TRUCO O TRATO
En los recientes comicios americanos, tan cercanos a la fiesta de Halloween, los electores tenían la opción de escoger entre truco o trato, con ambos candidatos propinando un buen susto a los electores, poco entusiasmados con cualquiera de ellos. A pesar de eso, han seguido intentándolo en espera del caramelo del voto. En cambio, en 1932 Franklin Delano Roosevelt triunfó arrasadoramente con su propuesta de un “nuevo trato” (new deal) que cambiara radicalmente la forma de hacer política. En un país que estaba hundido no sólo por la crisis del 29, sino también por los errores subsiguientes en su gestión por parte del presidente Herbert Hoover, el candidato FDR (como le llamaban por sus iniciales) se llevó de calle la carrera presidencial con un 57% de los sufragios emitidos, lo que en la práctica le garantizaba la astronómica cifra de un 89% de los votos electorales que escogen al comandante en jefe. El nuevo trato sí era un caramelo para unas clases medias y populares que necesitaban a la desesperada endulzar sus maltrechas vidas.
En Europa también hubo importantes elecciones ese año. En otro ejemplo de los efectos secundarios de la crisis, Alemania veía ascender como la espuma a un líder, pero este de corte populista: Adolf Hitler. Su partido nazi se impuso en las legislativas, aunque sin llegar a la mayoría absoluta a la que aspiraba. Eso fue interpretado en un primer momento como un mal resultado para sus aspiraciones. Pero el mefistofélico líder nazi supo transformar la situación a través de una despiadada e implacable campaña de agitprop, que llegaría hasta el incendio del Reichstag unos meses después ya en 1933. Barcelona vivió su propio incendio conmovedor. El de los almacenes El Siglo, en plena Rambla, la gran referencia comercial y mercantil de la capital catalana en la época. El fuego se hizo visible en pleno día de Navidad, oscureciendo las fiestas para muchos. En realidad, había comenzado horas antes a causa de un descuido en apariencia nimio, que ha relatado nuestro cronista Lluís Permanyer: el tren en miniatura que servía como reclamo de uno de los escaparates no fue apagado al cerrar el local el día de Nochebuena y su motor se sobrecalentó porque los vagones habían sido cargados en exceso para aumentar su realismo. Menudo truco.