DOLORS MONTSERRAT La ministra catalana
EN UN GOBIERNO FORMADO POR ALTOS FUNCIONARIOS, LA MINISTRA DE SANIDAD ES AUTÓNOMA, MADRE SOLTERA E HIJA DE PEQUEÑOS EMPRESARIOS DE SANT SADURNÍ D’ANOIA, DONDE SE HABITUÓ A HACER POLÍTICA EN MINORÍA
La intervención en el Congreso de Diputados de Dolors Montserrat en respuesta a Joan Tardà, gustó mucho en Madrid. La diputada catalana del PP respondió desde la tribuna al independentismo en octubre del año pasado en su propio territorio identitario; sin exabruptos: con el tono dialogante de quien ya estaba habituada a darle réplica como concejal del PP en Sant Sadurní d’Anoia durante ocho años.
Resumió lo que la derecha española quería y aún quiere oír: que la afirmación de la catalanidad no conduce necesariamente a la ruptura con el Estado y que, con un cambio de tono y algunas transacciones, puede llegar a encajar en su idea de España.
Mariano Rajoy tomó nota de la intervención ese día y ahora la ha utilizado para apostar por ella como ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.
Dolors Montserrat se ha convertido así en la exigua cuota catalana del Gobierno. Es una nota mínima y no discordante, pero diversa del tono monocorde y continuista que ha dado a su nuevo mandato.
En un Gabinete constituido mayoritariamente por altos funcionarios –un 70%, con residencia habitual en Madrid– casados y mayores de 50 años; Montserrat, de 43, es madre soltera, vive en Sant Sadurní d’Anoia, ha ejercido como profesional autónoma y está acostumbrada, al contrario que los demás ministros, a que ser del PP signifique hacer política desde la minoría.
La única catalana del Gabinete, además, no ha hecho las oposicio- nes de rigor que constituyen el aval tradicional de las carreras ministeriales, sino que proviene de una familia de pequeños empresarios acostumbrados a la brega diaria con proveedores, bancos y comités de empresa.
De hecho, la empresa familiar de transportes batalla ahora por su viabilidad y, pese a haber suspendido pagos, se resiste a recortar una plantilla de 200 empleados y mantiene una deuda con Hacienda de 2.305.822 euros. Endeudarse con el fisco es uno de los recursos que ha ayudado a otras empresas españolas a superar la recesión en momentos de sequía crediticia.
Aunque la ministra no tiene ninguna participación en la empresa, que hoy gestiona Jaume, el tercero de sus tres hermanos, ha seguido de cerca sus avatares al tiempo que emprendía la creación de su propio bufete de derecho civil y familiar.
Tras licenciarse en Derecho y ampliar estudios en EE.UU., Alemania e Italia, en política ha seguido los pasos de su madre, Dolors Montserrat Culleré, una institución en el PP catalán, del que fue presidenta durante ocho años y al que representó durante cuatro como vicepresidenta en el Parlament.
Los Montserrat ya conectaron en la transición con la Alianza Popular de Manuel Fraga. Cuando aquella conexión se transformó en compromiso político duradero, el matrimonio se repartió los papeles: el padre siguió en la empresa y la madre, en la política.
Y en Sant Sadurní d’Anoia , política quiere decir ser capaz de ponerse de acuerdo, con concejales de ERC y de CiU para arreglar el césped del campo de fútbol o cons- truir cien nuevas plazas de parking.
La concejal Dolors Montserrat pactó entonces con la misma naturalidad con que ha recibido ahora la felicitación de los concejales independentistas de Sant Sadurní d’Anoia por su nombramiento.
La ideología en esas distancias cortas no quita lo cortés y las diferencias de bandera no dejan a los vecinos sin aparcamiento.
Y este es uno de los encargos de calado que tiene la ministra: explorar puentes. Su nombramiento pone en evidencia las carencias que han exhibido hasta ahora el frentismo españolista y el independentista ante los desafíos del día a día.
Los conservadores españoles y los moderados catalanes creen agotada la fase de la gesticulación y que ha llegado el nuevo tiempo para la gestión con lo que se ha abierto la carrera entre los moderados para ocupar ese nuevo espacio de lo posible: el de los puentes con Madrid.
De ahí que Rajoy haya pedido a su ministra catalana que pise su tierra cada semana, y dé visibilidad al replanteamiento de su tradicional inmovilismo legalista ante el soberanismo catalán.
La petición de Rajoy le permitirá ir a buscar alguna tarde al colegio a su hijo de cinco años, Gonçal; fruto de la relación, hoy concluida, con quien fuera su primer novio. También seguirá manteniendo su agenda de agitadora de la sociedad civil de Sant Sadurní con els Joves Confrares del Cava, de los que “la Dolo”, hoy ministra, fue presidenta con inagotable energía y verbo torrencial.
Y los va a necesitar, además, para seguir emergiendo en las siempre embravecidas aguas del PP catalán.