La Vanguardia

¡Árbitro, la hora!

Hace 50 años Ortiz de Mendíbil alargó ocho minutos un Madrid-Barça; marcaron los blancos y se llevaron los puntos

- Xavier G. Luque Barcelona

“No me acuerdo de ese partido, algo debió de pasar, alguna lesión o algo para que se alargara como dices”. Amancio Amaro, el extremo eléctrico del Madrid de los yeyé, no guarda ningún recuerdo especial de un partido que pasó a la historia. En Barcelona causó un escándalo sin precedente­s: el día que Ortiz de Mendíbil alargó de forma incomprens­ible un Madrid-Barça que parecía destinado al empate a cero. La segunda parte llegó hasta el minuto 98. O incluso más, todo depende de las crónicas. El Madrid marcó un gol y se llevó los dos puntos.

Se cumplen ahora 50 años de aquel encuentro. Domingo 20 de noviembre de 1966, siete y media de la tarde, televisado en directo. Al Madrid, líder y campeón de Europa vigente, le interesa abrir hueco con el Barça. Pero el once blaugrana, de limitado talento ofensivo, cuenta con una defensa sólida. Con Sadurní bajo los palos (fue el mejor del partido), reforzado en los laterales por Benítez (habitual marcador del escurridiz­o Gento) y Foncho, más Gallego, el mejor central del fútbol español, y el apoyo de Torres y Montesinos. Blindaje total.

El Barça mantuvo el empate a cero. Y en una época de escasas interrupci­ones (no había ni cambios ni tarjetas), cuando se aproximó el minuto 90 desde el banquillo blaugrana ordenaron cerrar filas. Ángel Mur y Roque Olsen indicaron con gestos que ya estaba, que el partido había concluido. El Barcelona se dedicó a entretener el balón, con pases sin ninguna profundida­d, esperando el silbido final. Pero Ortiz de Mendíbil no pitaba. Un minuto, dos, tres... Y Ortiz de Mendíbil que no pitaba. Hasta que en el 94... “Recuerdo que yo estaba en la tribuna de prensa y gritaba, gritaba mucho”, rememora el periodista Josep Maria Ducamp, enviado especial del diario Dicen al Bernabeu. “¡Pero qué hacéis!, ¡que os la quitarán!, ¡qué demonios hacéis! Se dedicaban a pasarse la pelota en el centro del campo y enviarla directamen­te al portero”. Y se la quitaron. Un descuido fatal. Un pase atrás hacia Sadurní lo interceptó el Madrid y Veloso se plantó solo ante la meta para anotar el gol de la victoria. El delirio blanco.

Aunque todos los jugadores del Barça consultado­s 50 años después coinciden en que “el árbitro alargó hasta que marcó el Madrid”, lo cierto es que la memoria los traiciona. Quizá porque en los otros cuatro, cinco o seis minutos más que todavía duró el choque no hubo fútbol. Estaban hundidos, la cabeza no daba órdenes a las piernas . “Pasó lo de todos los clásicos, hasta que el Madrid no ganaba no se acababan. Luego centramos y ya no tuvimos tiempo de ni una jugada”, explica Sadurní. Y no se corta con Ortiz de Mendíbil: “Era un madridista a matar, declarado. Y ya sabíamos de qué iba aquello, había que ir a Madrid con la cabeza bajo el ala, podía pasar todo lo que quieras. Si no llegan a marcar aún estaríamos jugando...”.

Su compañero Josep Maria Fusté va por el mismo camino: “Ahí había alguna consigna, los partidos nunca se alargaban nueve o diez minutos. Marcar el gol y pitar poco des-

El árbitro aseguró que él paraba el reloj cuando había interrupci­ones y que se jugaron 90 minutos Siete multados, ninguno por perder tiempo; tres partidos a Gallego, y la nota del Barça: pésimo

pués es para pensar mal, ¿no?”, comenta el centrocamp­ista de Linyola, el motor del Barça. “Aquel señor tenía raíces blancas, y eso que era un tipo fantástico, implicado en temas humanitari­os, un personaje cojonudo. Pero vestido de negro cambiaba. Nos decían que ya estaba, que era el final... pero veías que no quería pitar”.

Al acabar el partido las protestas de los barcelonis­tas se incrementa­ron. Y entre los más expansivos, Gallego. “Ante las injusticia­s flagrantes perdía el oremus”, apunta Fusté. Le cayeron tres partidos de suspensión por insultos. En una entrevista publicada en la revista Barça el central blaugrana señalaba: “Todos protestamo­s y él se reía y se iba. Venga a reír y decirnos ‘fuera, fuera’. Cuanto más pedíamos una explicació­n, más reía. Y le llamé ratero. Varias veces, porque la verdad es que nos robó el partido”. Pasados 50 años, Gallego ya no recuerda qué le dijo al árbitro. “¿Si le llamé ratero? Pues no me extraña porque es una palabra usual de la zona de Cádiz y yo soy de Puerto Real...”. Y añade: “Ortiz de Mendíbil nos fusilaba en cada arbitraje. No creo que fuera mala suerte que casi siempre nos pitara mal. Las causas no las sé, pero mala suerte no creo”.

Durante los tres partidos que se perdió Gallego se jugaba también un compromiso oficial de la selección española en la que el central del Barça era imprescind­ible. Tanto que el selecciona­dor, Domènec Balmanya, tuvo el valor de pedir al Barcelona que organizara algún amistoso, para que Gallego no perdiera la forma. Y así se hizo.

Al término del encuentro el árbitro habló con la prensa (como era habitual entonces). Y dio su versión de lo sucedido: “¿Que cuánto he alargado? No lo sé. Yo sólo sé que paro el reloj cuando se para el juego y lo echo a a andar cuando se reanuda. Se han jugado 90 minutos”. Sin embargo, cuando apareciero­n las sanciones del Comité de Competició­n ni una de las siete multas correspond­ía a pérdidas de tiempo.

En aquel entonces los clubs calificaba­n las actuacione­s arbitrales en el acta y el Barcelona dedicó un “pésimo” a Ortiz de Mendíbil. Además, se permitían las recusacion­es. Un árbitro recusado no podía arbitrar al equipo que lo rechazaba. Ortiz de Mendíbil ya había sido vetado por el Barça toda la temporada 1964-65, pero ya le habían levantado el castigo. Tras aquel Madrid-Barça interminab­le fue recusado de nuevo y no volvió a pitar a los blaugrana hasta diciembre de 1968. Dos años de castigo. En septiembre de 1969, le adjudicaro­n de nuevo el Madrid-Barça de Liga. Empate a tres y grave lesión de Bustillo por una entrada de De Felipe que no sancionó. Y otra vez recusado. Fuera del horizonte blaugrana hasta finales de 1971. Dos años más de repudio.

La prórroga más larga de la historia de la Liga fue tema de debate durante días en aquel final de noviembre de 1966. El martes 22, en las páginas de Dicen, el delegado barcelonis­ta en el Bernabeu, el directivo Josep Vergés (y editor de Destino y de la obra de Josep Pla), se despachaba a gusto ante el periodista Domènec Garcia: “Se le vio el plumero al árbitro, quería que ganara el Madrid. Fuimos demasiado benévolos al retirarle la recusación y su rencor y animadvers­ión han reverdecid­o. En el acta hice constar un pésimo bien gordo. Este señor no volverá a ver una camiseta azulgrana en su vida”. Y en el mismo diario deportivo, al día siguiente, quien se expresaba era el propio Ortiz de Mendíbil, entrevista­do por Garcia Castell: “Estoy satisfecho de mi actuación. Llevo dos relojes, un Movado y un Longines, y los dos coincidier­on. Respeto las opiniones del señor Vergés, pero no las comparto”.

El día que a Ortiz de Mendíbil se le paró el reloj forma parte del catecismo blaugrana que se transmite de generación en generación. Para los barcelonis­tas “alargó hasta que marcó el Madrid”. Para los madridista­s... fue un clásico más, como señala Pirri: “No me suena ese partido, la verdad. Jugamos tantos contra el Barcelona... Si me acordara te lo diría, pero no”.

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SEGUI /FCB Del saludo a la persecució­n. En la primera imagen, el saludo protocolar­io antes del sorteo de campo. Los capitanes Muller y Gento, con los jueces de línea y un sonriente Ortiz de Mendíbil, en el centro. En la otra imagen, tres jugadores del Barcelona...

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