La alcaldesa insiste en que nunca descartó alcanzar acuerdos con CiU
jeron cosas feísimas de los convergentes, pero también de los socialistas, y luego firmaron un pacto de gobierno con ellos. El segundo teniente de alcalde, el socialista Jaume Collboni, se encargó ayer y anteayer de cargar las tintas contra ERC y de tratar de ablandar a CiU. “El problema es que Oriol Junqueras está muy preocupado por un hipotético salto de Colau a la política catalana”, dijo Collboni.
Aun así, lo ocurrido este año y medio de mandato ha abierto unas brechas que no se cierran en un par de días. La oposición siente que puede sacar más partido ahogando al gobierno. El portavoz de CiU, Joaquim Forn, aseguró que la voluntad de Colau de entenderse con la oposición es “nula”. “El problema no es aprobar los presupuestos, sino la parálisis del Ayuntamiento, que ya afecta a toda la ciudad”. Según Forn, que el gobierno apruebe sus presupuestos mediante una cuestión de confianza es sólo “un detalle”. “Al día siguiente todo seguirá igual”. El convergente dijo que su grupo presentará alegaciones a las cuentas, pero insistió en que se centrará en “crear una mayoría social capaz de tomar las decisiones que no toma el gobierno municipal para que Barcelona no se pare”.
El republicano Alfred Bosch insistió en que sus condiciones siguen sobre la mesa. Carina Mejías, de Ciutadans, pidió a la alcaldesa que quite al teniente de alcalde Gerardo Pisarello la responsabilidad de negociar con el resto de grupos. Según el popular Alberto Fernández, Colau pasó de venderse como la alcaldesa del diálogo a querer gobernar por decreto”. Y la CUP ya dijo que no cuenten con ellos, ni para aprobar los presupuestos ni para sacar adelante una moción de censura.
Todos acusan al gobierno de emplear la cuestión de confianza como una argucia destinada a ahorrarse cualquier tipo de negociación, que en realidad nunca tuvieron la más mínima voluntad de sentarse a hablar.