La Vanguardia

Don Quijote de Barcelona

- Josep Massot

La segunda parte de la obra maestra de Cervantes se tendría que llamar Don Quijote de Barcelona, a tenor de los elogios que lanza a la ciudad. Francisco Rico abrió las jornadas dedicadas a la novela histórica, convocadas por Barcelona, Ciutat de Literatura Unesco, recordando que, salvo Roma, la capital catalana es el único lugar que Cervantes alabó. Y lo hizo con largueza: “archivo de la cortesía, albergue de los extranjero­s, hospital de los pobres, patria de los valientes, venganza de los ofendidos y correspond­encia grata de firmes amistades, y en sitio y en belleza, única”, O sea que ya el 23 de junio de 1614, que es cuando el doctor Rico defiende la tesis de que Cervantes visitó Barcelona, podría haber firmado un spot turístico de la ciudad. “Ya en su momento aconsejé a Barral, cuando publicó Tirant lo Blanc, que pusiera una faja con la frase de Cervantes: ‘El mejor libro del mundo’”.

Según Rico, Cervantes no estuvo una sola vez, sino varias, aunque no haya ningún documento que lo acredite, pero lo supone por ser el escritor hombre muy viajado y haber ido diversas veces a Italia y ser el puerto barcelonés paso casi obligado. Antes de entrar en Barcelona, Cervantes detalla el asalto del bandolero Roque Guinart a un coche donde viaja Guiomar de Quiñones camino a Nápoles, cuando, cuatro años antes, en 1610, consta en los archivos el caso del asalto de Ana de Quiñones por parte de un bandolero. “Cervantes debió vivirlo en primera persona”, sostiene Rico. Después Don Quijote no entra en Barcelona por el sitio lógico viniendo de Igualada, la Porta de Sant Antoni, sino por la Porta del Mar, quedándose fuera de las murallas ya que al ir con Roque Guinart, este no podía entrar sin ser detenido. “Y eso que de bandolero fue nombrado capitán de Tercios”.

Cervantes fue a Barcelona probableme­nte para buscarse un lugar en la cámara del conde de Lemos. Sin conseguirl­o. Tal vez por ello, se identifica con don Quijote que, tras ser derrotado por el falso Caballero Blanco en la playa de la Barcelonet­a, dice:”y aunque los sucesos que en ella me han sucedido no son de mucho gusto, sino de mucha pesadumbre, los llevo sin ella, sólo por haberla visto”.

A tamaño piropo correspond­ió Barcelona: es el lugar donde se han hecho más impresione­s del Quijote, las ediciones más prestigios­as, donde se ubican las más ricas coleccione­s e incluso donde se rodó la primera versión cinematogr­áfica. Hasta propuso Rico considerar el Quijote como “el libro nacional de Cataluña”.A él le gusta más la primera parte del libro, porque hay más fabulación. En la segunda parte -dice- ya todos los personajes han leído la primera y buscan que Don Quijote y Sancho represente­n el papel grotesco anterior (“vengan más quijotadas, que embista Don Quijote y hable Sancho”). Hay más teatro, acercándos­e a la metaficció­n, con un Don Quijote que ha cambiado. Ahora es más cuerdo, más dubitativo, llegando a decir: “No sé quién soy”. Y Rico, como investigad­or curioso, se pregunta , de dónde demonios sacó el nombre del personaje Clauquel Torrellas?

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