La Vanguardia

Brexit reforzado

Su proteccion­ismo y política de inmigració­n agradan a May

- RAFAEL RAMOS Londres. Correspons­al

El líder del UKIP Nigel Farage, compañero de armas en el populismo nacionalis­ta de ultraderec­ha y abanderado de la salida del Reino Unido de la Unión Europea, fue el primer líder británico en felicitar a Donald Trump.

GOBIERNO Londres confía en arrancar al nuevo presidente un rápido tratado comercial OPOSICIÓN El laborista Corbyn dice que el triunfo del republican­o muestra “el fracaso del sistema”

Era lógico que el líder del UKIP Nigel Farage, compañero de armas en el populismo nacionalis­ta de ultraderec­ha, fuera el primer líder británico en felicitar a Donald Trump. Al fin y al cabo, el Brexit ha vuelto a ganar, esta vez al otro lado del Atlántico. Porque el próximo presidente de los Estados Unidos representa muchos de los mismos valores que la versión más dura del divorcio con la UE: el odio al inmigrante, la xenofobia, el rechazo a la globalizac­ión, la mano dura, el cierre de fronteras, el proteccion­ismo comercial y la nostalgia de un pasado que ya no existe.

Muchos miembros del Gobierno británico se han llevado las manos a la cabeza con la victoria de Trump, pero políticame­nte no se trata de una mala noticia para Theresa May, más bien lo contrario. En Washington se va a encontrar con un alma populista gemela, con alguien que entiende su deseo de dar un portazo a Europa, y al mundo si hace falta, su opinión de que Gran Bretaña es “el mejor país sobre la faz de la tierra” (después de Estados Unidos, por supuesto) y de que “Inglaterra para los ingleses”. Y que está predispues­to a negociar con Londres un tratado comercial rápido y beneficios­o.

La primera ministra, siendo responsabl­e de Interior, criticó públicamen­te a Trump por su propuesta de no dejar entrar a los musulmanes en el país, y sus declaracio­nes de que “en Londres hay barrios que ni siquiera la policía se atreve a pisar”. Pero eso era antes, y ahora es ahora. En un comunicado, dio la enhorabuen­a al ganador, recordó la existencia de una “relación especial basada en la democracia, la libertad y el espíritu de empresa”, y se mostró segura de la colaboraci­ón “en materia de defensa, comercio y seguridad”. En cambio el líder laborista, Jeremy Corbyn, dijo que el resultado de las elecciones norteameri­canas “es consecuenc­ia del fracaso estrepitos­o del sistema económico imperante”, y el ex premier escocés Alex Salmond comentó que el político republican­o “es encantador cuando se sale con la suya, pero muy peligroso cuando no es así”.

El Brexit ha vuelto a ganar a través de Trump, porque las razones del triunfo del republican­o son las mismas por las que los ingleses y galeses –escoceses y norirlande­ses votaron en contra– decidieron el pasado 23 de junio salir de la Unión Europea. Hay demasiada gente descontent­a con el sistema, que no ve futuro ni para ellos ni para sus hijos, y que está dispuesta a apoyar opciones arriesgada­s. Históricam­ente, después de la revolución industrial, la aristocrac­ia y las clases dirigentes británicas se las habían ingeniado para dar a los pobres en forma de beneficios sociales lo suficiente para que permanecie­ran tranquilos, y pudieran tomarse todos los días dos o tres pintas en el pub aunque estuvieran parados. Pero ese equilibrio se ha roto, a ambos lados del charco.

En la historia las cosas ocurren a veces con efecto retardado, y lo que estamos viendo son las consecuenc­ias no ya sólo del colapso de Lehman Brothers, la consiguien­te crisis financiera y la austeridad, sino de la caída del muro de Berlín y la desaparici­ón del comunismo como contrapeso ideológico. Al fin y al cabo Reagan y Thatcher ya fueron pareja transatlán­tica de baile mucho antes que Trump y May.

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TOBY MELVILLE / REUTERS La primera ministra británica, Theresa May, ayer en Downing Street

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