'Smart cities', un medio ynounfin
La tecnología, al servicio de las agendas urbanas, debe velar por los derechos de la ciudadanía y fomentar la inteligencia individual y colectiva
Muchos de los principios sobre los que se basa nuestro modelo urbano están en crisis y revisión: el sistema económico que sacraliza el consumo, la celebración de la industria y la tecnología como el triunfo del hombre sobre la naturaleza, o la confianza en la política tradicional como expresión del entendimiento colectivo. Esta revisión coloca el hecho urbano en la vanguardia de unos cambios que buscan nuevos lenguajes formales y relacionales que sean expresión de una sensibilidad emergente. Unos cambios que afectan, de lleno, a la relación heredada del siglo anterior entre la sociedad y los recursos naturales y, a la vez, modifican el orden de relaciones y jerarquías en la toma de decisiones colectivas.
EL FUTURO SE JUEGA EN LAS CIUDADES
La sociedad tiene en la ciudad un instrumento para favorecer el logro de su potencial individual y colectivo. La concentración favorece la creatividad y la competitividad, pero también puede producir congestión, sobrecarga de sus sistemas y exclusión social. Para gestionar esta creciente complejidad, hace unos años que los planificadores y los gestores públicos hablan de smart cities, concepto que, en ocasiones, ha costado trasladar con claridad a la ciudadanía. Hablar de ciudades inteligentes es hablar de instrumentos que permiten gestionar de forma más eficiente unos entornos urbanos en evolución, y que cuentan, para ello, con las nuevas tecnologías.
El Col·legi d’Arquitectes de Catalunya impulsa un intenso debate a través del Congreso de Arquitectura, con reflexiones que ofrecen una fotografía amplia de los vertiginosos cambios que estamos viviendo en la sociedad y que nos obligan, como profesión, a redefinir nuestra forma de hacernos presentes y útiles. De entre todas las reflexiones emergen con fuerza las que hacen referencia a las condiciones y problemáticas que inciden en el hecho urbano: gentrificación, masificación turística, vivienda, movilidad, gobernanza, inclusión, recuperación de espacios para la naturaleza.
Pero de entre todos los cambios hay dos que, por su profunda capacidad regeneradora y su alcance transversal y global, determinan fuertemente el momento que vivimos. Por un lado, bajo la amenaza real del cambio climático, atender y proteger el medio ambiente es hoy signo de las sociedades avanzadas. La sensibilidad medioambiental ha ido forjando unos valores de respeto y afecto por lo natural con los que muchas personas se identifican. Lo vemos en los hábitos de ocio, de consumo, en la evolución de los gustos estéticos, en un activismo personal y colectivo que busca ir más lejos en la tutela y defensa de aquello que forma parte del mundo natural y quiere vivir consecuentemente. Esto tiene, por fuerza, un efecto profundo en nuestra forma de concebir los espacios habitables.
Por otra parte, en el campo de la comunicación y la información, nos hallamos inmersos en la más profunda y acelerada revolución tecnológica. Las nuevas tecnologías amplían exponencialmente el conocimiento íntimo de los sistemas e infraestructuras que hacen funcionar la ciudad. Históricamente, la ciudad ha garantizado la coexistencia de espacios para la expresión colectiva y la privacidad y el anonimato. Ahora esto se ve comprometido por la interacción de informaciones íntimas que forman parte de nuestra huella digital y los objetos interconectados, a escala urbana y doméstica; una ingente cantidad de información que, como advierten muchos analistas, es propiedad de un reducido número de corporaciones que no tienen por qué tener el bien común y la defensa de las libertades individuales como objetivo empresarial.
Frente a una visión reduccionista que promulga la simple aplicación, sobre el espacio urbano, de una serie de innovaciones tecnológicas, los programas de smart city deben ser un medio para alcanzar los retos a los que nos enfrentamos como sociedad y que tienen, en las ciudades, su principal tablero de juego. Más que un programa de actuación concreto, hablar de smart city es reivindicar la voluntad de mejorar la eficiencia y la sostenibilidad de los entornos urbanos para hacerlos más saludables, equitativos, inclusivos y resilientes. Es clave que respondan a una reflexión profunda que defina las necesidades de la sociedad. La tecnología debe ser un instrumento al servicio de unas agendas urbanas que velen por los derechos de la ciudadanía y fomenten la inteligencia individual y colectiva. Los arquitectos, como corresponsables de la planificación urbana, estamos profundamente comprometidos con este objetivo.
La 'smart city' pide una reflexión profunda que defina las necesidades de la sociedad