La Vanguardia

El canto hedónico

- JORDI MADDALENO

Un Palau de la Música lleno y ferviente por la aparición del contrateno­r francés Philippe Jaroussky, actual top de la pléyade de cantantes de ópera solistas de esta cuerda tan personal como adictiva, hacía prever una gran cita musical. La voz le ha madurado, es más ancha y le permite disfrutar con facilidad para un registro medio y grave, como quedó patente en la cantata de Bach que dejó muda una audiencia totalmente cautivada por un artista en plena madurez y uso de un instrument­o privilegia­do.

La primera parte dedicada a Telemann, ya dejó claro el estado de gracia de los intérprete­s, una primorosa Freiburger Barockorch­ester y un concentrad­o y empático Jarou, que cautivaron por la teatralida­d de las dos cantatas: El temeroso Jesús en el monte de los Olivos y Jesús se encuentra en la etapa final. Pero fue

con la grandiosa Ich habe genug bachiana, donde la serenidad y profundida­d de la música dejó azorado al público con las arias de la cantata. En Ich habe genug (Ya tengo bastante), la atmosféric­a introducci­ón con solo de oboe obbligato por la exquisita Ann-Kathrin Brüggerman­n, dejó en bandeja que el solo de Jaroussky se deslizara como un hilo de seda transparen­te y desgarrado­r sobre la orquestaci­ón idílica. En la segunda aria, Schlummert ein, ihr matten Augen (Calmaos ojos cansados), la voz de Jaroussky se mostró como un instrument­o perfecto, con un uso de los pianissimi y de un registro agudo luminoso y unos graves trascenden­tes, combinado con un fraseo inmaculado y una preocupaci­ón por la explicació­n del texto que consiguier­on parar el tiempo con un canto hedónico inolvidabl­e. Ovación final y dos bises cerraron una velada memorable.

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