Viento de poniente
Siempre que se produce un gran acontecimiento mundial, las circunstancias nacionales empequeñecen. La elección de Trump todo lo tiñe. Su elección inaugura un cambio de época de la que nada sabemos. Trump puede provocar una concatenación de cambios en la economía, la geografía política y las ideologías. Si Trump entra como un elefante en la cristalería de los equilibrios mundiales, podría ser que su propio partido lo expulsara mediante el impeachment, es decir, la moción de censura. David Brooks (The New York Times) concede un año a Trump. El impeachment otorgaría el liderazgo estadounidense a Mike Pence, el vicepresidente. El historiador que pronosticó la victoria de Trump, Allan Lichtman, también lo apuntaba el otro día (The Washington Post).
Sostiene Lichtman que las excentricidades de Trump lo convertirán en un presidente imprevisible y peligroso, mientras que Pence es el derechista ideal: controlable, extremadamente conservador, republicano hasta los tuétanos. Trump tiene un currículo trufado de agujeros negros, ideal para ser enviado al juzgado el día en el que empiece a estorbar. Por otra parte, asegura Lichtman, es probable que Trump dé pronto motivos para ser censurado: bien porque su actuación ponga en peligro la seguridad nacional; bien porque caiga en la tentación de apoyar desde la Casa Blanca sus negocios privados.
Sea como sea, Trump se ha hecho portador de un viento imprevisible. Ha triturado lo políticamente correcto, ha agujereado las defensas convencionales del progresismo y, un poco al estilo de la vieja carlistada, se ha convertido en portador del malestar de amplios sectores sociales que observan, desesperanzados, cómo la economía global y digital que empezó a marginarlos hace unos 20 años ahora se prepara para la gran revolución robótica, que dejará sin medio de vida a millones de trabajadores.
Las elecciones americanas también dan pistas sobre el futuro de la izquierda occidental. Se ha visto que el pesimismo reaccionario que Trump ha abanderado no podía ser combatido por las elites cosmopolitas que hablan en términos abstractos y se desentienden de los perdedores, sino por una nueva izquierda combativa de perfil inevitablemente neocomunista. Si la derecha se confunde con la extrema derecha, la izquierda también se extrema. El frustrado presidenciable Sanders saca pecho. El laborista Corbyn ya no parece tan pintoresco. También los planteamientos de nuestros Podemos y CUP adquieren más brillo bajo esta luz americana. La radicalidad de blanco contra negro que empezó en las tertulias de la FOX ha llegado a la política. La moderación está en riesgo de fuera de juego.
Veremos cómo influye la radicalización del mapa ideológico occidental en la política española. Paradójicamente, esta ola de radicalización mundial llega en un momento en el que los acentos pactistas parecían regresar a Catalunya. ¿Puede regresar el moderantismo, en Catalunya, precisamente cuando el mundo se prepara para un gran choque ideológico? Como diría el flamante Nobel: “The answer, my friend, is blowing in the wind”. La respuesta, amigo, está en el viento.
La moderación mundial está en riesgo de fuera de juego