La reforma fiscal del nuevo presidente agravará el déficit
¿Cuál será la capacidad de influencia de las instituciones multilaterales sobre Trump? ¿Les hará caso? ¿Seguirá la ortodoxia que predican el FMI y otras instituciones internacionales en materia de déficit? Estas eran las preguntas que se hacían ayer las agencias de calificación y los analistas. La pregunta es pertinente. El nuevo presidente ha prometido descensos de impuestos entre las rentas más altas y más gasto en infraestructuras para sacar la economía del marasmo.
Pero no está nada claro que esas políticas, fáciles de verbalizar, puedan materializarse. Bill Gross, uno de los más importantes gestores del mercado de bonos, a través del fondo Janus Global Unconstrained Bond Fund, declaraba a Bloomberg TV que “el crecimiento no va a mejorar con Trump. “No creo que sus políticas tengan mucho que hacer para mejorar el crecimiento”, afirmaba Gross refiriéndose a la inversión en infraestructuras. “La economía está en una situación compleja por razones más de fondo, demográficas y porque la tecnología está desplazando el empleo”.
Sin un mayor crecimiento, las posibilidades de que el nuevo inquilino de la Casa Blanca empeore el déficit público son altas. Es lo que planteaba ayer la agencia Fitch. “Si se aplican las políticas fiscales prometidas –señalaba el comunicado de la agencia–, la solvencia pública se resentirá y habrá una reducción de los ingresos públicos a medio plazo”.
Tampoco está muy seguro cuál va a ser el comportamiento de las empresas ante la reducción de impuestos. “No está claro que vayan a responder con una mayor inversión”, señalaban. Y planteaban: “Si la bajada de impuestos es elevada para el resto de rentas, esto puede acabar por afectar a la inflación”. En el medio plazo, añade Fitch, “la política proteccionista puede dañar las inversiones en Estados Unidos”.
De hecho, Donald Trump ha modificado a lo largo de su campaña los mensajes sobre su política. En un primer momento se mostró claramente hostil hacia las clases altas y el establishment estadounidense. Eso le permitió recoger grandes bolsas de votos entre la clase blanca más castigada, en especial en las antiguas zonas industriales del centro del país y en las áreas rurales más empobrecidas. A media campaña, sin embargo, giró en parte el discurso y adoptó algunas de las políticas de la derecha republicana, algunas de las cuales (las llamadas
reaganomics) son abiertamente partidarias del descenso de impuestos a las rentas más altas.