Desolación con ritmo
Kate Tempest
Lugar y fecha: Apolo (8/XI)
Kate Tempest es el nombre artístico de la poeta, novelista y dramaturga británica Kate Esther Calvert. Es un alias que se adapta a un incisivo y tempestuoso discurso que culmina con la edición de su segundo álbum Let them eat
chaos. Lo vino a estrenar, dentro de la programación otoñal del Festival Cruïlla, y el concierto sirvió para confirmar la rotundidad de su propuesta, a caballo del hip-hop, la spoken poetry y la música electrónica. Acompañada por dos teclistas y un percusionista recitó con convicción de cabo a rabo un largo poema –también se edita en libro– dividido en trece partes y que narra una historia coral para siete voces; siete vecinos de un barrio de Londres, que no se conocen entre ellos, todos con insomnio, elucubrando a las 4:18 de la madrugada sobre el naufragio de sus vidas.
Es difícil seguirle el hilo si no se domina el inglés, pero por encima del torrente de palabras surgen implacables temas que causan zozobra: terrorismo, corrupción, cambio climático, pobreza, brutalidad policial, consumismo, inmigración, patriotismo o alienación, en una catarsis cuyo desasosiego favorecen unos ritmos tecno, a veces espectrales y tenebrosos y otras maquinales y cortantes. Aunque, en medio de la tensión de los recitados, florecen estribillos llenos de groove, como los de Lionmouth door
knocker y Ketamine for breakfast, temas que pueden pasar por downtempo –Pictures on a screen y Perfect coffee –oun Grubby que une caricia melódica con frialdad dubstep.
Los clímax, potenciados por flashes y humaredas, abundan, llevándose la palma la ingeniosa referencia al A hard rain’s a-gonna fall de Dylan que supone Don’t fall in o el premonitorio Europe is lost, en el que arremete contra la deriva de un mundo decadente y expoliado. Pero si hubiera que resumir la lucidez desolada de su propuesta se puede citar una estrofa, situada estratégicamente al final de tan magna obra, cuando en Tunnel vision dice “the myth of the individual has left us disconnected lost and pitiful” (el mito de la individualidad nos ha dejado desconectados, perdidos y desolados).