Obama no lo ve todo tan negro
El presidente saliente hace un balance reivindicativo de su gestión y confía en que Trump se guíe por el pragmatismo
Cuando más de la mitad de los ciudadanos de Estados Unidos continúan perplejos e incapaces de asumir el resultado electoral y el Partido Demócrata anda descabezado y profundamente deprimido, Barack Obama se ha propuesto combatir el desánimo y lo está haciendo con un balance reivindicativo de los logros de su presidencia que, como dijo el lunes, “ha situado el país en mejores condiciones que nunca para continuar progresando”.
Obama viajó ayer a Grecia, luego visitará Alemania y a continuación volará hasta Lima para participar en el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico y vino a decir que no podía irse una semana dejando el país hecho unos zorros, así que convocó una rueda de prensa para levantar el ánimo de casi todo el mundo, incluidos los periodistas que nos apretujábamos en la sala James Brady, por el morbo de ver cómo estaba Obama tras la debacle. Y el hombre compareció con su sonrisa habitual dispuesto a demostrar que el futuro no es tan negro y que no es tan fiero el león Trump como lo pintan.
“Estamos indiscutiblemente en una posición más fuerte hoy de lo que estábamos cuando entré hace ocho años –dijo–. El empleo ha crecido durante 73 meses consecutivos. Los ingresos están aumentando. La pobreza está cayendo. La tasa de no asegurados está en el nivel más bajo. Las emisiones de carbono se han reducido sin afectar a nuescas tro crecimiento... así que existe una oportunidad de que el próximo presidente construya sobre eso”.
Donald Trump prometió en la campaña desmantelar de arriba abajo todo lo que ha logrado su antecesor pero Obama, que es inaccesible al desaliento, ha adoptado una actitud cordial con su sucesor que ya ha dado algún resultado. Va a mantener aspectos del Obamacare y lo hará precisamente porque, según admitió, le convenció Obama en su primera visita a la Casa Blanca. También ha rebajado planteamientos en las promesas de deportaciones masivas de inmigrantes y, según le dijo a Obama y este reveló, tampoco va a poner en peligro las alianzas militares: “En nuestra conversación –dijo Obama– expresó un gran interés en el mantenimiento de nuestras relaciones estratégi- y el compromiso con la OTAN”.
El optimismo de Obama se extiende incluso al acuerdo nuclear con Irán y al acuerdo del Clima de París, que Trump juró y perjuró revocar, pero que su antecesor considera conquistas irreversibles: “Es muy difícil y sería un pésimo negocio deshacer algo que funciona”, señaló Obama en clara alusión al pragmatismo de Trump, la virtud de su sucesor en la que más confía.
“Dado que el presidente electo está ahora tratando de equilibrar lo que dijo en la campaña... es importante que dejemos que tome sus decisiones”, insistió. Parece que ha leído a ex directivos de empresas de Trump que señalan que la mejor manera de congraciarse con él era inducirle a tomar una decisión para que luego, en caso de éxito, él pudiera afirmar que la idea era suya.
El balance de Obama sólo tuvo un punto agrio. Indirectamente atribuyó la derrota de Hillary Clinton a que no trabajó sobre el terreno como lo hizo él en los comicios anteriores. “Gané en Iowa no porque lo dictaba la demografía sino porque pasé 87 días recorriendo pequeñas ciudades”. A Clinton le reprochan que se olvidó del territorio. Perdió Wisconsin contra pronóstico porque no se dignó a acercarse a ese estado industrial que daba por ganado. Los obreros que tradicionalmente habían votado demócrata, sintieron que, en cambio, Trump no se olvidaba de ellos. Ayer, en Atenas, Obama evitó una vez más criticar a su sucesor, aunque advirtió que el mundo debe “vigilar ante el auge de una especie de nacionalismo grosero o de identidad étnica o tribalismo que se construye alrededor del ellos y el nosotros”.
“Gané en Iowa porque recorrí pueblos durante 87 días”; Clinton ni se acercó a Wisconsin El mandatario alerta contra “el auge de un tipo de nacionalismo grosero, étnico, tribal”