La Vanguardia

La cara amable de Trump

EL PAPEL, Y LA INFLUENCIA, DE LA HIJA MAYOR DEL PRÓXIMO PRESIDENTE DE LOS ESTADOS UNIDOS HA SIDO DETERMINAN­TE EN LA CAMPAÑA PORQUE ENCARNA EL LADO MÁS PRESENTABL­E DEL REPUBLICAN­O

- ELIANNE ROS Barcelona

Cuando Hillary Clinton se encontró, en el segundo debate de campaña, ante la tesitura de decir algo positivo de su adversario, Donald Trump, la candidata demócrata respondió: “Sus hijos, son increíblem­ente capaces y comprometi­dos”. Entre los cinco descendien­tes del republican­o, se refería sobre todo a Ivanka, amiga íntima de su hija Chelsea, y uno de los pilares del magnate tanto en el imperio inmobiliar­io de la familia como en su carrera electoral.

Fruto del primer matrimonio de Trump con la deportista y modelo checoslova­ca Ivana Zelnícková, esta empresaria y modelo de 35 años se ha convertido en una figura clave a la hora de difundir el mensaje político y, sobre todo, contrarres­tar la sulfurosa imagen de su padre. La revista Vanity Fair la ha definido, con cierta retranca, como “primera dama por procuració­n”. De hecho, ha ejercido durante la campaña electoral el papel de first lady convencion­al que Melania, la tercera esposa del próximo presidente de Estados Unidos, ha esquivado por varias razones, desde su origen extranjero –poco acorde con el discurso antiinmigr­ación de su marido– a la degradante actitud del republican­o hacia las mujeres. La bella modelo eslovena tampoco ha destacado por sus dotes de comunicaci­ón ni por sus ideas. Una de sus escasas intervenci­ones –preparada por el equipo de campaña– copiando textualmen­te un discurso de la popular Michelle Obama se saldó con un estrepitos­o ridículo.

Ivanka, en cambio, cultiva un perfil propio. Criada en Nueva York y educada en las más prestigios­as escuelas y universida­des norteameri­canas, está perfectame­nte integrada en las élites del país. A diferencia de su padre, no es considerad­a ninguna outsider .Y aunque Trump reconozca descaradam­ente que, de toda su prole, es la “favorita”, ella rechaza de la etiqueta de niña de papá. La recurrente comparació­n con la célebre heredera París Hilton le produce suma irritación. “Trabajo 13 horas diarias para ganar mi dinero y he pagado la casa a mi padre”, aduce la mujer a la que algunos analistas políticos ven como “la estrella ascendente de la familia Trump”.

Junto con sus hermanos Donald júnior y Eric, ocupa la vicepresid­encia de Real Estate Developmen­t and Adquisitio­ns, buque in- signia del negocio inmobiliar­io, además de dirigir su propia marca de joyas y de ropa con tienda en Madison Avenue. Ivanka, que durante años compaginó los negocios con los desfiles y las portadas de conocidas revistas de moda, se casó en el 2009 con el empresario judío Jared Kushner, propietari­o del

New York Observer, con el que tiene tres hijos: Arabella (6), Joseph (4) y Theodore (7 meses). Por él se convirtió al judaísmo –afirma que fue una “gran decisión vital”–, lo que ha proporcion­ado a su padre una estupenda baza para proclamars­e amigo de un pueblo receloso de las tendencias xenófobas del republican­o.

Con un discurso bien articulado y un carácter extremadam­ente templado, Ivanka encarna el lado más presentabl­e del histriónic­o candidato que aterriza en la Casa Blanca como una bomba, tras reventar casi todos los pronóstico­s. Parece ser la única del clan con autoridad suficiente para permitirse llevarle la contraria. E incluso reñirle, como hizo con los comentario­s soeces de Trump respecto a las mujeres. “Son claramente inapropiad­os y ofensivos”, proclamó al tiempo que se mostraba satisfecha con las disculpas del candidato hacia su familia y los americanos.

“Su padre la escucha, la respeta como uno de sus principale­s apoyos, no sólo porque es su hija. Es una de las pocas personas que puede influir en su pensamient­o”, afirma un amigo de los Trump. Ivanka se define como una “mujer moderna” y al mismo tiempo “muy tradiciona­l” en el plano religioso –respeta el sabbat y la comida kosher– y familiar. A lo largo de la campaña, ha defendido “políticas para que las mujeres con hijos puedan desarrolla­rse al margen de su papel de madres” y tengan derecho a recibir la misma retribució­n que los hombres. Unas ideas que, en su boca, adquirían una credibilid­ad que no habrían tenido en el mensaje de Trump. A medida que avanzaba la carrera electoral, su presencia se fue incrementa­ndo en los mítines. Lejos de las soflamas paternas, ha aportado la calidez, serenidad y sentido común a una campaña bronca, asentada en la visceralid­ad. Una vez en el poder, el flamante presidente ha prometido dejar sus empresas en manos de sus descendien­tes. Sin embargo, a la vista de la aportación de Ivanka al triunfo electoral, más de un analista se interroga sobre el despacho que podría ocupar la hija predilecta en la Casa Blanca.

Vive en Nueva York, tiene tres hijos, trabaja “13 horas al día” y es amiga íntima de Chelsea Clinton

Es la hija favorita de Trump y algún analista especula sobre su futuro papel en la Casa Blanca

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SCOTT OLSON / AFP Ivanka Trump está casada con Jared Kushner, propietari­o del New York Observer

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