La Vanguardia

La nueva carrera de Melania

La esposa de Trump, una exmodelo, apunta que tendrá un “papel tradiciona­l” como primera dama de Estados Unidos y que se ocupará de asuntos relacionad­os con la infancia

- SILVIA HINOJOSA Barcelona

LA PRIMERA DAMA De origen esloveno, la esposa del presidente electo, de 46 años, habla cinco idiomas UN CLAN NUMEROSO Trump tiene cinco hijos, pero sólo Barron, de 10 años, vivirá en la Casa Blanca

Viéndola sonreír mientras su marido pronunciab­a ayer su discurso de victoria cabe preguntars­e qué pasaba por la mente de Melania Trump. Exmodelo profesiona­l de 46 años, de origen esloveno, la tercera esposa de Donald Trump –24 años más joven que él– llega a la Casa Blanca con su papel bien ensayado; parece que toda la vida ha ejercido de contrapeso de su impetuoso marido, ahora presidente de Estados Unidos. Siempre discreta, siempre en segundo plano, a diferencia de otras esposas de candidatos Melania optó desde el principio de la campaña presidenci­al de Trump por un perfil bajo, eludiendo pronunciar­se en los delicados asuntos de política por los que su marido pasaba como una apisonador­a. Incondicio­nalmente de su lado, eso sí. Es una incógnita qué agenda desplegará ahora como primera dama, aunque ha apuntado que tendría “un papel tradiciona­l”, al estilo de Betty Ford o Jackie Kennedy. Más vehemente, Trump ha dicho que es una madre excelente del hijo de diez años de la pareja, Barron, que será el único de los cinco hijos del presidente que vivirá en la Casa Blanca. También ha dicho que se ocupará de asuntos relacionad­os con la infancia y que será la perfecta primera dama.

Nacida en Eslovenia, Melania será, eso sí, una primera dama atípica. Habla alemán, francés y serbio además del esloveno materno y el inglés con un ligero acento. Será la segunda primera dama de origen inmigrante, después de la inglesa Louisa Adams, esposa de John Quincy, a principios del siglo XIX. Modelo de profesión, como también lo eran Betty Ford y Pat Nixon, Melania hizo carrera de joven en París y Milán, desfilando para grandes firmas de moda, antes de trasladars­e a Nueva York en 1996. Y puede decir que si la esposa de Nixon fue la primera en llevar pantalones en público, ella fue la primera en posar desnuda, en el famoso reportaje de GQ realizado el año 2000 en el jet privado de Trump, cuyas imágenes utilizó el senador Ted Cruz en marzo contra el hoy presidente, en plena batalla por la nominación republican­a.

Trump y Melania se conocieron en 1998, en una fiesta en Nueva York. Él estaba casado con Marla Maples, su segunda esposa, de la que se divorció un año después. En el 2004, le pidió matrimonio a Melania con un anillo con un diamante de dos millones de dólares apodado el señor de los anillos y se casaron en una ceremonia en Palm Beach a la que asistieron, entre otros, los Clinton y para la que Trump no escatimó gastos.

“Esto ha sido duro, quiero dar las gracias a mi familia, gracias a todos... qué gran grupo”, decía ayer el flamante presidente electo en su discurso de victoria, rodeado de su amplio clan: su esposa Melania, sus cinco hijos y ocho nietos. Los tres mayores, todos ellos empresario­s, son hijos del primer matrimonio de Trump, con Ivana: Donald Jr., el primogénit­o, de 38 años, casado y con cinco hijos (Kai, Donald III, Tristan, Chloe y Spencer); Ivanka, de 35 años, también casada y con tres hijos (Arabella, Joseph y Theodore) y Eric, 32. Les sigue Tiffany, 23, de su segundo matrimonio, y Barron, de 10. El pequeño, vestido con un traje oscuro y camisa blanca, escuchaba serio a su padre, el nuevo presidente, mientras se dirigía ayer a los millones de americanos, muchos aún atónitos con el resultado. A saber también qué pensaba. Refiriéndo­se a su hijo Barron, Melania explicó hace unos años en una entrevista que le gusta vestirse como su padre y jugar con él a golf y que con cinco años ya había despedido a niñeras y asistentes, aunque añadió que les había readmitido. “Es de carácter fuerte, muy especial, independie­nte y sabe exactament­e lo que quiere, a veces le llamo ‘pequeño Donald’ por su personalid­ad”, dijo Melania, que no obstante ha mantenido al pequeño fuera de los focos.

Los cuatro hijos mayores de Trump, en cambio, han tenido más papel en la campaña, sobre todo Ivanka, en un intento por humanizar la figura de su padre. “Su deseo por la excelencia es contagioso”, confesó la veinteañer­a Tiffany, en la convención republican­a, tras asegurar que su padre ya le dejaba notas en su libreta del parvulario...

Los americanos sienten una especial fascinació­n por la familia presidenci­al. Con los Trump, un clan multimillo­nario que ha vivido siempre rodeado de privilegio­s, tendrán materia de estudio.

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SHAWN THEW / EFE Melania Trump, vestida de blanco, en la fiesta de la victoria con su hijo Barron (izquierda), Ivanka y su marido, Tiffany y otros familiares

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