Aquellos tiempos de esplendor
Barcelona acogerá el Mundial de pelota vasca dentro de dos años, un ejercicio que pretende recuperar el espíritu de la modalidad
En 1988, algo se rompió en Florida. Ocurrió en el momento en el que los pelotaris entraron en huelga. Así permanecieron durante tres años. Cuando decidieron volver al ruedo, el escenario había cambiado. Mientras ellos estaban cruzados de brazos, nacían los Miami Heat (NBA). Los Jacksonville Jaguars, del fútbol americano. O los Miami Marlins, del béisbol.
Y aquel espacio que habían tenido lo ocupaban ahora otros. Una depresión. Hasta entonces, se había movido más dinero en las apuestas del Jai Alai (la modalidad de cesta punta) que en las carreras de caballos o en las de galgos.
–Localidades como Gernika, Markina o Durango, que habían exportado decenas de pelotaris, empezaron a pasarlo mal. Ya no llegaba el dinero que sus jugadores enviaban desde Florida. Piense que algunos de aquellos emigrantes pelotaris habían llegado a cobrar entre 6.000 y 8.000 dólares de la época. En aquel entonces era mucho dinero –dice Julián García Angulo, presidente de la Federación Española de Pelota.
La explosión de los casinos hizo el resto. Cruzar la puerta giratoria estaba ahora al alcance de la clase media. Especuladores y apostadores dieron la espalda a los pelotaris: prefirieron sentarse ante el crupier. La pelota vasca, que había sido un símbolo en Florida, entró en una nueva dimensión. Más reducida.
Algunos pabellones cerraron las puertas. Fue un shock. En la temporada 197576, hasta cinco millones de aficionados habían sacado una entrada para acudir a un espectáculo de Jai Alai. En algún frontón de Miami se habían reunido 15.500 espectadores.
“Ahora, aquellas gradas están vacías –se lamenta Manex Urtasun, estrella del Jai Alai que ahí sigue, en Florida–. Los partidos se retransmiten por televisión. Y la mayoría de apuestas se hacen por internet. Sin embargo, sigue entrando dinero”.
Ahora quedan destellos. Alguna presencia mediática.
Mad Men dedica un capítulo al Jai Alai. También hay referencias en Los Simpson. En Florida, el Jai Alai es un icono. –Pero nosotros queremos que la pelota vasca se vea como un deporte universal, y no solo como un negocio en un área de Estados Unidos–dice García Angulo.
–Y sobre todo, queremos revitalizar la disciplina, que pasa por un momento muy bajo. En vez de chavales de 23 años, tenemos a jugadores de 45 disputándose los Campeonatos de España. No nos estamos reciclando. Hace dos años, nuestro presupuesto rondaba
DECADENCIA EN FLORIDA La disciplina permanece en Miami, aunque en una versión reducida: ya no llena los pabellones NUEVA ESENCIA “Ojalá la pelota se vea como un deporte, no como un negocio”, dice el presidente de la Española
los 350.000 euros. Ahora estamos en los 50.000... –añade Agustín Brugués, presidente de la Catalana.
En el 2018, Barcelona acogerá el Mundial de Pelota Vasca. Se disputará en el pabellón de la Vall d’Hebron, cuya remodelación ya ha contratado el Ajuntament de Barcelona.
David Escudé, comisionado de Esports, confirmó ayer la noticia:
–Aportaremos cerca de medio millón de euros en la reforma integral del pabellón. Y cerca de otros 400.000 euros en ayudas a la organización. Se trata de poner este deporte minoritario en la agenda, recuperar aquello que se había hecho en Barcelona’92 –dijo a La Vanguardia.
Hace 24 años, la pelota vasca había sido olímpica. Lo había hecho bajo la consideración de deporte de exhibición.
Brugués oye hablar de Barcelona’92 y se tensa. Entonces, recuerda, el programa ADO había llegado a invertir 2,5 millones de euros en la disciplina.
–Ahora, no tenemos ni para monitores. Todo son recortes –se lamenta.
El éxito de los pelotaris españoles en Barcelona’92 eclipsó todo lo demás. Apenas se trabajó en la base. La pelota vasca perdió la oportunidad de llegar a otros mercados, como el asiático. No volvió a ser olímpica.
–Y eso que China parecía muy interesada. Le gustaba la tradición y la espectacularidad del juego –recuerda Angulo.
De todo aquello, quedan memorias. Crónicas de la postguerra, como aquellas que cuentan las aventuras de Jaime Blenner, Guillermo Amuchastegui o Nicasio Rincón Navarrete. Gente que levantaba pasiones y llenaba las gradas. En otros tiempos, tanto Madrid como Barcelona habían sido un foco interesante para los pelotaris. Amateurs y profesionales.
Se jugaba en el frontón Colón, en Bac de Roda, en el Barcelonès, en el CNB, en el pabellón de la calle València con Diputació...