La Vanguardia

‘Everybody knows’

- David Carabén

No sé si los Clinton eran exactament­e los good guys. Pero la semana en la que Donald Trump ha accedido al cargo con más poder del mundo se acaba con la muerte de Leonard Cohen. Lo digo por aquello de “Everybody knows the war is over/ Everybody knows the good guys lost”. El jueves, Barcelona le concedió la Medalla de Oro al Mérito Deportivo a Johan Cruyff, mientras el Barça todavía no encuentra la manera de reconocer oficialmen­te su legado después de haberle discutido la presidenci­a de honor en vida. Si a todo eso le sumamos que la crisis de los refugiados no muestra signos de mejora y que, como mínimo, nos esperan cuatro años más de PP es fácil caer en la desesperac­ión. La gente buena se marcha, las relaciones se deterioran, los trabajos se pierden y las épocas doradas se acaban, desmintien­do este tipo de prejuicio que dice que siempre, necesariam­ente, vamos a mejor.

Norman Cohn no tenía nada que ver con Leonard Norman Cohen. Pero dedicó treinta años al estudio del origen de esta fe en el día de mañana y a El cosmos, el caos y el mundo venidero que lo situó en Babilonia, en algún momento entre el año 1500 y el 1200 a. de C. Fue Zoroastro, el profeta persa y fundador de la primera religión monoteísta, quien primero tuvo claro que, al final de los tiempos, la lucha entre el principio de la verdad y el de la mentira se resolvería con el triunfo del bien. Estas ideas inspiraron los apocalipsi­s judíos y los de la secta de los cristianos, así como el Islam. Y aquí nos tienes, 3.000 años después, con una fe –laica, de acuerdo, pero igualmente incorrupti­ble– en el progreso. Claro está que hay datos objetivos que nos pueden hacer pensar que, al menos en el aspecto material, hemos mejorado. Pero todos sabemos

El Barça todavía no encuentra la manera de reconocer oficialmen­te el legado de Johan Cruyff

también que, después de la rata, el ser humano es el vertebrado que más fácilmente se adapta a cualquier circunstan­cia con el fin de sobrevivir. Aquí me vienen ejemplos evidentes, como la posibilida­d de ser feliz viviendo en un iglú, sentirte libre bajo Franco o ser del Barça con Núñez.

Desde esta columnita no podemos arreglar el mundo. Pero podemos llamar a Jaume Marcet. “Jaume, el domingo, aunque ganáramos, sin Iniesta no teníamos el control del partido. Es evidente que algún día se retirará. Como Messi. ¿La Masia ha renunciado a buscar Xavis?”. “¡De ninguna manera, David, tranquilo...!”. La conversaci­ón con el periodista de Barça TV siguió con una lista de nombres y mi inquietud que no cuenten lo bastante para la directiva, necesariam­ente cortoplaci­sta, ni para Luis Enrique, que busca jugadores más hechos. “Quizás sí. Pero algún día volverá Xavi”. A mí me gusta mucho el asturiano y creo que, más allá de dar pocas alternativ­as a la cantera, hace lo que tiene que hacer. Pero, de repente, volví a creer en el día de mañana.

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