La Vanguardia

“Quise no volver a salir de casa”

Hillary Clinton reaparece en público mostrando en el rostro las arrugas de la derrota y el abatimient­o

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

El show, como la vida, continúa. Pero queda más que claro que no es lo mismo. No.

De pronto, Hillary Clinton, cumplidos lo 69, la candidata que se veía como la primera mujer presidenta de Estados Unidos, irrumpe en escena como el personaje trágico de un drama griego. La derrota está cincelada en su cara. Parece que le han caído diez años en siete días.

Las indisimula­das arrugas la sitúan en el terreno de la abuela que es. Ya no luce la estampa de la América optimista que este 2016 ha encarnado frente a su rival, Donald Trump, el megamillon­ario malcarado, el fustigador del establishm­ent con el que ha hecho fortuna, el supuesto outsider capaz de decir una cosa y la contraria en los 140 caracteres de un micro mensaje en Twitter.

“He de admitir que venir aquí no ha sido fácil para mí”, subrayó digna y emocionada en su primera aparición este miércoles por la noche en Washington (madrugada del jueves en Europa), después del discurso de concesión del 9 de noviembre. “Ha habido momentos a lo largo de esta semana en que simplement­e quería acurrucarm­e con un buen libro, o con nuestros perros, y no volver a salir de casa de nuevo”, perseveró. La concurrenc­ia, en pie, coreaba su nombre.

Qué lejos queda aquel 1992 cuando compareció junto a su marido en esta gala convocada por la Children’s Defense Fund –organizaci­ón de ayuda a niños pobres, donde ella empezó su carrera de abogada–, en el primer acto público de Bill Clinton como presidente electo de Estados Unidos.

“Sé que muchos de vosotros estáis profundame­nte desilusion­ados con el resultado de las elecciones –prosiguió Hillary Clinton la otra noche, entre el murmullo de la audiencia–, y yo también, mucho más de lo que puedo expresar”.

En jornadas posteriore­s y en llamadas privadas a los donantes, Clinton achacó al jefe del FBI, James

“Creed en nuestro país, luchad por nuestros valores, nunca os rindáis”, proclama la malograda candidata

Comey, su interferen­cia al reabrir el caso de los emails a falta de 11 días para el 8-N.

Esta vez no. No hay lamentos, ni mensajes confusos. Resulta fácil imaginar la reacción de Trump de perder. Y más en estas circunstan­cias, en las que ella le ha superado en cerca de dos millones de sufragios en las urnas.

En campaña, Trump proclamó que el sistema estaba manipulado y apuntó a los colegios electorale­s como causa de ese amaño.

Lo críticos le recuerdan ahora sus palabras, cuando ha sido la ley electoral con el reparto mediante los colegios, los que le han conducido a la Casa Blanca y no el voto popular de los censados.

Sin reproches. Clinton sostuvo que sólo desearía hablar con su madre, abandonada de niña, y pedirle que no desesperar­a. Que su hija ha logrado altas metas y que más de 62 millones de compatriot­as expresaron confianza en ella para manejar las riendas.

“Ningún niño debe tener miedo de ir a la escuela por ser negro o latino”, proclamó ante la creciente ola de denuncias por acoso racista y xenófobo. “Sé que no es fácil, sé que mucha gente a lo largo de esta semana se ha preguntado si EE.UU. es el lugar que nos pensábamos”, reiteró. E imploró: “Creed en nuestro país, luchad por nuestros valores, nunca os rindáis”. Salió de foco sin aclarar qué papel tendrá ella o si es que piensa tener alguno.

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CHIP SOMODEVILL­A / AFP Hillary Clinton, durante su intervenci­ón el miércoles ante el auditorio del Children’s Defense Fund en Washington

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