Lorenzo Silva
El narrador Lorenzo Silva acudió ayer al Congreso, donde ofreció datos del expolio que la piratería está cometiendo sobre el sector editorial: la mitad de los libros de Silva estaban ayer disponibles, gratis, en internet.
Lorenzo Silva no es escritor. Oficialmente, es “ceramista”. Porque este fue el epígrafe que eligió, entre los tres que le ofrecieron en su condición de creador, cuando fue a darse de alta como autónomo: o pintor o escultor o ceramista, que es la opción que le pareció más poética. O sea: para la Agencia Tributaria española, los escritores no existen.
El novelista madrileño, cuyo reconocimiento fuera de Hacienda no es preciso subrayar, señaló ese significativo detalle durante una comparecencia ante la comisión de Cultura del Congreso de los Diputados en la que clamó contra los devastadores efectos de la piratería digital.
El padre del sargento Bevilacqua y la agente Chamorro –protagonistas de sus novelas policiacas– denunció la “total desprotección” de los creadores españoles frente a una práctica básicamente impune. Para ilustrar el daño, puso como ejemplo los “cientos de páginas” que ofrecen gratuita e ilegítimamente sus obras; ayer mismo, si uno tecleaba su nombre y la palabra epub (el formato de libro electrónico), un primer sitio ofrecía gratis 30 de sus 59 libros. “Hay una persona, no sé quién, que se arroga la posibilidad de regalar la mitad del trabajo de mi vida”.
Después de insistir en que él es “un privilegiado” en relación con los miles de autores más modestos que él y los incontables implicados de otro ámbitos en el negocio del libro, Silva remarcó la mayor indefensión de los autores españoles en comparación con los de otros países. Indicó que desde 2009 –cuando se popularizaron las tabletas–, mientras Alemania mantiene la facturación de su sector editorial en 9.000 millones de euros, en España esa industria se ha reducido en un tercio, al pasar de 3.000 a 2.000 millones.
El empobrecimiento que ocasiona el pirateo es múltiple, a su juicio: “Hacia dentro”, por los impuestos que “se perdonan” a los piratas y porque, frente a la “falsa teoría” de una democratización de la cultura gracias a la apertura de la red, esas apropiaciones indebidas hacen que “los catálogos converjan en los autores consagrados y se cierren a los nuevos valores”; en cuanto al efecto “hacia fuera”, la piratería hace las traducciones tan arriesgadas económicamente que hoy son numerosos los grandes autores internacionales sin obra o con muy pocos libros en castellano. En la España del 2016, los autores son, dijo Silva, “ciudadanos de segunda”.
El escritor achaca a la piratería la caída del sector editorial, que en 7 años ha perdido un tercio de volumen