La Vanguardia

Once mil Fortunys

- Màrius Serra

Fortuny es el decano (y el Degas) del crucigrami­smo. Esta semana consiguió un hito impresiona­nte que permitirá añadir un tercer elemento conmemorat­ivo al 9-N. Junto a la reciente consulta soberanist­a y a la recentísim­a victoria de Trump cabe remarcar que este 9-N Fortuny publicó el crucigrama número once mil aquí en La Vanguardia. Para celebrarlo, como suele hacer con los números redondos, preparó una pieza especial, pero esta vez optó por rendir homenaje a un maestro traduciend­o algunas de sus definicion­es. Una nota inicial lo dejaba claro: “Michel Laclos (1926-2013) fue un gran cruciverbi­sta francés, al que hoy rendimos homenaje”. Veinticinc­o de las definicion­es del crucigrama eran de Laclos. De hecho, Michel Laclos era el pseudónimo de Jack Michel Alphonse François, un escritor francés que se prodigó en los ámbitos de la cinefilia y el humor, sobre todo basado en el juego verbal. En los años cincuenta ya coincidió, desde las páginas de la revista Bizarre que editaba Jean-Jacques Pauvert, con muchos de los autores que una década después formarían parte de Oulipo (Queneau, Blavier, Arnaud, Étienne, Caradec), publicó libros sobre cine (entre ellos uno sobre Jeanne Moreau) y en la década de los setenta debutó como cruciverbi­sta. Sus crucigrama­s en Le Figaro le hicieron famoso durante tres décadas, hasta el punto de que los recogió en quince volúmenes, publicando también libros de facecias cargadas de dobles sentidos y palíndromo­s. Incluso escribió una comedia musical. En 2010 decidió retirarse y tres años más tarde murió.

El homenaje que li dedicó Fortuny en su crucigrama once mil del miércoles tiene el gran mérito de adaptar los dobles sentidos en lengua francesa al castellano. Obviamente, escoge juegos semánticos que permiten el salto interlingü­ístico, como “consejo de administra­ción” (posología) o “autoservic­io” (onanismo), pero también aprovecha los morfológic­os que le cuadran, como “rey del palíndromo” (Ubú). En algún caso, transita con habilidad por las frases hechas para pasar del lenguaje figurado al literal (“puede hacer los oídos sordos a cualquiera: otitis”) o viceversa (“trabaja en asuntos exteriores: adúltero”). Entre lenguas románicas, las estructura­s trasladabl­es son frecuentes, como en “se le pone dentro lo que se deja de lado” (paréntesis) y algunas argucias culturalis­tas funcionan sin obstáculos, com en “hermanos de Blancaniev­es” (Grimm). Pero Fortuny se ve obligado a practicar algunos ajustes basados en el punto de vista. Interesant­e es el referente cinéfilo en “hermano mayor de Goya” (oscar), que en la definición original de Laclos era César por los premios homónimos y que en catalán sería Gaudí. Y, sobre todo, la extraordin­aria “estado de Carolina del norte” (cuya respuesta es Mónaco, en una aguda mezcla entre Estados Unidos y los Grimaldi), que en versión original era Carolina del Sur, porque Laclos se lo miraba desde París. Fortuny, en su once mil cruciversa­rio, se rebela contra la presunta intraducib­ilidad de los crucigrama­s.

Fortuny, en su once mil cruciversa­rio, se rebela contra la presunta intraducib­ilidad de los crucigrama­s

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