Trump prepara un equipo del ala dura conservadora
Gingrich, posible secretario de Estado, tuvo que dimitir reprobado por el Capitolio Christie, que fue acusado de fraude, dirige el traspaso de poderes
Está muy extendida la leyenda según la cual Donald Trump decidió postularse para presidente para vengarse de las humillantes burlas a que fue sometido por Barack Obama en la cena de corresponsales del 2011. Aquella noche, el presidente bromeó con la posibilidad de que el magnate le sucediera en la jefatura de la Casa Blanca. “Sin duda traería algún cambio”, dijo, y a continuación pasó imágenes de lo que sería el “Trump Casa Blanca Resort y Casinos”. Si la leyenda es cierta, la venganza se materializó ayer: Donald Trump tomó asiento por primera vez en el despacho oval que ocupará a partir del 20 de enero y Obama inició el traspaso de poderes que prometió realizar con juego limpio.
Trump acudió a la Casa Blanca acompañado de su esposa, que fue cumplimentada por la primera dama, Michelle Obama. Ambas partes expresaron buenos propósitos pero la cordialidad no fue la misma que dispensó el matrimonio Bush a sus sucesores hace ocho años. Los Obama no salieron a recibirles ante las cámaras. Quizá porque habría parecido muy cínico. El encuentro en la Casa Blanca tenía todos los ingredientes morbosos imaginables teniendo en cuenta que hasta el pasado lunes estuvieron diciéndose lo peor el uno del otro. Obama ha presentado durante toda la campaña a su sucesor como un loco peligroso que no está capacitado para confiarle el botón nuclear. Trump lideró el movimiento birther que negaba la legitimidad del presidente aduciendo que no había nacido en Estados Unidos, pero seguro que a Obama le duele más que el presidente electo haya prometido que va a ser devastador con su legado en los primeros cien días.
Y tal como se prevé la formación del gabinete, los primeros nombres en los que Trump ha mostrado su confianza para dirigir el país y que le arroparon cuando pronunció el discurso de la victoria en Nueva York , además de muy conservadoel res tienen un historial de máxima agresividad con sus adversarios políticos y pocos escrúpulos a la hora de actuar, incluida la corrupción en situaciones comprobadas. Es el caso de Newt Gingrich, Chris Christie y Rudolf Giuliani, el trío que forma núcleo duro político que ha apoyado a Trump desde el principio frente al establishment del Grand Old Party (Partido Republicano). Gingrich es el principal candidato a la Secretaría de Estado. Presidió la Cámara de Representantes pero tuvo que dimitir por violaciones éticas. Impulsó la campaña contra Bill Clinton por el asunto de Monica Lewinsky y luego le pillaron a él cometiendo infidelidad.
Chris Cristie está liderando el traspaso de poderes y se perfila co-
EL EQUIPO
Gingrich, Christie y Giuliani integran un núcleo duro con ganas de venganza
EL RELEVO
Obama promete juego limpio en el traspaso, que implica sustituir a 4.000 empleados
mo miembro del gabinete o alto cargo del staff presidencial y ello a pesar estar implicado en un caso de fraude cometido en Nueva Jersey.
Y a Rudolf Giuliani, el exalcalde de Nueva York , se le atribuye la Secretaría de Justicia y, por lo tanto, el cargo de fiscal general. Giulani ganó prestigio como alcalde porque rebajó drásticamente la inseguridad en las calles de Nueva York, pero lo hizo aplicando una política de mano dura tan brutal que provocó enormes protestas y llenó las cárceles de afroamericanos con condenas desproporcionadas. Teniendo en cuenta el actual clima de violencia, el estilo Giuliani puede resultar estrepitoso.
Reince Priebus, Jeff Sessions, Steve Mnuchin y Michael Flynn y la jefa de campaña, Kellyanne Conway, figuran en la lista de futuros altos cargos, y falta por conocer los nombres que Trump quiere incorporar de empresas privadas.
Así que observando la llegada del ejército devastador y haciendo de tripas corazón, Obama le enseñó la Casa Blanca al que será el nuevo inquilino y le puso al corriente de algunos asuntos. Según dijo el propio Trump, la reunión había de durar un cuarto de hora y se alargó hasta una hora y media, que era una manera de decir que existe buena predisposición a colaborar. “Tengo un gran respeto por el presidente Obama y es para mí un honor haber tenido esta conversación con él, estoy impaciente por empezar a trabajar y voy a contar con el presidente Obama ahora y en el futuro incluso para pedirle consejo”.
Para el presidente saliente la conversación fue “excelente” y solemnizó un mensaje de lealtad institucional: “Quiero subrayar, señor presidente electo, que vamos a hacer todo lo que podamos para ayudarle a tener éxito porque su éxito es el éxito del país”. Con caras serias se estrecharon la mano.
El traspaso de poderes es un complicado proceso que implica el relevo de alrededor de 4.000 empleados políticos. Incluye adiestramiento de guerra para el nuevo presidente y sus colaboradores cercanos. Están previstos varios simulacros de crisis por ataques externos o conflictos internos en la denominada sala de situación, desde donde, por ejemplo, siguió el presidente Obama el asalto y la muerte de Bin Laden. Y también habrá dos simulacros para que los funcionarios sepan lo que tienen que hacer en caso de atentado contra el presidente.
DONALD TRUMP
“Tengo un gran respeto por el presidente Obama y le pediré consejo”
BARACK OBAMA
“Vamos a hacer lo posible para ayudarle porque su éxito es el éxito del país”