Tarjeta al tridente
Por segunda vez en un partido gordo (la primera fue en uno de Copa entre Barça y Espanyol), un árbitro enseñó tarjeta amarilla a los tres componentes del tridente: Neymar, Messi y Suárez. Al brasileño fue por una entrada, que era falta, pero de dudosa amonestación. Al argentino, por perder tiempo después de que le sacaran la bota tras una falta. Otro caso de víctima castigada. Y la tercera a Suárez por protestar, seguramente porque el uruguayo andaba buscándola.
Jaime Latre, del colegio aragonés, reprendió además a los jugadores blaugrana porque celebraron según él en exceso la consecución del segundo gol. No vaya a ser que al final se entendiera como una provocación. Los futbolistas del Barça están sujetos a cánones muy estrictos: no pueden celebrar mucho, no pueden driblar mucho, no pueden hablar nada, no pueden responder nada. El marcaje es exhaustivo. Jaime Latre, el árbitro que enseñó este hat-trick de tarjetas al tridente, mostró seis amarillas a jugadores del FC Barcelona y cuatro a los del Sevilla. En la estadística global, sin embargo, los andaluces cometieron más faltas (18 a 12).
Neymar es el jugador de la Liga al que más faltas le han hecho en los dos últimos años. Iniesta y Messi son los dos únicos grandes a los que no les han enseñado una tarjeta roja. El Barça lleva casi seis años ganando el premio fair play de la Liga, pero enseñarle una amarilla a Messi debe tener su mérito en el círculo interno del mundo arbitral. Messi fue pisado por N’Zonzi en una jugada en el centro del campo y perdió la bota en la acción. El árbitro señaló falta y amarilla al sevillista y cuando Leo se dispuso a ponerse la bota vio que se había roto,
El árbitro de Sevilla enseñó un ‘hat-trick’ de amarillas a los tres delanteros estrella del Barça
pidiendo un repuesto. El árbitro le increpó, Messi se levantó enfadado para salir del campo y el colegiado le mostró la amarilla, por perder tiempo. Que los futbolistas de mayor talento, los que reciben más patadas que cualquiera, acaben con tarjetas sin cometer una falta invita a la reflexión.
Es evidente que el árbitro ha de mantener la autoridad y ha de aplicar el reglamento. En Inglaterra los colegiados se rigen más por el espíritu del juego que por el orden reglamentista. Los jugadores también ayudan más al colegiado, más respetado en las islas. Aquí el árbitro es considerado como un ser que es objeto de engaño, no el hombre que reparte justicia. Los futbolistas deberían ayudarlos más, sí. Pero los colegiados deberían sancionar con dureza y reglamento en mano las patadas y tener más mano izquierda en otras acciones en las que no media violencia. El tridente es muy competitivo, pero no son jugadores provocadores sin más, aunque los cosen a patadas en todos los partidos.