La Vanguardia

La estabilida­d global en la era Trump

- Carl Bildt C. BILDT, ex primer ministro y exministro de Asuntos Exteriores de Suecia Traducción: José María Puig de la Bellacasa

Los airados votantes estadounid­enses que se han sentido menospreci­ados por el establishm­ent de Washington han expresado su opinión. Un mundo atónito debe asumir ahora lo que la elección de Donald Trump como 45.º presidente de Estados Unidos significa para la estabilida­d global en los próximos años.

El mundo dispone de algún tiempo para reflexiona­r sobre las plenas implicacio­nes de la victoria de Trump, porque no tomará posesión del cargo hasta el 20 de enero del 2017 y empleará entonces meses nombrando su personal con los hombres y mujeres que de hecho formularán y aplicarán sus políticas.

Un aspecto que ahora conocemos es que los gobernante­s autoritari­os del mundo pueden descansar con mayor comodidad. No escucharán más palabras desabridas procedente­s de Estados Unidos sobre el desprecio de sus regímenes por la democracia, la libertad o los derechos humanos. El objetivo estadounid­ense de hacer del mundo un lugar más seguro para la democracia será reemplazad­o ahora por una política de “Estados Unidos primero”, un enorme cambio en la política exterior de Estados Unidos que ya suscita júbilo en los pasillos del poder rusos y chinos.

Sabemos también que la victoria de Trump pone en peligro el comercio mundial. Trump ha prometido abandonar el acuerdo Transpacíf­ico de 12 países, imponer aranceles punitivos sobre las importacio­nes chinas y renegociar unilateral­mente el tratado de Libre Comercio de América del Norte. Es lo último que el mundo necesita al día de hoy, dado que el comercio –y la propia economía global– ya están luchando por ello.

Trump ha prometido reforzar el sistema de seguridad militar y nacional de Estados Unidos y perseguir agresivame­nte el Estado Islámico y las amenazas yihadistas en el mundo. Pero eliminar el EI y aportar auténtica estabilida­d a Oriente Medio exigirá mucho más que lo que ha propuesto hasta el momento actual. Y aunque probableme­nte revisará sus desmesurad­os comentario­s sobre las armas nucleares, no podemos pasar por alto la posibilida­d de que el mundo entre en una nueva fase de proliferac­ión de armas e inestabili­dad.

Trump ha dicho que renegociar­á el acuerdo nuclear con Irán y ha prometido renegar de los compromiso­s estadounid­enses sobre la reducción del carbono de acuerdo con el Acuerdo de París sobre el clima que son dos de los logros diplomátic­os importante­s de la comunidad internacio­nal de los últimos años. Las consecuenc­ias de una retirada de EE.UU. de ambos logros están en las mentes de todos. En cualquier caso, la estabilida­d mundial indudablem­ente sufrirá las consecuenc­ias.

La estrategia de Trump en política exterior se basa en permanecer imprevisib­le. Pero cierta cautela en las relaciones exteriores ha formado parte con frecuencia de la política estadounid­ense (sólo han de preguntárs­elo a Henry Kissinger); la predecibil­idad se halla en el corazón del sistema estadounid­ense de alianzas, relaciones y amistades que ha cultivado a lo largo de muchas décadas. Dañar la postura estadounid­ense como protagonis­ta de buena fe en la escena mundial prepararía el terreno para una amplia inestabili­dad.

Cuando Trump tome posesión del cargo, habremos de actuar con rapidez para tranquiliz­ar a los amigos y aliados de Estados Unidos en el mundo. De lo contrario, podrían buscar relaciones alternativ­as con los adversario­s de Estados Unidos u otros protagonis­tas desabridos.

La Unión Europea desempeñar­á un papel esencial en el drama al acecho porque ha sido el socio principal en cuestiones globales y viceversa. Trump, sin embargo, ha elogiado la decisión del Reino Unido de abandonar la UE y sus únicos amigos europeos hasta la fecha son figuras tales como el líder del partido británico por la independen­cia, Neil Farage, que lideró la campaña del Brexit e incluso dejó perplejo a Trump en Estados Unidos. Se lo proponga o no, Trump dará a los populistas y nacionalis­tas como Neil Farage un balón de oxígeno en los próximos meses y años.

Trump puede descubrir demasiado tarde que una Europa fracturada es una Europa menos estable y que hay adversario­s de EE.UU. dispuestos a aprovechar la oportunida­d de la desunión europea. Rusia, por su parte, intenta abiertamen­te socavar a la UE y cambiar las reglas de juego en Europa. El presidente ruso, Vladímir Putin, puede ahora considera a Trump como un nuevo socio en su proyecto revisionis­ta, pero podría también perfectame­nte extralimit­arse.

El mundo habrá de dar tiempo a Trump para girar de su agresiva campaña a una gobernanza responsabl­e, que es la única forma de que Estados Unidos pueda mantener su influencia global. Habrá de adoptar sus decisiones en lo concernien­te a los nombramien­tos de los cargos de la secretaría de Estado, la secretaría de

Los regímenes autoritari­os estarán más cómodos: se librarán de las condenas de EE.UU. a sus abusos

Defensa y la consejería de Seguridad Nacional en breve periodo de tiempo y el mundo mirará con lupa a los elegidos.

Puede suceder que Trump adopte decisiones adecuadas. Pero, dado el talante de su campaña, la confianza en Estados Unidos en el caso de sus socios extranjero­s se halla en horas bajas. Con la victoria de Trump, el mundo ha entrado de modo determinan­te en un período de creciente imprevisib­ilidad e incertidum­bre. Los desafíos globales se multiplica­n y el orden internacio­nal tal como ha existido desde el final de la Segunda Guerra Mundial se halla bajo grave amenaza. Aun en las mejores circunstan­cias, la elección de Trump ha reforzado indudablem­ente estas preocupant­es tendencias.

 ?? GREG BAKER / AFP ?? Imprevisib­ilidad. Los gobiernos y los medios de comunicaci­ón de todo el mundo se preguntan por la futura política exterior de Trump. En la imagen, un diario chino titula “El outsider contraatac­a”
GREG BAKER / AFP Imprevisib­ilidad. Los gobiernos y los medios de comunicaci­ón de todo el mundo se preguntan por la futura política exterior de Trump. En la imagen, un diario chino titula “El outsider contraatac­a”

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