El resurgir de los 'ateneus de fabricació'
Barcelona prevé inaugurar un cuarto fablab municipal en 2017, aumentar las actividades de los tres centros ya existentes y crear un Makers District en el Poble Nou.
Los fablabs municipales –en su momento rebautizados como ateneus de fabricació– jugarán un papel clave en la apuesta por el cambio digital en la ciudad y el paso a una fórmula de smart city más sostenible y social, según confirma el reciente Pla Barcelona Digital 2017-2020.
A los tres ateneus municipales –de asistencia gratuita y que ya están en funcionamiento en Les Corts, Ciutat Meridiana y la Barceloneta–, se sumará en diciembre de 2017 un centro que se instalará en el Parc Tecnològic de Nou Barris. Sigue la idea de contar –en el futuro– con un fablab municipal en cada uno de los distritos de la ciudad. Y se creará en el Poble Nou un experimento piloto, bautizado como Fem Barri-Poble Nou Makers District, para potenciar la comunidad de talleres, espacios
makers, fablabs, universidades, instituciones de investigación, empresas y movimientos sociales que ya existe allí.
“Barcelona es la ciudad del mundo con más fablabs municipales. Tenemos una infraestructura muy potente y de lo que se trata es de utilizarla bien. Queremos que cuando la gente oiga hablar de smart city piense que ésta puede aportar soluciones a los problemas que tiene. Por ejemplo, podemos crear mediante impresión 3D prótesis para quienes las necesitan. O implantar –con la colaboración de los ciudadanos– un sistema con cientos de medidores baratos, colocados en los balcones de las casas, para conocer, en tiempo real, la contaminación atmosférica o acústica que tenemos en nuestra ciudad”, explica Mariona Ciller, responsable de Innovació Social en el equipo municipal de Tecnología e Innovación Digital.
La nueva orientación incluye –además de los talleres de fabricación– planes de formación con apartados específicos para escuelas, mujeres, personas con dificultades de movilidad y contra la brecha digital. Y pone el acento en que la masiva recogida de datos que se producirá en la ciudad del futuro servirá para mejorarla y debe ser patrimonio de los ciudadanos, y no de las empresas o instituciones. “Hay que dar poder a las personas como agentes activos de transformación social y capacitarlas con las tecnologías que existen. Y así tener las herramientas para que las ciudades sean social, económica y ambientalmente más sostenibles”, añade Ciller.