La cuna de la civilización.
“La globalización debe rectificar el rumbo para evitar las desigualdades”
Obama paseó por el Partenón antes de su conferencia.
Barack Hussein Obama quiso que su último viaje al extranjero como 44.º presidente de Estados Unidos pasara por Grecia para dirigir desde Atenas su último mensaje al mundo. Y en la cuna de la democracia, a modo de testamento político, Obama planteó dos advertencias: “La globalización exige una corrección del rumbo” y “la desigualdad [que genera la globalización] constituye actualmente uno de los mayores desafíos para nuestras economías y nuestras democracias”.
Obama visitó el Partenón antes de impartir una lección magistral de democracia al hilo de los últimos acontecimientos acaecidos en Estados Unidos, que para el presidente saliente no han de contribuir a perder la fe, sino todo lo contrario. “Aquí, donde nació la democracia –dijo el presidente–, afirmamos una vez más los derechos y los ideales y las instituciones sobre las que nuestro modo de vida perdura. La libertad de expresión y de reunión, la libertad de prensa para exponer la injusticia y la corrupción. La libertad religiosa, un poder judicial independiente, la separación de poderes y las elecciones libres y justas porque los ciudadanos deben ser capaces de elegir sus propios líderes, incluso cuando nuestro candidato no gana”.
Obama atribuyó tácitamente la victoria de Trump a los miedos que ha conllevado la globalización. “Las mismas fuerzas de la globalización que han entregado
El 44.º presidente quiso dar en Atenas, cuna de la democracia, su testamento político “La democracia es sinuosa, pero siempre habrá gente que luche por un futuro mejor”
tanto progreso están aumentando la tendencia hacia la desigualdad..., los ricos y los poderosos parecen jugar con el sistema y acumulan grandes fortunas evitando pagar impuestos mientras las familias de la clase media trabajadora tienen dificultades para llegar a fin de mes”.
Esta desigualdad suscita según el presidente estadounidense “una profunda sensación de injusticia” que hace comprensible “este impulso a retirarse de un mundo global”, pero en su opinión la solución nunca llegará regresando al pasado: “No podemos mirar hacia atrás en busca de respuestas, tenemos que mirar hacia dedécadas, lante y creo firmemente que la mejor esperanza para el progreso humano sigue siendo mercados abiertos combinados con la democracia y los derechos humanos”.
Ahora bien, para Obama las cosas no pueden seguir como hasta ahora. “En los próximos años y nuestros países tienen que asegurarse de que los beneficios de una economía global integrada han de estar compartidos más ampliamente por más personas y que los efectos negativos se abordan conjuntamente”.
Reconoció Obama que no estaba planteando un objetivo fácil y admitió que el resultado de las elecciones en Estados Unidos son una prueba de ello: “La democracia, como todas las instituciones humanas, es imperfecta.Puede ser lenta; frustrante; incómoda... Y en una sociedad multiétnica, multirracial, multicultural, como la de Estados Unidos, la democracia puede ser especialmente complicada”. Hizo una breve pausa y añadió: “Créanme, yo lo sé”, y provocó una carcajada del público que le escuchaba en el Centro Cultural Stavros Niarchos de Atenas.
Practicante fervoroso del optimismo de la voluntad, citando a Martin Luther King, Obama sostuvo que “el universo moral es largo, pero se dobla siempre hacia la justicia” porque “siempre habrá gente, generación tras generación, con el coraje y la voluntad para doblar el arco de nuestras vidas en la dirección de un futuro mejor”. Y llegado a este punto in-
terpeló a los jóvenes que se desentienden y cuya abstención en las elecciones, en el caso de Estados Unidos, ha sido un factor determinante de la victoria de Donald Trump, que, según todos los sondeos, era lo que menos deseaban esos mismos jóvenes. “El progreso sigue un camino sinuoso a veces hacia delante y a veces hacia atrás”, es decir, que a veces gana Donald Trump, pero eso para Obama no es motivo para tirar la toalla, sino todo lo contrario: “Como se habrán dado cuenta, el próximo presidente estadounidense y yo no podemos ser más diferentes, tenemos puntos de vista muy distintos, pero la democracia estadounidense pasa por encima de cualquier persona”.
El presidente de Estados Unidos viajó ayer mismo a Alemania después de haber defendido en Atenas que los acreedores europeos, fundamentalmente alemanes, deberían ser más generosos, más compasivos y más inteligentes y aliviar la deuda griega, porque “la austeridad por sí misma no puede generar prosperidad”, una obviedad que se comprueba con la distinta evolución de la economía en EE.UU. y en Europa. Sin embargo, antes de que Obama aterrizara en Berlín, el Gobierno de Angela Merkel ya dejó claro que va a mantener su empecinamiento: “El Gobierno ha tomado nota de que Obama se ha referido al alivio de la deuda (griega), pero en el Eurogrupo se ha acordado un plan que estipula de forma clara qué medidas se aplicarán tanto en el corto como en el medio plazo”, señaló el portavoz Steffen Seibert.
Obama se reunirá con los líderes europeos para reafirmar la alianza entre EE.UU. y la UE haya dicho lo que haya dicho Donald Trump. También para plantear una prórroga de las sanciones a Rusia por el acoso a Ucrania y los bombardeos en Siria hasta finales de enero, cuando Trump ya habrá tomado posesión de la presidencia y tendrá que precisar su promesa de acercamiento a Moscú.