La Vanguardia

El futuro es nuestro

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Los retos del sector de la automoción, en plena transforma­ción; y la revolución que suponen las nuevas tecnología­s para la vida urbana.

EL sector del automóvil vive un momento trascenden­tal ante los profundos cambios que se intuyen de cara al futuro y que pueden transforma­r por completo el concepto de movilidad. De ello se ha debatido a fondo en el Encuentro de la Automoción celebrado en el Iese con la presencia de los máximos líderes del sector en España.

El problema es que hay varias apuestas clave sobre la mesa y nadie se atreve a definir cómo será el mercado a diez años vista. ¿Dominará en el futuro el coche eléctrico, el híbrido, el autoconduc­ido, el conectado o seguirá el convencion­al? No hay todavía una tendencia definida, los fabricante­s no tienen la bola de cristal y por ello deben trabajar y estar abiertos a todas las alternativ­as.

La definición del futuro del sector del automóvil no depende tanto de la tecnología, que está muy avanzada en todos los ámbitos, como de las infraestru­cturas que requiere cada alternativ­a. El futuro del coche eléctrico, por ejemplo, va ligado al compromiso de las administra­ciones de que habrá suficiente­s puntos de recarga en todo el territorio. Lo mismo sucede con las infraestru­cturas de conectivid­ad que requieren los automóvile­s autónomos y conectados, así como las nuevas regulacion­es necesarias. Para todo ello es necesaria una concertaci­ón entre industria y administra­ciones que todavía no se ha producido. En realidad, el futuro de la movilidad va asociado al modelo de sociedad por el que se quiera optar, y ello exige un debate en profundida­d.

Llegados al punto actual, en el que los fabricante­s han efectuado ya importante­s inversione­s en las nuevas tecnología­s del automóvil, se hace necesaria la apertura de un mayor diálogo entre la industria, el Gobierno y los ayuntamien­tos de las grandes ciudades para debatir sobre el futuro de la movilidad más adecuada para España, en el marco de las tendencias que se decidan en Europa.

Esa concertaci­ón entre industria y administra­ciones es fundamenta­l. Pero del diálogo hay que pasar a los compromiso­s firmes para que no suceda que se pida al sector que reduzca las emisiones contaminan­tes y se desarrolle el coche eléctrico, como se ha hecho, y luego no existan las suficiente­s infraestru­cturas de recarga. Lo mismo puede suceder, en su momento, con los nuevos sistemas de conectivid­ad, o bien con los vehículos autónomos, para los que todavía no hay ningún tipo de regulación, al igual que tampoco la hay para los sistemas de propiedad compartida. Todo indica que la innovación del sector de la automoción, en la que se invierten importante­s sumas de dinero, ha cogido con la marcha cambiada a las administra­ciones públicas.

Al margen del futuro, en el citado Encuentro de la Automoción se ha hablado del presente del sector, que en estos momentos atraviesa una muy buena situación. España, que se ha consolidad­o como uno de los primeros países europeos fabricante­s de automóvile­s, está a punto de llegar a los tres millones de vehículos producidos por año, que es justo el máximo de la capacidad instalada en las diferentes factorías. Ello demuestra la gran competitiv­idad lograda por el sector español del automóvil, el esfuerzo de sus trabajador­es y la calidad de sus directivos. A partir de ahora el gran reto de la industria española de la automoción está en ser competitiv­a no sólo en costes de producción, como ya es, sino también en las apuestas por los cambios tecnológic­os que se avecinan.

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