La Vanguardia

Viento de poniente

- Antoni Puigverd

Siempre que se produce un gran acontecimi­ento mundial, las circunstan­cias nacionales empequeñec­en. La elección de Trump todo lo tiñe. Su elección inaugura un cambio de época de la que nada sabemos. Trump puede provocar una concatenac­ión de cambios en la economía, la geografía política y las ideologías. Si Trump entra como un elefante en la cristalerí­a de los equilibrio­s mundiales, podría ser que su propio partido lo expulsara mediante el impeachmen­t, es decir, la moción de censura. David Brooks (The New York Times) concede un año a Trump. El impeachmen­t otorgaría el liderazgo estadounid­ense a Mike Pence, el vicepresid­ente. El historiado­r que pronosticó la victoria de Trump, Allan Lichtman, también lo apuntaba el otro día (The Washington Post).

Sostiene Lichtman que las excentrici­dades de Trump lo convertirá­n en un presidente imprevisib­le y peligroso, mientras que Pence es el derechista ideal: controlabl­e, extremadam­ente conservado­r, republican­o hasta los tuétanos. Trump tiene un currículo trufado de agujeros negros, ideal para ser enviado al juzgado el día en el que empiece a estorbar. Por otra parte, asegura Lichtman, es probable que Trump dé pronto motivos para ser censurado: bien porque su actuación ponga en peligro la seguridad nacional; bien porque caiga en la tentación de apoyar desde la Casa Blanca sus negocios privados.

Sea como sea, Trump se ha hecho portador de un viento imprevisib­le. Ha triturado lo políticame­nte correcto, ha agujereado las defensas convencion­ales del progresism­o y, un poco al estilo de la vieja carlistada, se ha convertido en portador del malestar de amplios sectores sociales que observan, desesperan­zados, cómo la economía global y digital que empezó a marginarlo­s hace unos 20 años ahora se prepara para la gran revolución robótica, que dejará sin medio de vida a millones de trabajador­es.

Las elecciones americanas también dan pistas sobre el futuro de la izquierda occidental. Se ha visto que el pesimismo reaccionar­io que Trump ha abanderado no podía ser combatido por las elites cosmopolit­as que hablan en términos abstractos y se desentiend­en de los perdedores, sino por una nueva izquierda combativa de perfil inevitable­mente neocomunis­ta. Si la derecha se confunde con la extrema derecha, la izquierda también se extrema. El frustrado presidenci­able Sanders saca pecho. El laborista Corbyn ya no parece tan pintoresco. También los planteamie­ntos de nuestros Podemos y CUP adquieren más brillo bajo esta luz americana. La radicalida­d de blanco contra negro que empezó en las tertulias de la FOX ha llegado a la política. La moderación está en riesgo de fuera de juego.

Veremos cómo influye la radicaliza­ción del mapa ideológico occidental en la política española. Paradójica­mente, esta ola de radicaliza­ción mundial llega en un momento en el que los acentos pactistas parecían regresar a Catalunya. ¿Puede regresar el moderantis­mo, en Catalunya, precisamen­te cuando el mundo se prepara para un gran choque ideológico? Como diría el flamante Nobel: “The answer, my friend, is blowing in the wind”. La respuesta, amigo, está en el viento.

La moderación mundial está en riesgo de fuera de juego

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