Un camión patera con 10 refugiados llega a Catalunya desde Turquía
Los inmigrantes creían ir a Inglaterra y sólo llevaban agua y galletas para el viaje
Desorientados, sedientos, hambrientos, agotados y atemorizados. Cinco hombres, una mujer y cuatro adolescentes llegaron ayer a las instalaciones que Mango tiene en el centro logístico de Lliçà d’Amunt, ocultos en un camión repleto de prendas de la popular marca de ropa. Los diez se subieron en Turquía, cuando las cajas ya estaban dentro y la puerta del camión precintada. La mercancía, procedente de Asia, desembarcó en el puerto turco de Esmirna. Allí mismo se cargó el camión, de la empresa Ekol, y emprendió un viaje de seis días por carreteras, en ferry hasta Francia y nuevamente por tierra hasta Barcelona.
Los diez se colaron a través de una trampilla abierta en los bajos del vehículo. Ayer por la tarde, los seis adultos declararon ante los Mossos d’Esquadra de la unidad central contra el tráfico de seres humanos. Les ayudó un traductor de un dialecto del kurdo, que no fue fácil de localizar. Pese a reiterarles en todo momento que estaban siendo interrogados en calidad de víctimas y que no tenían nada que temer, sus relatos fueron contradictorios. Estaban aterrados y temerosos de confiar.
Los diez llegaron sin ningún tipo de documentación. A falta de que finalicen los trámites para su identificación, todos aseguraron ser kurdos y que habían logrado llegar a Turquía, sin pasar por ningún campo de refugiados. Reconocieron haber pagado a una mafia de traficantes de personas por hacer el trayecto en camión. Pero las cantidades que dijeron eran diferentes. Todas a partir de los 5.000 euros. Una cifra que coincide con el relato de otros inmigrantes que en su momento realizaron el mismo trayecto con las mafias.
Tras escucharles, era evidente que no todos tenían claro cuál iba a ser la etapa final de aquel duro viaje que soportaron sólo con galletas y agua. Algunos aseguraron que al pisar tierra creyeron haber llegado a Gran Bretaña.
Al primero que tomaron declaración los Mossos d’Esquadra fue al conductor. Un turco que había hecho ese mismo recorrido en numerosas ocasiones, según declararon los vigilantes de seguridad de Mango. El testimonio del hombre resultó convincente. Dijo que no se percató de la presencia de los polizones hasta llegar a Barcelona. Quedó en libertad sin cargos, pero localizable, de momento en Barcelona, por si se le necesita en los próximos días para nuevas gestiones.
A falta de ordenar y contrastar las diferentes versiones dadas por los inmigrantes, los investigadores sospechan que los diez se colaron en el camión en algún punto del recorrido de tres días en Turquía, entre los puertos de Esmirna y Estambul. En esta última ciudad, el camión viajó en ferry, otros tres días, hasta el puerto francés de Sète, en Montpellier. El resto del trayecto hasta Lliçà d’Amunt se hizo nuevamente por carretera.
Tras ser descubiertas, las diez personas recibieron una primera asistencia de los propios trabajadores de Mango, que les ofrecieron comida, aseo y agua. Venían sedientos. La Cruz Roja se hizo cargo de ellos y se les trasladó hasta el hospital de Granollers, donde se certificó que estaban en condiciones para ser conducidos hasta una comisaría de los Mossos para declarar sobre los detalles del viaje. Antes pudieron ducharse.
Del grupo de inmigrantes, dos de los adultos son matrimonio, y el resto no tienen relaciones familiares, en principio. Contaron que se conocieron en su larga travesía, tras salir de un punto indeterminado del Kurdistán.
Anoche durmieron en un centro tutelado por la Cruz Roja y recibieron ya la asistencia del Comité de Ayuda al Refugiado que les asesoró para que inicien, los que lo deseen, los trámites para solicitar asilo. En cualquier caso, la gestión policial es paralela al trámite de refugiados. Los Mossos d’Esquadra deben en los próximos días realizar un atestado tratando de reconstruir el viaje hasta Barcelona, intentando identificar la mafia a la que pagaron por el inhumano trayecto, e informarán después a la Policía Nacional.
Los seis adultos, presa del miedo, han dado versiones contradictorias de su viaje a los Mossos