La Vanguardia

La UE, perpleja ante la deriva de EE.UU. y el final del orden global

Gobiernos e institucio­nes piden a Trump mantener los lazos transatlán­ticos

- BEATRIZ NAVARRO Bruselas. Correspons­al

LA ALIANZA MILITAR, EN EL AIRE La OTAN recuerda al nuevo dirigente que se movilizó en defensa de EE.UU. tras el 11-S DESCONFIAN­ZA Schulz espera que “el Trump presidente sea diferente del Trump visto en campaña”

Las institucio­nes europeas amaneciero­n ayer perplejas ante el resultado de las elecciones estadounid­enses. La victoria del improbable candidato republican­o, Donald Trump, no era una variable con la que se contara en Bruselas, ni siquiera después del aviso que debería haber supuesto el Brexit sobre la revuelta popular que se está gestando a nivel global contra las élites políticas y económicas.

Gobiernos e institucio­nes europeas se miran en el espejo americano con aprensión. Las quejas de los votantes de Trump son similares a las expresadas por muchos europeos, en sus diferentes declinacio­nes nacionales, que dan más y más la espalda a los partidos tradiciona­les para confiar en aquellos que prometen romper el sistema, a menudo con proclamas xenófobas que anuncian un repliegue nacionalis­ta como el prometido por el próximo presidente de los Estados Unidos: Marine Le Pen en Francia, que celebra elecciones presidenci­ales en primavera; Beppe Grillo en Italia, que en diciembre celebra un referéndum que podría costar el puesto al primer ministro, Matteo Renzi; Alternativ­a para Alemania, que no deja de comer terreno a los partidos tradiciona­les alemanes, que van a las urnas en el 2017; como Holanda, donde los sondeos dan como favorito a Geert Wilders.

Este clima de inestabili­dad está pasando factura a la gobernabil­idad de la propia Unión Europea, como se ha visto en los últimos meses con el bloqueo del acuerdo con Ucrania o el pacto comercial con Canadá. Gobiernos e institucio­nes reaccionar­on pidiendo al sucesor de Barack Obama el mantenimie­nto de los lazos transatlán­ticos en el terreno de la defensa, el comercio o los valores, pero las pocas certezas existentes sobre la política que pretende llevar a la práctica Trump apuntan a una ruptura del orden global surgido de la Segunda Guerra Mundial.

Trump se ha mostrado dispuesto a renegar de los compromiso­s adquiridos con la defensa de la seguridad de diferentes países del mundo y no ve mal que otros países se doten de sus propias armas nucleares para garantizar­la. En el caso de la OTAN, ha amenazado con dejar de proteger a los países que no gasten suficiente en su propia defensa, un aviso dirigido sobre todo a los socios del Este, vecinos de Rusia. Jens Stoltenber­g, secretario general de la Alianza, felicitó ayer al nuevo presidente y defendió la relevancia de la organizaci­ón tanto para Europa como para América.

“El único momento en que la OTAN ha invocado su artículo V, la cláusula de defensa mutua, fue después de un ataque a Estados Unidos, tras el 11-S”, recordó. Stoltenber­g evocó también el apoyo a sus misiones en Afganistán e Irak, o la coalición internacio­nal contra el Estado Islámico, proyectos todos ellos testigos de una larga época de internacio­nalismo con la que Trump se ha comprometi­do a romper. El vuelco político en Estados Unidos podría impulsar los incipiente­s planes del núcleo duro de la UE –Alemania, Francia, Italia y España– de dotarse de una defensa autónoma respecto a Washington.

El enfoque nacionalis­ta y proteccion­ista de Trump en el terreno económico marca también, viniendo de la primera potencia mundial, un punto de ruptura con la apertura global y la sucesión de acuerdos comerciale­s globales de los últimos años. Las negociacio­nes para un acuerdo comercial entre la UE y Estados Unidos, el polémico TTIP, serán la primera víctima de la nueva política norteameri­cana, por mucho que ayer Donald Tusk y Jean-Claude Juncker, presidente­s del Consejo y la Comisión Europea, en su felicitaci­ón al futuro presidente de EE.UU., lo reivindica­ran como un reflejo de los fuertes lazos transatlán­ticos existentes.

La conocida admiración de Trump por los líderes fuertes, entre ellos Vladímir Putin, puede tener implicacio­nes directas para las relaciones de Rusia con Europa, la evolución de la guerra de Siria o la lucha contra el Estado Islámico.

“Este es sin duda un momento difícil en las relaciones entre la Unión y EE.UU.”, resumió Martin Schulz, presidente del Parlamento Europeo, que expresó sin ambages su deseo de que “el Trump presidente sea diferente del Trump que hemos visto en campaña”. Nuestros lazos “son más fuertes que cualquier cambio político”, declaró, más diplomátic­a, Federica Mogherini, alta representa­nte de Política Exterior de la UE.

 ?? THIERRY CHARLIER / AFP ?? El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenber­g, ayer durante una conferenci­a de prensa en Bruselas
THIERRY CHARLIER / AFP El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenber­g, ayer durante una conferenci­a de prensa en Bruselas

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