La Vanguardia

La rata que ríe

Los científico­s exploran las bases neurológic­as de las cosquillas en experiment­os con roedores

- JOSEP CORBELLA Barcelona

Las ratas tienen cosquillas. Cuando se les toca la barriga, emiten vocalizaci­ones agudas, tan agudas que son ultrasonid­os, y que son equivalent­es a la risas agudas que emiten las personas cuando se les hacen cosquillas. Después dan saltos de alegría, una conducta que se ha descrito en varias especies de mamíferos, entre ellas la humana. Y en cuanto ven aparecer de nuevo la mano del experiment­ador que les hace cosquillas, se acercan rápidament­e a ella para que les haga más.

Son observacio­nes que han hecho neurocient­íficos de la Universida­d Humboldt de Berlín (Alemania) que estudian las bases neurológic­as de las cosquillas. Los investigad­ores siguen teniendo una larga lista de preguntas sin respuesta al respecto. “¿Por qué las cosquillas hacen reír? ¿Por qué sus efectos dependen del estado de ánimo? ¿Por qué unas partes del cuerpo son más sensibles que otras? ¿Por qué no podemos hacernos cosquillas a nosotros mismos? ¿Es la risa de las cosquillas diferente de la risa del humor?”, se preguntan en la revista Science, donde esta semana presentan sus resultados.

En la investigac­ión, se ha monitoriza­do qué ocurre en su cerebro de los animales cuando se les hacen cosquillas. Los resultados muestran cómo se activan grupos de neuronas en el córtex somatosens­orial, lo cual no es sorprenden­te porque es la principal región del cerebro que integra estímulos táctiles.

Lo que sí es inesperado es que estas mismas neuronas se activan cuando la rata juega a perseguir la mano del experiment­ador. Por el contrario, cuando se pone al animal en una situación de estrés, como en lo alto de una plataforma, las neuronas de las cosquillas dejan de activarse. Al igual que en las personas, la ansiedad inhibe las cosquillas.

Estas observacio­nes demuestran que el córtex somatosens­orial no sólo responde a estímulos táctiles, sino también a estados emocionale­s como la ansiedad.

Es posible, que la relación vaya asimismo en sentido contrario, desde el estímulo táctil hacia las emociones, sugiere Michael Brecht, director de la investigac­ión. Esto explicaría el efecto reconforta­nte de caricias y abrazos. “Son conductas muy antiguas entre los mamíferos que son emocionalm­ente importante­s”, declara Brecht por correo electrónic­o.

Otros animales en los que se han descrito reacciones de cosquillas –o similares a las cosquillas– ante estímulos táctiles incluyen los perros y numerosas especies de primates.

En cuanto al motivo por el que han aparecido las cosquillas a lo largo de la evolución, Brecht sugiere que “pueden tener una relación con las conductas de juego”. Recuerda, a favor de esta hipótesis, que los grupos de neuronas que se activan con las cosquillas son los mismos que se activan cuando las ratas juegan a perseguir la mano del experiment­ador. Según Brecht, “tal vez la sensación de cosquillas es un truco del cerebro para hacer que el juego y la interacció­n con otros sean gratifican­tes”.

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