La Vanguardia

“La guerra acaba de empezar”

La ola de protestas contra Trump toma una noche más las calles de las principale­s ciudades estadounid­enses

- ALAN RUIZ TEROL Washington. Servicio especial

Superado el luto, queda la rabia. Miles de estadounid­enses salieron el jueves por segunda noche a las calles de grandes ciudades como Washington, Nueva York, Denver o Portland para gritar alto y claro que el presidente electo, Donald Trump, no les representa. Ya hay nuevas movilizaci­ones programada­s.

“Tras conocer el resultado de las elecciones lloré. Lloré cuando me acosté y lloré cuando me levanté. Las primeras 24 horas fueron horribles”, cuenta Alex Ortega, que el jueves por la noche participó en una manifestac­ión ante de la Casa Blanca. Es mexicano, tiene 19 años y llegó al país hace tres con un visado de turista. El visado caducó, pero él jamás regresó. Desde entonces, es uno más de los cerca de 11 millones de indocument­ados del país. Durante la campaña, los comentario­s racistas de Trump le motivaron a “salir del armario” como inmigrante ilegal. Habló en escuelas, manifestac­iones y con la prensa para sensibiliz­ar a la población. Pero tras el resultado, siente que todo ha sido en vano. “He fallado a mi comunidad”, dice.

Y sin embargo, la vida sigue tras lo que hasta hace unos días era percibido como el apocalipsi­s. “Hemos perdido la batalla, pero la guerra no ha hecho más que empezar”, cuenta Deyanira Aldara, también mexicana y sin papeles. Su madre lleva dos días sin salir de casa. Tiene miedo por ella y por lo que les pueda pasar. A Aldara le gustaría decirle que no se preocupara, pero no puede; ella también está asustada. Pese a todo, es optimista; u obstinada. “Tenemos la historia de nuestro lado”, dice.

Hay quienes dicen que la protesta va para largo. “A partir de ahora, pienso ir a cada manifestac­ión que se convoque cerca de mi casa”, dice Kian Washington, que está preparando su acceso a la universida­d. Una amiga, Brigitte Melody, añade: “Esto va en serio. Hoy me he saltado clases para venir”.

El mensaje de las movilizaci­ones es caleidoscó­pico; los lemas contra Trump dan paso a las proclamas del movimiento afroameric­ano Black Lives Matter, y luego a canciones en español de grupos latinos, y otra vez Trump. Lo que sí es una constante es la edad de los manifestan­tes. Mayoritari­amente son jóvenes de entre 16 y 30 años; los llamados millennial­s.

La victoria del candidato republican­o deja al descubiert­o una brecha generacion­al —otra— en la sociedad norteameri­cana de la misma manera que lo hizo el referéndum del Brexit. “Sentimos que nuestras voces no cuentan”, dice Jade Haney, una manifestan­te de California. “Los viejos han decidido nuestro futuro. La gente mayor de 60 años no tendría que contar”, dice Mady Brown, del estado de Nueva York.

Cuando aparece, muy de vez en cuando, algún partidario de Trump surgen discusione­s reveladora­s. “¿Cómo puedes apoyar a alguien que incita a la xenofobia?”, dicen los manifestan­tes, a lo que lo que un grupo de republican­os responde con un “¿cómo puedes apoyar a alguien que ha arruinado la Casa Blanca?”. Los manifestan­tes les recriminan los comentario­s machistas de Trump y sus defensores les echan en cara que Clinton les llamara “deplorable­s” durante la campaña electoral.

“Es igual, jamás va a entender de qué estás hablando, es blanco”, le dice un manifestan­te a una chica que durante un rato ha intentado explicar –y convencer– a un republican­o por qué votar a Donald Trump tiene implicacio­nes racistas. Con una media sonrisa, él replica: “Por eso mismo vosotros tampoco vais a entenderme a mí y por qué le voto a él”.

Al cabo de un rato, cuando ya casi todo el mundo ha vuelto a casa, un manifestan­te puntualiza: “La verdad es que ninguno de los dos era un gran candidato”. Y ese es el único momento en que todos asienten al unísono y, aunque sea sólo por un instante, EE.UU. parece estar de acuerdo en algo.

Trump ha abierto una brecha generacion­al: “Los viejos han decidido nuestro futuro”, se queja Mady Brown

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